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¿Cuidar animales salvajes en casa?

En una singular condición de «madre adoptiva», una técnica del Jardín Zoológico de La Habana ha llevado hasta su propio hogar a una antílope, una leona y un mono

Autor:

Adalina Hernández Urquiola

Banelys Cobas Vázquez es una técnica cuidadora de animales del Jardín Zoológico de La Habana, más conocido como Zoológico de 26, quien desde 2016 se encarga de dar abrigo, en su propia casa, a animales que, por alguna razón, no pueden ser atendidos por sus madres.

«La primera en llegar a mi hogar, a pocos días de nacida, fue Valentina, una pequeña antílope de la India que estaba muy enferma. Cuando la llevé para allá, pensaba que podría pasarle algo, pero con suerte todo salió bien.

«El apoyo de mi esposo, mi hijo y mi perra Felpa ha sido  fundamental porque, al igual que los niños recién nacidos, las crías de animales dan quehacer en las noches», afirma Banelys.

—¿Con qué especies has trabajado?

—Hasta ahora solo con tres: antílope, león y mono araña.

—¿Cómo ha sido la experiencia de convivir en la casa con estos animales?

—Bueno, si nos ponemos a analizar no son tan diferentes al ser humano, pues todos somos mamíferos. La experiencia ha sido maravillosa. Ahora tengo solo un monito, que es la esperanza de continuidad de su especie en todo el Jardín. Luego de nacer me lo entregaron.

«Al poco tiempo de tener a Valentina en casa, que ya volvió para el Zoológico, traje a una leoncita muy graciosa. Es interesante ver cómo en la casa juegan y se cuidan entre sí, a diferencia de lo que ocurriría en la selva».

—¿Y tus vecinos no dicen nada por el hecho de tener tan cerca animales salvajes?

—Ellos saben que la seguridad está garantizada. Recuerda que son recién nacidos. Más bien disfrutan las experiencias que vivo en mi singular condición de «madre adoptiva». Cuando me ven, siempre me preguntan qué animal tengo ahora en el barrio, o cómo está el que devolví al Zoológico.

—¿No te preocupan las condiciones sanitarias en el hogar?

—Por supuesto, pero siempre adopto las medidas necesarias. Los animales recién nacidos solamente tienen parásitos, y esto no afecta la sanidad. A mi perra la vacuno cuando le corresponde y la baño muy a menudo para evitar que pueda tener alguna pulga o contraer algún virus que afecte a las especies más pequeñas.

El Zoológico provee a esta joven técnica de todos los alimentos que necesita y cubre los gastos de las principales necesidades que requiere su labor asistencial. «Lo importante es garantizarles a todas estas especies en sus primer tiempo de vida el bienestar», comenta Banelys.

En su casa la única que ofrece caricias no es solo ella. Felpa, su perra, a pesar de no poder tener cachorritos, desde que llegó la primera de estas «crías raras» a casa presta cuidados como si fuera una madre. El que menos se ha apegado a Felpa ha sido el monito —cuenta Banelys—, pero cuando la ve corre hacia ella como un loco desenfrenado.

—¿Qué sucede cuando, después de atenderlos, tienes que llevarlos al Zoo y separarse?

—No te creas que es fácil para mí. En poco tiempo yo les tomo mucho afecto. Los hago parte de mi vida. Siento lo mismo que un niño recién nacido cuando le quitan el chupete. Imagínate cuán fuerte es la relación que establezco con ellos, que cada vez que voy al Zoológico voy siempre hasta el lugar donde está Valentina. Y eso que ya ella se ha familiarizado con el ambiente del Jardín que, como es de suponer, no se parece en nada al de un hogar.

Banelys es defensora de la frase que reza: «Madre no es la que engendra, sino la que cría». Orgullosa confiesa que, «aunque sean grandes, pequeños, cubiertos de pelo, anden en cuatro patas, brinquen de rama en rama, coman hierba o carne cruda y no resulten muy comunes, los quiere y defiende como si fueran hijos».

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