Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Cuba fue una lección de vida

Ignacio Huang habla con JR acerca de la original historia que protagonizó en el filme argentino Un cuento chino, estrenado este miércoles en la televisión cubana

 

Autor:

Isairis Sosa Hernández

En la noche de este miércoles el público cubano disfrutó en el espacio De nuestra América, del canal Cubavisión, de la película argentina Un cuento chino, dirigida por Sebastián Borenstein y protagonizada por Ricardo Darín e Ignacio Huang.

La cinta, galardonada en festivales de cine de Italia y Alemania, y merecedora del Premio Goya a la Mejor Película Iberoamericana, fue elegida en diciembre de 2011 para descorrer las cortinas de la 33 edición del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, donde también se alzó con una Mención Especial del Jurado.

En esa ocasión, tuvimos la oportunidad de conocer por azar a Ignacio Huang, quien gentilmente accedió a conversar con JR acerca de la original historia que protagonizó, la experiencia de visitar Cuba por primera vez, y la huella que dejó en él la gente de este chispazo de tierra en el mar.

¿Cuán difícil fue interpretar a un personaje como Jun, que habla tan poco —casi nada— en la película?

-Pues la dificultad no es está precisamente en el hecho de tener poco texto. Si un actor no puede hablar, puede usar otros medios para expresarse, ya sean miradas, gestos… Lo difícil estuvo precisamente en que yo entendía todo lo que me decían, pero tenía que actuar como si no comprendiera absolutamente nada. Y eso fue difícil. Tuve que concentrarme al máximo, y suponer que todo lo que escuchaba era una especie de ruido. Eso fue un desafío, pero tuve un muy buen director que me dio todo el tiempo necesario para las escenas dramáticas.

-¿Y cómo fue ese binomio con Ricardo Darín?

-Primero que todo, quiero aclarar que la personalidad de Ricardo no tiene nada que ver con el personaje de Roberto, tan huraño y enojado siempre. Ricardo es totalmente lo contrario, y le gusta hacer muchas bromas. Ricardo fue un excelente compañero, me enseñó secretos, técnicas. Nunca se pone en pose de estrella. Yo lo sentí como un hermano. Sentí que no estaba con Darín, el actor famoso, sino con Ricardo, el amigo.

-Una curiosidad, ¿había algo en común entre Ignacio Huang y Jun?

-Jun tiene que ver conmigo, pues yo soy diseñador gráfico y mi personaje es un dibujante. Entonces yo sé lo que es ser un artista que dibuja, que expresa sus sentimientos a través de trazos. Un artista es muy sensible, y capta y observa muchísimas cosas. Ese es uno de los rasgos que tenía en común con mi personaje. Pero también me unía con Jun el haber perdido a un ser querido de una manera tonta y absurda. Jun pierde a su novia de toda la vida en la primera escena, cuando la vaca cayó del cielo justamente encima de ella. Es una situación muy graciosa para el público, pero para el personaje es muy dramático, traumático más bien, que caiga algo del cielo justamente encima de la persona que más amas.

«Yo también perdí a mi madre tres años atrás por una situación parecida. Mi mamá era diabética y se hizo una pequeña operación de corona de dientes, se infectó y se murió en tres días. Yo podía comprender el dolor de Jun al perder a un ser querido de una manera tonta. Yo sé lo que es eso; y te queda una bronca hacia la vida… Ese es el punto donde me conecto con Jun, donde me conmueve su historia, y como me conmueve a mí, puedo conmover al público.»

-Particularmente, a mí me conmovió mucho la mirada de Jun…

-Esa era la idea, porque si yo no hubiera tenido expresividad en mi rostro, corría el riesgo de convertirme en un objeto. Tranquilamente se hubiera podido seguir filmando la película porque el protagonista era Ricardo Darín, pero yo me dije cuando comenzó la filmación de la película: “Esta es la oportunidad de mi vida. Si yo la desaprovecho, o si estuviera desatento a alguna escena, estaría perdiendo una oportunidad única en mi vida”

«Si me quedó bien, fue todo lo que yo pude hacer. Y si hice mal, también; porque en esos dos meses de filmación di todo de mí. Desde mucho antes ya creía que era Jun, pensaba como Jun, dormía como Jun, vivía como Jun; prácticamente me convertí en Jun. Cuando terminó el rodaje de la película, me tomó un tiempo desprenderme del personaje, hasta que poco a poco volví a encontrar a Ignacio. Pero quedó en mi memoria y me emociono siempre que vuelvo a ver la película».

-¿El éxito del filme a nivel internacional ha impresionado al equipo o esperaban tales resultados?

-Por una parte sabíamos que por el solo hecho de ser una cinta en la que actúa Ricardo Darín, una buena parte del público iría a verla fuese lo que fuese, y por lo tanto teníamos garantizado con eso un mínimo de éxito. Pero para el propio Darín, la película sería algo nuevo porque él venía haciendo filmes muy trágicos, como El secreto de sus ojos; entonces Un cuento chino sería la comedia de Darín después de diez años. Así que ni siquiera Ricardo sabía a ciencia cierta cómo iba a reaccionar el público.

«Cuando se estrenó en Argentina, nos estuvo sorprendiendo semana tras semana, hasta que estuvo cinco meses en cartel. Es la película más vista en Argentina en los últimos tiempos después de El secreto de sus ojos. En ese sentido fue una sorpresa muy grata para todos nosotros».

-El día de la inauguración del Festival de La Habana tuviste la posibilidad de presentar la película. ¿Que te pareció la reacción del público cubano?

-Cuando nos dijeron que La Habana había elegido Un cuento chino para inaugurar el festival yo dije: "¡No puedo creerlo, eso ya es un premio!". Y los días que estuve en Cuba el público me trató como a una súper estrella, me trataron como a un rey, y me ofrecieron lo máximo que un artista puede recibir: el reconocimiento y el aplauso de su público. Lo que yo viví en Cuba no lo viví antes en Argentina. Esto me demostró que valió la pena esos dos meses que yo viví, lloré y sufrí como Jun, porque pensé: “¡mira hasta dónde me llevó esta película, mira lo que encontré en Cuba!".

«Mi primera visita a este país fue una experiencia increíble. Cuba es un país diferente del mundo. Yo vi en la calle la dignidad del cubano, su lucha, su voluntad. Cuba es el único lugar que está fuera de contaminación de capitalismo, de consumismo; que insiste en el consumo sí, pero de la cultura. No es el país más rico de América Latina, pero sí el más voluntarioso; aunque Cuba sí tiene muchas riquezas: es rica culturalmente. Y yo dudo que pueda encontrar en el mundo entero un público como el cubano, porque es único».

-¿Te podremos ver otra vez en futuras propuestas cinematográficas?

Mi próxima película se llama Balneario La salada, y es de un director de origen chino pero nacionalizado en Argentina. Él escribió un guión que ganó el premio ópera prima de Argentina. La cinta trata sobre inmigrantes chinos, bolivianos —que son los más recientes en Argentina—, y las dificultades que encuentran para insertarse en la sociedad argentina. Yo creo que va a ser una buena película porque también tiene ese toque sarcástico de Un cuento chino. Una tragicomedia, tan real como la vida misma; pero de todos modos, yo estoy atento a que me ofrezcan otras propuestas. Me encantaría, por ejemplo, que un director cubano me invitara a filmar una película en Cuba. ¡Estoy plenamente dispuesto y disponible!

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