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¿En la Tierra no hay quien viva?

Los 100 (The 100) una de las series que estrenara en 2014 The CW, y que constituye una de las propuestas de Multivisión, cuenta ya con cinco temporadas y tanto los espectadores como los críticos han reconocido que la habían infravalorado

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Suele ser muy difícil la convivencia, incluso hasta cuando hay amor por el medio. Con frecuencia ese lugar común de coexistencia se transforma en un interminable campo de batalla, como le sucede a una Tierra devastada como consecuencia de una guerra nuclear, que un siglo después del apocalipsis se convierte en el único posible destino de una reducida parte de la humanidad. Esta se había puesto a salvo en un grupo de naves en el espacio, que consiguieron fusionarse en una gran base internacional nombrada El Arca.

Lo anterior es el punto de partida de Los 100 (The 100), entre las series que estrenara en 2014 The CW, y que constituye una de las propuestas de Multivisión. Creada por Jason Rothenberg, quien tomó la idea de la novela homónima escrita por Kass Morgan (la cadena obtuvo los derechos antes de que el libro se editara), Los 100 arranca cuando ya no son 400 personas de diversos países las que habitan El Arca, sino que la población se ha multiplicado casi en 4 000, y ya la «casa» no aguanta más.

Llegado tan trágico momento, regresar a la Tierra es la esperanza que les queda. Así lo consideran el consejo y canciller de El Arca, los cuales deciden utilizar como conejillos de India a cien jóvenes considerados delincuentes para comprobar si el planeta azul ha vuelto a ser habitable. Ellos ni siquiera imaginan que, para empezar, además de las nieblas tóxicas y mutaciones que ha provocado la radiación, también hallarán ciertas tribus que de alguna forma sobrevivieron al cataclismo y, para colmo, no quieren saber nada de los skycru, como llaman a los «caídos» del espacio.

Con tal argumento, desarrollado en un mundo apocalíptico tan de moda lo mismo en este tipo de producto televisivo que en el cine, salió al aire el capítulo piloto de The 100, lo que puso en guardia a un número importante de seriéfilos, quienes ya veían con suspicacia que la serie trajera la firma de The CW.

¿Por qué tanta ojeriza del gran público con el canal juvenil de la Warner Bros.? Porque desde que se inaugurara dicha cadena su programación ha estado dirigida principalmente a adolescentes, con énfasis en no pocos shows de fantasía y ciencia ficción. Para el auditorio ello significa que de inmediato los personajes serán interpretados por chicos y chicas superbellos, de cuerpos esculpidos en el gimnasio, mientras que sus rebeldes hormonas regirán los caminos que tomará la historia (algo así como una especie de culebrón juvenil).

Sin embargo, con el paso de las temporadas (ha logrado llegar a cinco), los espectadores y la crítica han reconocido que habían infravalorado por su temática a Los 100, pues en verdad no se trata de un guilty pleasure, de esos productos que son un bodrio, desechables, sino que puede llegar a sorprender, justo por alejarse de todo aquello que al inicio aparentaban.

Con cierto aire que lo acercan a Lost (Perdidos), pero también a Battlestar Galactica y Firefly, y por momentos a películas como El señor de las moscas y Avatar, este dramatizado, aunque da vida a algunas de sus tramas en El Arca, tiene el hilo fundamental de la historia en la Tierra, en su pasado, su presente y en su posible futuro, mientras que sus protagonistas están más centrados en sobrevivir en medio de un entorno hostil y peligroso, que en los problemas propios de su edad.

Sin dudas, uno de los logros de Los 100 es que sus guionistas han diseñado personajes que escapan constantemente de los arquetipos que se esperaban de ellos. Una y otra vez estos deberán tomar decisiones que son cuestionables moralmente. Así, a medida que avanza la serie, los protagonistas ganan en complejidad sicológica, con lo cual Los 100 se va tornando suficientemente interesante como para que mantengamos la curiosidad de querer saber hasta dónde nos llevarán sus capítulos, en los que no escasean la acción, el misterio, las aventuras... y donde abundan, claro está, las relaciones amorosas y los dramas que ellas conllevan, porque no se puede perder de vista que de todos modos hay un público meta al que satisfacer.

