Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Festival de sorpresas y estremecimientos

Autor:

Joel del Río

De los primeros días del Festival, dejamos aquí constancia agradecida de varios asombros y conmociones, puesto que en solo unas horas el evento nos compulsa al regreso a las pocas salas oscuras que nos quedan, donde se programan, durante dos semanas aproximadamente, algunas de las mejores producciones latinoamericanas y del mundo entero. Sin perder demasiado espacio en preámbulos, se impone enumerar méritos y recomendaciones.

Daniela Vega merece las ovaciones del universo por su actuación en la multipremiada producción chilena Una mujer fantástica, sobre una transexual que padece todas las desgracias de la humillación luego del deceso de su pareja, un hombre mayor cuya familia parece tan imbuida por el machismo fanático que ni siquiera se percata de sus atrocidades. El director Sebastián Lelio se vale de una cinematografía experta para enunciar, mediante una puesta en escena que convierte objetos, espacios y situaciones en símbolos, los apremios y perseverancias de la protagonista, y las hipocresías e intransigencias del conservadurismo siempre dispuesto a censurar, discriminar o lesionar lo que no conoce.

El argumento de Las hijas de Abril gira también en torno a un personaje interpretado con magistral contención por la actriz española Emma Suárez, quien se arriesgó a transferir al espectador la deconstrucción del mito alrededor de la madre-santa, tan caro al melodrama clásico mexicano. Más cercano al registro del thriller sicológico, sobre todo en su segunda mitad, cuando la trama se entreteje acerca de temas como la posesividad y la envidia, llevadas a extremos sicopáticos, el filme de Michel Franco está diestramente relatado, salvo algunas situaciones extremas e increíbles, que afectan la credibilidad del auditorio, e incluso llegan al punto de oscurecer la inquietante reflexión sobre la implacable competitividad de algunas mujeres.

La tercera de las grandes actuaciones femeninas vistas en el Festival durante estos primeros días corresponde a Sofía Gala Castiglione en el papel de una joven prostituta en Alanis, quinto largometraje de ficción dirigido por Anahí Berneri (Un año sin amor). Como todos los grandes comunicadores, la realizadora está provista de enormes raciones de  humanidad, y muy escaso esquematismo, para seguir la huella, durante tres jornadas, de esta madre soltera, víctima de la ambigüedad legal respecto a quienes ejercen el trabajo más viejo del planeta, en el entorno marginal de Buenos Aires. Como en otros filmes de Berneri se abordan con sutileza y realismo los temas de género, mientras que en términos visuales se concilian técnicas documentales de apropiación de la realidad con un trabajo muy cuidadoso de composición y actuación.

El notable desempeño de los actores Tomás Cao y Héctor Noa, en conjunción con visualidad «futurista», y la relectura semifarsesca de los tiempos del período especial, constituyen atractivos indudables de la cubana Sergio & Sergéi, tercer filme de ficción del perspicaz y siempre sugerente Ernesto Daranas (Los dioses rotos, Conducta). Erigida sobre la base temática de celebrar la amistad y la honestidad como valores que trascienden extremismos oportunistas e intereses coyunturales, la película reitera ciertas obviedades y excesos caricaturescos que le restan gracia al conjunto, y agilidad al ritmo narrativo, pero igual estamos en presencia de una obra estimable, que probablemente consiga entusiasmar al público por sus disímiles virtudes, entre las cuales se cuenta la capacidad de esta coproducción entre Cuba y Estados Unidos para apuntar y vitorear el reciente acercamiento (por desgracia interrumpido) entre las dos orillas.

Los cuatro filmes antes mencionados compiten por los máximos premios Coral en cuanto a largometrajes latinoamericanos de ficción, pero quisimos referir también las cualidades de varias óperas primas merecedoras de premios.

Un profesor de ajedrez, un relojero y un homeópata protagonizan la colombiana La defensa del dragón (Natalia Santa), distanciada años luz de la violencia y el narcotráfico, y más bien interesada en rendir nostálgico homenaje a ciertos estilos de vida, amenazados de extinción, en barrios de Bogotá. Optimista, y con valiosos momentos de humor, la película opta por un estilo fotográfico acertadamente evocador y contemplativo, para así sondear la intimidad no solo de sus personajes, sino de los singulares espacios donde transcurren, sin demasiados sobresaltos, estas tres sosegadas existencias.

