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Culminó Segundo Encuentro Nacional de Teoría y Crítica Danzaria

Bailarines, coreógrafos, críticos y estudiosos se dieron cita en Matanzas. El evento estuvo dedicado esta vez a la maestra Lorna Burdsall y a la memoria del Ballet Teatro de La Habana 

Autor:

Randol Peresalas

Danza Espiral fue la anfitriona del evento. A la izquierda, Liliam Padrón, su directora.

Matanzas se convirtió, el pasado fin de semana, en el lugar ideal para hablar de danza. Bailarines, coreógrafos, críticos y estudiosos se dieron cita en esa ciudad para convertirla en protagonista del Segundo Encuentro Nacional de Teoría y Crítica Danzaria. Dedicado esta vez a la maestra Lorna Burdsall y a la memoria del Ballet Teatro de La Habana, el evento, auspiciado por la UNEAC, el Consejo Provincial de las Artes Escénicas y el conjunto Danza Espiral, ofreció un extenso programa artístico que incluyó presentaciones de video y numerosas obras del panorama coreográfico actual.

El teatro Sauto acogió las funciones de las agrupaciones invitadas —entre ellas Danza Combinatoria, Danza Teatro Retazos y Banrará—, así como también el especial homenaje rendido a Lorna Burdsall, en el cual intervinieron los jóvenes de la compañía Así somos infantil, dirigida por Lourdes Cajigal, la bailarina Clara Luz Rodríguez, el grupo Opus y los anfitriones que tutela Liliam Padrón.

La noche del viernes fue para recordar. Vladimir Peraza Daumont, investigador y uno de los organizadores del encuentro, presentó las grabaciones de dos piezas memorables: Cruce sobre el Niágara, de Marianela Boán, y Dédalo, de Rosario Cárdenas, ambas producidas a finales de los años ochenta, y que constituyeron, según la mirada de no pocos especialistas, verdaderas revelaciones para la coreografía cubana de ese momento.

Sobre ese importante período de la danza nacional versaron las ponencias del sábado. La periodista y también investigadora Mercedes Borges expuso una profunda y emotiva reflexión sobre la trascendencia del Ballet Teatro de La Habana, a la vez que hizo extensiva —apoyada por las oportunas intervenciones del coreógrafo José Antonio Chávez— sus palabras al Ballet de Camagüey, el cual cumple 40 años de fundado en diciembre próximo. Chávez también pormenorizó acerca de los intentos y concreciones del movimiento moderno en cuatro décadas de duro bregar. El indiscutible legado de la compañía agramontina se abrió paso entre los participantes, en tanto muchos admiran la labor formativa del conjunto y sus múltiples resurrecciones en la escena cubana.

Sin embargo, el debate fue más intenso una vez concluida la conferencia de Peraza Daumont, la cual abordó la pertinencia del concepto «danza contemporánea» y su vínculo con diversas teorías posmodernas aún en boga. Reacciones del tipo «lo contemporáneo es lo que se hace ahora mismo, y por tanto no debe ser utilizado para englobar nada específico», o esta otra: «lo que se ha visto en estos últimos lustros no es más que una continuidad lógica de la llamada Danza Moderna», matizaron, hasta cierto punto, las apreciaciones del ponente. Y digo hasta cierto punto, porque si bien la danza contemporánea es un desprendimiento evidente de las particularidades introducidas por Martha Graham y seguidores, Peraza no pierde razón cuando señala que algo distinto aconteció en la escena mundial y es absurdo obviarlo. Es cierto que algunos aspectos —movimiento corporal y espacial, por ejemplo— impiden establecer límites tácitos entre la danza contemporánea y su antecesora, pero de que asistimos por años a otro tipo de espectáculo, atravesado por la neovanguardia plástica de los sesenta y el rápido desarrollo tecnológico, no creo que persistan muchas dudas. Todo quedaría pues en un problema de enfoque, mas no de sentido.

El segundo encuentro de quienes estudian y hacen la danza en el país, evidenció que aún queda mucho por andar. Es importante, como allí se señaló, que el evento no solo sea respaldado por las instancias involucradas, sino también por aquellos que trabajan diariamente en la investigación y la promoción danzaria. Respeto y seriedad similares han alcanzado otros espacios como los abiertos a críticos de cine, de teatro, de música y de otras manifestaciones. La danza no puede ser menos. Este país baila desde hace mucho, y lo hace con notable singularidad. Entonces pensemos en lo beneficioso que sería interpretarnos a nosotros mismos en esa línea. Una línea que, además, nos identifica.

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