A favor de esta serie también habla el hecho de que los efectos especiales, que aquí juegan un papel importante, han sido realizados de manera satisfactoria tanto en los paisajes espaciales como en los terrestres.

Con escasos actores reconocidos como Isaiah Washington (Anatomía de Grey), quien asume el rol del canciller supremo Jaha; Henry Ian Cusick (Lost), en el papel de Kane, segundo al mando en El Arca; y como Paige Turco (Person of interest) vistiendo a Abigail «Abby» Griffin, el elenco está integrado principalmente por rostros nuevos. Lo encabeza Eliza Taylor que viste a Clarke: luchadora infatigable, extremadamente inteligente, audaz y, para hacerla más «provocativa», bisexual.

Como en The 100 a los guionistas no les tiembla el pulso a la hora de eliminar personajes si la trama lo requiere —aunque sean importantes—, al menos al principio (no quiero adelantar demasiado de la trama) acompañaron a esta bella muchacha otros jóvenes histriones como Bob Morley (Bellamy), Thomas McDonell (Finn) y Marie Avgeropoulos (Octavia), quienes representan con credibilidad sus respectivos roles. Entre todos sobresale la carismática Eliza, quien se empeña en otorgarle diversos matices que logran que su Clarke se «conecte» con la audiencia.

No menos interesantes resultan los caracteres que consiguen Lindsey Morgan con su Raven (no dejo de extrañarme cómo la han mantenido luchando con una discapacidad permanente, aguantándose de curarla «milagrosamente» como suelen disponer en este tipo de series), y el dúo que forman Richard Harmon (Murphy) y Luisa D’Oliveira (Emori), o la ya mencionada Marie Avgeropoulos con su Octavia. Todos personajes que evolucionan de forma admirable con el paso de la serie, al tiempo que atrapan por la intensidad emocional de sus vivencias.

De esta serie llama también poderosamente la atención el modo como muestra una sociedad que pudiera constituirse en ejemplo en cuanto a la diversidad e igualdad que refleja. Lo mejor es que no hace subrayados, no se verbaliza el asunto, tampoco se le da importancia a que un personaje sea de un modo o de otro. Simplemente se nos presentan lo más naturales posibles al punto de que nadie se los cuestiona sean mujer, hombre, negro, asiático, gay, bisexual, lesbiana... Ah, eso sí: son bien humanos, colmados de contradicciones.

The 100 posee un ritmo trepidante con sus temporadas de pocos capítulos que la obliga a condensar los temas y tramas mediante los cuales nos dibujan un mundo gobernado por la política, la diplomacia y la guerra. Jason Rothenberg, su showrunner, ha sido capaz de acudir a varios géneros que explota de manera equilibrada para que permanezcamos entretenidos con un producto bien hecho.

...Pero popular

La CW es una cadena nacional estadounidense que nació de la fusión de Warner Bros. y United Paramount Network. Las edades de su audiencia oscilan entre los 18 y los 34 años. Y aunque muchos la miren con suspicacia por considerarla demasiado light, lo cierto es que ha entregado éxitos como The Vampire Diaries —su serie insignia que despidió recientemente—, Supernatural (que anda por su decimotercera temporada), Flash y Arrow.

Boicot

La tercera temporada causó un gran revuelo en las redes sociales, a partir de la muerte de Lexa (Alycia Debnam-Carey), la líder de los terrícolas nombrados como Grounders. ¿Qué ocurrió? Un sector del público integrado por espectadoras lesbianas se sintió burlado por Jason Rothenberg, quien prometió que en The 100 no pasaría lo que muchos califican como Dead Lesbian Syndrome. Por eso una parte del movimiento LGTB en EE. UU. se enfureció y boicoteó la serie y a su creador, quien perdió de un golpe 15 000 seguidores en su cuenta de Twitter.

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