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Rusleidy sí sabe de pelota

Una profesión de encantos y sacrificios se apoderó de la vida de esta matancera, una entre las pocas mujeres especializadas en la Sabermetría en el béisbol

Autor:

Hugo García

MATANZAS.— Desde que comienza la Serie Nacional de Béisbol, Rusleidy Ferrer González anda con el equipo de los Cocodrilos, ya sea en el estadio Victoria de Girón o por todo el país.

«Es un sacrificio grande. Todos tenemos familias y las dejamos muchas semanas para jugar. Tengo un niño de cinco años, Hendris Manuel Casanova, que dice va a ser pelotero. Mi hermana me lo cuida en el municipio de Martí».

Rusleidy es una joven fuerte, de estatura mediana y casi siempre vestida de rojo. Nació en 1981. Durante los juegos o entrenamientos siempre está con su laptop en el banco. Es una cazadora de lanzamientos y estudiosa de las jugadas.

«La dirección del equipo le brinda importancia a todo lo relacionado con las estadísticas», afirma Rusleidy. Foto: Hugo García. 

«No soy seguidora de las otras ligas porque no tengo mucho tiempo. Cuando estoy en mi casa me tengo que poner al día con todo, me dedico por entero a mi niño y si necesito información la busco, pero eso no lo priorizo».

La Sabermetría es una tendencia novedosa en el estudio del juego de béisbol, la cual se fundamenta en una constante búsqueda para comprender cómo jugar mejor y más eficientemente este deporte.

Tal profesión llegó a su vida casualmente. Ella es Ingeniera Industrial y cursó esa especialidad buscando herrramientas para aportar al alto rendimiento en el béisbol.

Hace muchos años trabajó en la Comisión provincial de Béisbol como estadística en todas las categorías y fue también anotadora de las categorías infantiles: «Yo admiro a todos los jugadores de Matanzas, los considero unos guerreros. Todos son buenos peloteros.

«Siempre, desde niña, me ha gustado el béisbol. Hasta lo practiqué cuando participé en el primer Campeonato nacional femenino de Béisbol que se realizó en el estadio Changa Mederos, de La Habana. Matanzas participó con un equipo conformado en su mayoría por jóvenes de la Ciénaga de Zapata.

«He jugado la receptoría y tercera base fundamentalmente, pero en si jugábamos cualquier base porque en los equipos femeninos hay que jugar donde haga falta. Eso me ha ayudado a la hora de estudiar las jugadas, llevar la anotación de los juegos y las estadísticas».

—¿Cuál es el encanto de la pelota?

—Todo. Me llama más la atención el área de picheo, porque tienes que pensar de qué forma vas a dominar a un bateador extremadamente bueno; en cuestión de segundos tienes que decidir qué le vas a lanzar, en qué zona, para poder dominarlo. Por eso el picheo es lo que más me gusta.

—¿Dicen que lo más difícil es batear?

—Todo en la pelota es difícil. Batear lo es, pero lo es igual fildear. Sin embargo, para mí el picheo es lo que demanda más concentración, habilidad mental y esfuerzo.

—¿Cuánto de tu especialidad y consejos hay en las victorias de Matanzas?

—En la Serie Nacional pasada empecé a trabajar como sabermétrica de los Cocodrilos de Matanzas. Siempre influye algo, hay un poquitico de cada cual en las victorias porque todo se suma para la gran victoria. Los entrenadores se auxilian mucho de las estadísticas, las que le arrojan un gran por ciento de conocimiento sobre lo que se debe hacer o no, y cómo está el equipo contrario.

¿En qué consiste tu trabajo?

—La verdad es que no me puedo perder ninguna jugada, porque al final tengo que hacer un resumen de cómo se comportó cada jugador en cada turno al bate, ante cada lanzamiento individualmente.

«A la hora de confeccionar la alineación tienes que ver cómo ese jugador se desempeñó en el juego anterior, y a la hora de la reunión de todo el colectivo técnico, encabezado por el director, tienes que ofrecer esa información. Hay que llevar las estadísticas del equipo y del contrario que vas a enfrentar, conocer los números y ver el comportamiento de cada juego, y eso está reflejado estadísticamente.

