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Los niños cubanos tienen un tesoro en la obra del Apóstol. Autor: Abel Rojas Barallobre Publicado: 21/09/2017 | 07:03 pm
Hondas remembranzas sobre la infancia y juventud del más universal de los cubanos, con la evocación permanente de un muchacho alegre, de pensamiento inquieto y profundo que desde bien temprano decidió echar su suerte «con los pobres de la tierra», distinguieron durante esta semana las jornadas del curso nacional de verano Por los caminos de José Julián, que concluyó la víspera en esta capital.
Sitios vinculados a los primeros años de la vida del Apóstol, como la casa donde él naciera, en la calle Paula, el lugar de la antigua Real Cárcel de La Habana, y la Fragua martiana, donde el joven, con solo 17 años realizara trabajos forzados y conociera el horror que se vivía entonces en el presidio, fueron visitados por los participantes en el curso, que contó con varios talleres y conferencias.
El valor que legara a Martí su familia, la ética y el sentido de la justicia del padre y la madre, quienes supieron darle los afectos necesarios al niño, y la influencia de lo más radical del pensamiento de la época, con Félix Varela, José de La Luz y Caballero y el maestro Rafael María de Mendive a la cabeza, en la forja íntegra del hombre de La Edad de Oro, constituyeron lecciones de esta iniciativa, que permitió redescubrir al eminente cubano desde una dimensión más íntima y espiritual, destacó a JR Yusuam Palacios Ortega, presidente del Movimiento Juvenil Martiano.
Ponderó que las actividades del curso, que finalizó con un Diálogo de Generaciones, en la casona de 13 y E, en el Vedado, donde tiene su sede el Movimiento, fueron también un homenaje al Comandante en Jefe Fidel Castro, quien siempre llevó en el corazón las doctrinas del Maestro.
