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Juan Fajardo Vega, el último mambí

 Juan Fajardo Vega no dejó nada escrito de su paso por esta tierra, ninguna canción lo exalta y el anonimato, quizás, lo embarga. ¿Cuántos niños conocen sobre su lealtad incomparable? Fue de los cubanos que hizo la Cuba de hoy, y recordarlo es un deber

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Fue el último mambí. El último combatiente que luchó por la independencia de Cuba contra España, cuyos restos reposan bajo los laureles de El Cacahual y su impronta en la historia de nuestro país se hace más grande.

 Juan Fajardo Vega solo tenía 14 años cuando obtuvo el grado de soldado en la lucha y quizás la sangre de Carlos Manuel de Céspedes, con quien su madre estaba emparentada, le «revolvió» los ideales en edad tan temprana y fueron sólidos hasta su muerte, pues ni la vejez le impidió colaborar como armero con el Tercer Frente Doctor Mario Muñoz Monroy, bajo las órdenes del Comandante Juan Almeida.

 «Cada vez que la Patria ha estado en peligro, he dejado mis oficios y me he puesto al servicio de su defensa; y cuando volvía la paz, de nuevo a mis oficios. ¡Nada de estar viviendo de la Patria!», aseguró cuando quiso dejar claro que no le interesaba cobrar pensión alguna por su participación en la guerra.

Juan Fajardo Vega, el último mambí. Foto: Archivo de JR

Y cuando esa guerra acabó, la Necesaria, ofició como carpintero y mecánico, pero se mantuvo activo en la lucha, y consta su participación en la sublevación del Partido Independiente de Color en 1912 y en el alzamiento de los liberales contra el reeleccionismo del presidente Mario García Menocal.

 El triunfo de la Revolución fue una luz para él, fue el premio a tanto empeño, fue la gloria de su vida. El General de Ejército Raúl Castro Ruz lo calificó como un símbolo de la valentía y el decoro de los cubanos, porque siempre fue de los que no titubeó, de los que siempre estaba dos pasos adelante si era preciso, y aun al morir, con 108 años el 2 de agosto de 1990 en el hospital militar José Joaquín Castillo Duany de su natal Santiago de Cuba, fue de los que le deseó a Cuba, desde su pensamiento, larga vida de justicia social.

 Fue el último mambí. El último de una generación que pensó en el futuro de la nación. Él, quien al decir del miembro del Buró Político y Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Esteban Lazo Hernández, resumía «toda la gloria de la epopeya mambisa y nos entregaba la bandera y el ejemplo de la generación de Antonio Maceo y de José Martí y de tantos héroes públicos y anónimos que se multiplican hoy en millones de cubanos».

No dejó nada escrito de su paso por esta tierra, ninguna canción lo exalta y el anonimato, quizás, lo embarga. ¿Cuántos niños conocen sobre su lealtad incomparable? Fue de los cubanos que hizo la Cuba de hoy, y recordarlo es un deber.

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