Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La épica del 26 de julio

A 67 años de los heroicos sucesos del Moncada, Juventud Rebelde revisita los hechos protagonizados por la Generación del Centenario, los cuales sirvieron de inspiración para futuras acciones cuyo propósito fundamental era el triunfo de la Revolución Cubana

Autor:

Juventud Rebelde

El programa del Moncada

En su histórico alegato conocido como La historia me absolverá, Fidel Castro Ruz explica que las razones fundamentales que movilizaron al grupo de jóvenes revolucionarios sin experiencia militar a asaltar los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes fueron la crisis de las instituciones políticas y los graves problemas sociales que padecía Cuba, acrecentados a raíz del golpe de Estado del 10 de marzo de 1952.

Entre los males de la Cuba de entonces, el joven abogado señaló:

«El problema de la tierra, el problema de la industrialización, el problema de la vivienda, el problema del desempleo, el problema de la educación y el problema de la salud del pueblo; he ahí concretados los seis puntos a cuya solución se hubieran encaminado resueltamente nuestros esfuerzos, junto con la conquista de las libertades públicas y la democracia política». 

La Granjita Siboney

La casa, propiedad del comerciante José Vázquez Rojas, fue descubierta por Fidel Castro y Ernesto Tizol en abril de 1953, cuando realizaban un recorrido por la carretera de Siboney, a 13,5 kilómetros de Santiago de Cuba. Ambos la consideraron ideal para instalar una supuesta granja avícola que serviría de pretexto para su objetivo real: montar allí el cuartel general de los revolucionarios que participarían en el asalto al Cuartel Moncada. En los primeros días de julio de 1953, el joven Abel Santamaría ocupó la vivienda. Como encargado de la granja, ordenó la construcción de gallineros donde se ocultaron los autos que se utilizarían en la acción. Junto al santiaguero Renato Guitart, acondicionó un pozo seco para esconder armas, entre tierra y plantas, para dar la apariencia de un cantero, similar a los de la entrada de la casa.

La noche del 25 de julio, llegaron a la quinta un grupo de jóvenes a quienes Fidel, solo en la madrugada del propio día 26, dio a conocer el plan de ataque.

Recorrido de los asaltantes del Moncada

 

Compañeros:

Podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos, pero de todas maneras, ¡óiganlo bien, compañeros!, de todas maneras este movimiento triunfará. Si vencen mañana, se hará más pronto lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba, a tomar la bandera y seguir adelante. El pueblo nos respaldará en Oriente y en toda la Isla. ¡Jóvenes del centenario del Apóstol, como en el 68 y el 95, aquí, en Oriente, daremos el primer grito de Libertad o Muerte!

Fidel Castro Ruz

Acción

Se había escogido la fecha del 26 de julio, domingo de Santa Ana, porque en aquella época se encontraban en su mayor auge los carnavales de Santiago de Cuba, por lo que miles de cubanos de otras partes del país se concentraban en la ciudad para divertirse. En la madrugada, se leyó el Manifiesto del Moncada, donde se plasmaron las ideas latinoamericanistas del Movimiento 26 de Julio.

La partida de los jóvenes armados y vestidos con uniformes militares idénticos a los del ejército de la tiranía para crear confusión del enemigo, se produjo aproximadamente a las 4:45 a.m., organizados en tres grupos. El primero, dirigido por Fidel, atacaría el Moncada, segunda fortaleza militar del país, ocupada por unos mil hombres; el segundo, al mando de Abel Santamaría, debía tomar el Hospital Civil; y el tercero, dirigido por Léster Rodríguez con una participación protagónica de Raúl Castro, llevaba la misión de tomar el Palacio de Justicia.

Los asaltantes, luego del fracaso del factor sorpresa, se hallaban en total desventaja frente a un enemigo superior en armas y hombres, atrincherados dentro de la fortaleza. En el discurso frente al tribunal que lo juzgó después, Fidel declaró que «la mitad del grueso de las fuerzas revolucionarias y la mejor armada, por un error lamentable, se extravió a la entrada de la ciudad, y nos faltó en el momento decisivo».

