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Después de Tokio 2021, me retiro

Su deporte ha navegado por aguas poco mediáticas y no es cosa de ahora. Sin embargo, él es uno de los mayores responsables de que el canotaje en Cuba no naufrague y de vez en cuando salte a la palestra

Autor:

Javier Rodríguez Perera

El día que decidan hacer un libro de entrevistas o algo parecido con los atletas cubanos con más resultados en certámenes internacionales de nivel en el siglo XXI, algunas de esas páginas deben incluir la carrera deportiva de Serguey Torres Madrigal. Hablamos de un hombre que no es ni pelotero, ni boxeador, ni luchador, ni voleibolista o cualquier otra de las disciplinas más populares en nuestro país, de esas que disfrutan no pocas horas en televisión.

Su deporte ha navegado por aguas poco mediáticas y no es cosa de ahora. Sin embargo, él es uno de los mayores responsables de que el canotaje en Cuba no naufrague y de vez en cuando salte a la palestra. Después de ser subcampeón y lograr bronce en campeonatos mundiales juveniles, la estela de grandes desempeños del yayabero en la categoría absoluta, como menos es impresionante, toda vez que entre la edición universal de Zagreb 2005 y la de Szeged 2019, reúne seis subtítulos y tres terceros lugares en diferentes modalidades.

Mantenerse más de una década en la élite mundial de un deporte en el que los países europeos dejan poco que buscar para el resto, ha sido uno de los méritos cardinales de Serguey, un tipo dado al diálogo, con facilidad de palabras, sincero y un soñador muy objetivo. Por eso asegura que de los Juegos Olímpicos de Tokio 2021 regresará con una presea, la que, por cierto, falta en la pared de su casa.

«Estoy muy seguro de que lograré una medalla en la capital japonesa, me siento muy bien físicamente. Además, en los últimos tres años mi compañero Fernando Dayán Jorge y yo hemos repetido el subtítulo mundial, te puedo decir que nuestro bote ha sido el más estable en el cuatrienio por estadísticas y resultados en el C2 a 1 000 metros. En todos los eventos que participamos fuimos oro y plata y en apenas una lid concluimos con un cuarto puesto, que fue de foto finish. Con toda seguridad la medalla del C2 llegará en Tokio», declaró el piragüista de 33 años.

Él ya tiene tomada una decisión para después de la magna cita, a pesar de que su forma deportiva actual y su desempeño en el ciclo olímpico motivan a cuestionarle dicha determinación. Asegura que dejará su vida como atleta, porque ha sido una trayectoria bastante larga que le ha permitido conseguir, además, cinco metales en Juegos Panamericanos, seis en lides regionales y más de 20 en Copas del Mundo, de ellas 13 áureos.

Explicó que también siente la necesidad de dedicarles tiempo a su familia y a otras cuestiones, pero no vacila en afirmar que continuará en su deporte como entrenador, pues «es algo que estará en mi vida para siempre, lo disfruto muchísimo».

Este año ha sido totalmente atípico para él y la gran mayoría de los deportistas, debido a la situación sanitaria global existente hace más de seis meses, la cual ha frustrado todo intento de consumar las preparaciones más adecuadas.

«Comenzamos 2020 con mucho optimismo por competir en los Juegos Olímpicos. En la primera parte de los entrenamientos, pese a mi edad, mejoré mis mejores tiempos en el C1 y Dayán también ha progresado mucho, lo constatamos en dos bases de preparación en Hanabanilla. Nos permitió subir los niveles de kilometraje gracias a las características de ese lago.

«Luego acudimos a realizar una base de entrenamiento de altura en México, un destino ideal para nosotros por las condiciones que tiene la pista donde entrenamos. Hice mi mejor marca en 2 000 metros, una distancia bien exigente, si a ello agregamos el déficit de oxígeno existente en la altura. Nuestra embarcación del C2 pudo cumplir cada uno de los parámetros establecidos para ese momento.

«Por las noticias nos informamos que las cosas iban empeorando poco a poco a causa de la COVID-19 y que México se agravaba. Después de 15 días allá, retornamos en dos grupos, llegué el 22 de marzo junto al médico y el masajista. Nos esperaba una ambulancia y nos trasladó para el Centro de Aislamiento de Jagüey Grande, donde permanecimos dos semanas», concluyó Torres, a quien le gustaría retirarse con el reconocimiento de su pueblo.

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