Apenas localizado en algún tiempo o espacio concreto, Las dos Irenes (Fabio Meira) cuenta la historia de una adolescente quien descubre un día que su padre tiene otra familia, y otra hija de su misma edad, llamada Irene, igual que ella. A diferencia del filme colombiano antes aludido, este se acerca en términos negativos y desencantados a un espacio femenino, filial, caracterizado por la rutina y el silencio, por más que predominen los tonos pastel y los rosados, mientras ambas muchachas, con el mismo nombre, intentan construir su identidad personal en medio de iniciáticos hallazgos cuyo alcance deberá ser juzgado por el espectador.

Otra descomunal interpretación femenina nos regala la actriz chilena Paulina García (reconocida mundialmente por la cálida Gloria) en la cinta argentina La novia del desierto, debut del tándem integrado por Valeria Pivato y María Cecilia Atán, interesadas ambas en profundizar en los paisajes de una nación, mediante la road movie, mientras penetra en la intimidad, más bien en el universo de los deseos insatisfechos de una mujer cincuentona, que pierde su bolso en un viaje al interior en busca de una nueva colocación como doméstica. El tono sintoniza con la tradición de magistrales comedias dramáticas como Historias mínimas o Las Acacias, aunque Pivato y Atán recreen, convincentemente, la posibilidad de las segundas y terceras oportunidades para esta mujer sacada de su zona de confort, y precisada a tomar grandes decisiones.

Daniela Vega, protagonista de Una mujer fantástica.

Y si estamos insinuando la necesidad de optimismo y segundas oportunidades en un mundo sacudido por las peores noticias, más vale comenzar a escribir sobre el Panorama Contemporáneo Internacional a partir de la finlandesa El otro lado de la esperanza, dirigida por el maestro Aki Kaurismaki, quien maneja aquí un 50 por ciento de neorrealismo acre, sobre la situación de los refugiados sirios en los países nórdicos, y otro tanto de cuento de hadas respecto a la sobrevivencia de la compasión y la generosidad entre un grupo de humildes trabajadores gastronómicos. Al final, resulta una experiencia simpática y fantasiosa, afincada en la sencillez que suele caracterizar a ciertas obras maestras.

En las antípodas de Kaurismaki, por lo irónico y desencantado se sitúa Michael Haneke con su  obra Happy End, en la cual Isabelle Huppert y Jean-Louis Trintignant repiten los papeles de padre e hija que interpretaron en Amour, del mismo director. Muy diversas son ambas cintas, pues la más reciente adopta un tono coral, menos trágico y de cáustica denuncia de ciertos vicios burgueses, pues al fin y al cabo se trata del mismo autor de Funny Games, La pianista y Caché, por mucho que adopte, en su filme más reciente, un tono prosaico y distendido, cercano al humor negro y el sarcasmo. Tres generaciones de una familia aparecen marcadas por la disfuncionalidad, desde el patriarca senil hasta la nieta obnubilada con el poder maligno de las redes sociales, pasando por la hija, empresaria calculadora y sórdida. Por supuesto que Haneke se repite, pero a quién le importa cuando se trata de alguien que sigue ganándose, de sobra, el derecho a la redundancia.

Y quienes prefieran el detallismo pausado del cine británico de época, tienen en la programación de esta cita cinéfila la soberbia Lady Macbeth, con el contundente y sutil desempeño de Florence Pugh en el papel principal de esta adaptación a la campiña inglesa de un cuento ruso decimonónico, escrito por Nikolai Leskov, e inspirado en la tragedia de Shakespeare sobre ambición y felonía. El cineasta William Oldroyd y la guionista Alice Birch subvierten el controvertido personaje de la esposa culpable y remordida, y la convierten en una mujer capaz de trascender toda consideración moral con tal de abandonar el estatus de víctima, y conquistar su placer y empoderamiento. Cine para pensar y considerar, para sorprendernos y hasta intranquilizarnos.

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