«Yo puedo ver que estás bien, pero tengo que estudiar cómo ha sido tu desempeño frente a zurdos y derechos, por ejemplo, o a la hora de relevar».

—¿Confían en tu gestión e información?

—Sí, mucho. Y la dirección del equipo le brinda importancia a todo lo relacionado con las estadísticas. Todas las noches nos reunimos y siempre se analizan. A partir de esa información, más todas las valoraciones de los entrenadores, se conforma la alineación. Es un equipo, todos ponemos un granito.

—¿A simple vista puedes llevar cada lanzamiento?

—No te puedes perder una jugada ni un lanzamiento. Llevo en una planilla los tipos de lanzamientos. No te puedo afirmar que los domino todos. Cuando tengo dudas le pregunto al entrenador de picheo, Jesús Salgado. Además, desde el ángulo en que estamos en el banco no vemos bien donde cayó la bola. Hay mucha dificultad con la wifi en todos los estadios para seguir un juego por la televisión en la laptop. Les pudiera enseñar los videos a los jugadores para que hicieran sus ajustes, pero la tecnología no nos acompaña.

—¿Qué peloteros te impresionan más?

—Bárbaro Erisbel Arruebarrena y Yadil Mujica. Como lanzador, Lázaro Blanco, que es un señor pícher.

—Blanco fue el abridor del primer juego. ¿Lo has estudiado?

—Lo estoy mirando y estudiando. Me enfoco viendo muchos partidos de pelota, estudio al contrario en la zona caliente de bateo, me enfoco bien, y me auxilio del lanzador experimentado Jonder Martínez, que me ayuda mucho en el dominio del repertorio de los lanzamientos, conozco bien la slider, la curva o la recta, pero hay otros que no tengo dominio. Cada vez que convoco a Jonder a mirar los videos enseguida participa y se lo agradezco mucho.

«Blanco es un gran lanzador, pero nada, los muchachos tienen que salir a jugar con alegría».

—¿Ves pareja la final?

—Dos equipos parejos, con la diferencia de que Granma pasó más días sin jugar. La veo muy reñida, aunque doy como favorito a Matanzas. De hecho, soy matancera, pero hay que jugar bien a la pelota, porque son dos equipos grandes que saben jugar la final, con excelentes directores, con peloteros buenísimos. Me reservo mi pronóstico. El terreno dirá la última palabra.

—¿Diferencia entre la serie pasada y esta?

—Esta serie ha sido diferente por el tema de la COVID-19. El picheo no lo he visto tan malo, lo que pasa es que se juega con una pelota que bota bien. La defensa no ha estado bien en general en el país.

—¿Cuánto sufriste las dos derrotas contra Las Tunas?

—No te imaginas. Matanzas es un equipo grande que ha sabido sobreponerse a cualquier dificultad y eso fue un tropiezo más en el camino. Solo teníamos que trabajar en corregir y levantarnos.

«La primera vitoria era la más importante. Fueron cuatro rompecorazones seguidos. Me parecía que jugábamos la final con Las Tunas. Los cuatro tuvieron sus encantos, duros de principio a fin. Había mucho aire, por eso no hubo más jonrones».

—¿Cómo es tu relación con Armando Ferrer?

—Soy su sobrina, pero eso no determina en la disciplina y la exigencia. Siempre consulta los números, me pregunta cuánto batean los jugadores, cómo está frente a zurdo o derecho, cómo está el promedio de carreras limpias y de bases por bolas de tal lanzador… eso es constante.

«Ferrer se auxilia mucho de las estadísticas. De hecho, el colectivo entero de dirección estudia las estadísticas. Eso arroja un por ciento elevado de cómo debe estar el atleta. Todas nuestras opiniones son escuchadas. Esto es un colectivo que se ha convertido en una familia. Hasta que todos no llegamos a un acuerdo, no se adopta ninguna decisión».

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