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La novela El vuelo del gato en escena

El joven dramaturgo Abel González adaptó para la compañía Teatro Icarón esta obra de Abel Prieto, Ministro de Cultura de Cuba

Autor:

Juventud Rebelde

Miriam Muñoz junto a parte del equipo. Foto: Pedro Díaz Dávila La novela El vuelo del gato, del narrador y actual ministro de Cultura, Abel Prieto, subirá a las tablas el próximo 19 de julio. La actriz y directora matancera Miriam Muñoz, líder de la compañía Teatro Icarón, pidió al joven dramaturgo Abel González Melo la escritura de un texto a partir del material narrativo. Bajo el auspicio del Consejo Provincial de las Artes Escénicas, el Teatro Sauto acogerá el estreno mundial de esta obra, concebida por su autor como una «nostalgia dramática».

Varios dramaturgos cubanos han realizado versiones de clásicos de nuestra literatura. Relevantes son los casos de Abelardo Estorino, quien asimismo dirigiera su exitosa Parece blanca basada en Cecilia Valdés, de Cirilo Villaverde, y Antón Arrufat que en Las tres partes del criollo teatraliza una novela de Carlos Loveira.

Con una fuerte carga filosófica que sostiene su extraordinaria fluencia narrativa, la obra de Abel Prieto, publicada por Letras Cubanas a finales de los 90, acaparó de inmediato el reconocimiento unánime de los lectores y mereció el Premio de la Crítica. El estudio de toda una generación, devenido análisis de una época y de una idiosincrasia, es el eje temático. Anclado en los años 90 del pasado siglo, el escritor emprende una revisión de las tres décadas anteriores a través de las vidas de sus protagonistas: Marco Aurelio el Pequeño y Freddy Mamoncillo. Dos concepciones del mundo, dos hombres muy diferentes destinados a unirse en un proyecto que es signo poético y emancipador. Aunque tal vez lo más atractivo de la novela sea el amplio espectro de lo cubano que expone, con humor, sagacidad y compromiso.

Autor de piezas que abordan la Cuba contemporánea con una visión polémica e intimista, González Melo ha visto estrenadas sus obras Chamaco y Por gusto en dos recientes montajes: uno de Argos Teatro bajo la dirección de Carlos Celdrán, y otro de Origami Teatro dirigido por Alexander Paján. El hábito y la virtud, título de su adaptación de El vuelo..., obtuvo en 2005 el Premio Calendario y fue publicada por la Casa Editora Abril al año siguiente. Sobre el proceso creativo el autor ha comentado: «Respeté las esencias del original, ajustando los caracteres y las situaciones para que la ficción escénica posea vida propia. Los conflictos del triángulo principal de personajes me son tan cercanos, me parecen tan lúcidos y contemporáneos sus modelos de comportamiento y sus criterios sobre la existencia, la amistad y el amor, que he jugado más con la estructura, atomizando el orden de los sucesos para crear una fábula que siempre sorprenda desde lo insólito y lo transfigurado».

La experimentada Miriam Muñoz ha ideado un espectáculo que hace de la memoria su centro de acción. «Es un montaje largamente añorado. Se trata de una especie de novela-monumento donde está contenido todo nuestro sentir, todo lo que somos los cubanos. Esta historia, para mi generación y para mí, significa una toma de partido, un ajuste de cuentas, un replanteo obligado de nuestra condición de seres humanos que hemos tenido el privilegio de nacer en esta Isla. También es fundamental por nuestros hijos, por nuestro deber hacia ellos, por valorar el legado que les dejamos».

El maestro Rolando Estévez, como es ya costumbre en el estilo del grupo, tiene a su cargo el diseño escénico integral. Las distintas locaciones mutan gracias al sistema de dados que, casi fundidos con los cuerpos de los intérpretes, dibujan ángulos múltiples de la ciudad. Para el vestuario prefirió las tonalidades claras, donde el blanco prevalece en un gesto plástico de evidente valor poético.

Una banda sonora que acude a la superposición de referentes musicales ha sido compuesta por Harold Bermúdez, según sugerencias de la directora. Hito importante aquí son Los Beatles, elemento obligado desde la fuente literaria, con temas puntuales que se entremezclan. Confluyen asimismo sonoridades clásicas de nuestra tradición que articulan las coordenadas espacio-temporales de la fábula.

Los universos antagónicos de Freddy (Iriám Olivares, Pedro Franco) y Marco Aurelio (Aniel Horta, Herlys Sanabria) son defendidos por actores muy jóvenes, en su mayoría egresados de la Escuela Nacional de Arte. También es el caso de Liudmila de los Santos y de Lucre Estévez Muñoz. En el rol de Amarilis, esta segunda actriz funciona como columna vertebral de la relación amorosa protagónica. Para ellos es un reto compartir escena con un elenco de vasta trayectoria artística: Mayda Seguí, Mercedes Fernández, René Money, Gilberto Subiaurt, William Quintana, Javier Mederos y la propia Miriam Muñoz. La puesta cuenta con la asesoría de Carlos Tejedor.

Matanzas se ha caracterizado en los últimos años por descollar en los terrenos del teatro de títeres (Papalote, Las Estaciones) y el callejero (Mirón Cubano), con destacados eventos. La aventura que ahora propone Icarón, celebrando sus cinco años de fructífera labor, desea devolver a la ciudad de Milanés el diálogo con la realidad, mediante los presupuestos del teatro para adultos. A espectáculos anteriores de la compañía —Edith, La ventana tejida, Flores de papel, Espantapájaros—, se suma hoy la empresa que desde hace varios meses ocupa al equipo creador. Al legendario Sauto subirá El vuelo del gato, como eco de una tradición inscrita en las tablas de este escenario, de los artistas y de la nación toda.

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