Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Las muchachitas

Desde mi más temprana infancia, mi vida se desarrolló en un hogar donde términos como Federación, federadas, cotización, bloque de la FMC, reunión, fiesta de las mujeres… 

Autor:

JAPE

Hace apenas unas horas culminó el 10mo. Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas, bien conocida por sus siglas FMC, y algunas de las actividades que se desarrollaron en el evento, sobre todo en las que se rindió homenaje a las más veteranas de esta organización, me han traído gratos y entrañables recuerdos.

Desde mi más temprana infancia, mi vida se desarrolló en un hogar donde términos como Federación, federadas, cotización, bloque de la FMC, reunión, fiesta de las mujeres… eran cotidianos. Mi casa era el punto de partida donde se preparaba toda la parafernalia (desde croquetas y ensaladas, hasta diplomas y certificados) de las actividades y jolgorios (cuando ambas cosas existían) del CDR y de la Federación de la cuadra.

Mi madre fungió muchos años como secretaria y organizadora de la FMC a todos los niveles (cuadra, bloque, municipio…) y aunque ya nadie lo recuerda (supongo que porque han cambiado las activistas), yo sí conservo en mi memoria el rostro y el nombre de muchas de sus compañeras de incansable acción como federadas. Perdurables anécdotas vividas, y que forman parte sin dudas de la rica historia de esta organización.

Mi hija se hizo parte de este gremio desde muy temprana edad. Seguía a su abuela en todos los llamados. Cuando apenas pudo concatenar cuatro notas claras en el saxofón, mi madre le programó un concierto. Ella estaba muy contenta porque por vez primera tendría público fuera del cerrado entorno familiar. Su abuela anunció a todos que Daniela iba a tocar en el balance de las muchachitas.

Pensé que se trataba de alguna fiesta escolar, pues mi madre también se destacaba como colaboradora de la escuela en la que todos los muchachos del barrio (incluidos mis hermanos y yo) habíamos cursado la Primaria. Llegó el día indicado y por curiosidad me acerqué al lugar en que mi hija realizaba su primer concierto. Allí estaba ella, aferrada a su saxo, regalando notas, cual si fuera César López. Anonadado con su ejecución estaba su primer respetable público: un quórum de mujeres, cuya mayoría ostentaba más de medio siglo de edad. Eran las muchachitas de la FMC, a las que se les rendía homenaje. Al principio sonreí, luego sentí orgullo por mi hija y por esas mujeres.

Años después, cuando ya mi hija estaba graduada y pertenecía a un grupo profesional, participó en una gala de la CTC junto a otras agrupaciones. Yo me encontraba en bambalinas conversando con Arnaldo (el del Talismán) sobre un proyecto de televisión con Pagola La Paga, y se nos acercó una notable y reconocida dirigente sindical (cuyo nombre me reservaré) y nos pidió muy gentilmente que nos hiciéramos una foto con las muchachitas. Por supuesto que la estrella era Arnaldo, quien, con mucha amabilidad, accedió al pedido. Inmediatamente, de entre las cortinas, se nos acercó un grupo de abuelitas muy risueñas y emperifolladas, que hicieron la delicia de una inolvidable foto.

Los años han seguido pasando y actualmente nuestro círculo de admiradoras (me refiero a Floro y a mí) disfrutan de esa bendición de la vida que es la llamada tercera edad. Por eso, quiero enviar mi más cariñosa felicitación a todas mis muchachitas, por el pasado Día Internacional de la Mujer, y la eterna Federación de Mujeres Cubanas.

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