Luego se precisó que ese grupo se perdió porque el automóvil que iba al frente del mismo abandonó la acción y, en su huida, confundió al resto de sus compañeros, quienes vinieron a darse cuenta cuando ya estaban demasiado lejos del cuartel, en una ciudad desconocida para ellos.

Cuartel Moncada

Fidel Castro llegó al cuartel Moncada al frente de un grupo de aproximadamente 90 hombres, presidido por una vanguardia de ocho revolucionarios que forzó la posta 3. Y justo en ese momento se inició el combate, cuando el automóvil de Fidel se encontró con una patrulla de recorrido exterior, armada. Ello provoca un tiroteo prematuro —que alerta y moviliza el ejército del interior del cuartel— y a la vez neutraliza la mejor arma de los revolucionarios: el factor sorpresa.

La orientación, en caso de no tomar el cuartel, era retirarse y llegar a las montañas para proseguir la lucha; pero la retirada tampoco resultó satisfactoria. «Nuestras pérdidas en la lucha habrían sido insignificantes; el 95 por ciento de nuestros muertos fue producto de la crueldad y la inhumanidad», denunció Fidel en el juicio.

Batista ordenó que se ejecutaran a diez revolucionarios por cada soldado muerto en combate. Muchos de ellos fueron torturados, mutilados y asesinados. Algunos fueron juzgados y condenados a prisión, otros salieron del país y hubo quienes pudieron evadir a la dictadura.

Palacio de Justicia

Raúl Castro, junto a un grupo de hombres —al frente del cual estaba Léster Rodríguez— ocupó el Palacio de Justicia. Al llegar, las puertas estaban cerradas, pero consiguieron entrar. Cuando avanzan hacia la azotea del edificio escuchan la alarma del Moncada. Entonces pensaron: «¡Falló la sorpresa!», pero continuaron a cumplir su objetivo. Protegidos por un muro, dominaban visualmente solo las azoteas de la mitad del cuartel.

Un rato después, la posición del grupo que disparaba desde el Palacio fue detectada y comenzó a ser hostigada por una ametralladora. El fracaso del ataque al Moncada y la retirada del contingente principal ponían fin a su misión.

Hospital civil Saturnino Lora

Abel Santamaría y una veintena de jóvenes tomaron por asalto el hospital civil Saturnino Lora, con el objetivo de apoyar el ataque al cuartel Moncada. Con él también habían ido para atender a los heridos el médico Mario Muñoz, y las jóvenes Haydée Santamaría y Melba Hernández. Este grupo combatió hasta que no les quedó ni una sola bala.

Precisamente por la valentía de Abel y su tropa, al referirse a él durante el juicio por los sucesos del 26 de Julio, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz expresó que era «el más generoso, querido e intrépido de nuestros jóvenes, cuya gloriosa resistencia lo inmortaliza ante la Historia de Cuba».

Asalto al cuartel Carlos Manuel de Céspedes

Simultáneamente con la acción del Moncada, se produjo el asalto al cuartel Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, por un grupo de idéntica procedencia al que actuó en Santiago.

Allí, una veintena de hombres armados, intentaron
tomar el cuartel, pero también les falló el factor sorpresa. En la acción fue herido un solo combatiente, pero la tiranía logró capturar a algunos de los asaltantes a quienes torturó y asesinó, como ocurrió en Santiago de Cuba.

«Parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario, que su memoria se extinguiría para siempre, ¡tanta era la afrenta! Pero vive, no ha muerto, su pueblo es rebelde, su pueblo es digno, su pueblo es fiel a su recuerdo; hay cubanos que han caído defendiendo sus doctrinas, hay jóvenes que en magnífico desagravio vinieron a morir junto a su tumba, a darle su sangre y su vida para que él siga viviendo en el alma de la patria. ¡Cuba, qué sería de ti si hubieras dejado morir a tu Apóstol!»

Fidel Castro Ruz. La Historia me absolverá

Fuentes: Visita virtual 26 de Julio de la empresa Cinesoft / Especialistas del Museo Histórico 26 de Julio.

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