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Reitera Cepal el llamado a más articulación frente a la COVID-19

«Tenemos que insistir para que el sistema multilateral funcione», afirmó su titular, Alicia Bárcena

Autor:

Redacción Internacional

SANTIAGO, agosto 4.— Los países de América Latina y el Caribe deben fortalecer sus capacidades para desarrollar y producir sus propias vacunas contra el coronavirus, tal como lo están demostrando Argentina, Cuba, Brasil y México, afirmó la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena, durante un seminario virtual.

En el encuentro, convocado por la Unesco para debatir acerca de los desafíos, necesidades y oportunidades de la vacunación frente al Sars-Cov-2, la titular reiteró que la región requiere de mayor articulación entre sus países para ponerle fin a la pandemia.

Argentina, México y Brasil tienen —indistintamente— las licencias de patentes de la rusa Sputnik V,   la china CoronaVac de Sinovac, y el principio activo de la sueco-británica AstraZeneca; mientras Cuba dispone de sus propias vacunas Abdala, Soberana01, Soberana02 y Plus, y Mambisa.

Bárcena apuntó que «Hay una urgencia de contar con un enfoque regional. América Latina y el Caribe tienen capacidades, produce medicamentos genéricos con gran eficacia. El problema es que el desarrollo tecnológico de nuestra región se ha estancado. Hay ausencia de una base empresarial tecnológica que frustra el escalamiento productivo que sí se observa en países desarrollados», acotó.

Según Bárcena, la Cepal se está avanzado en cinco líneas de acción para la producción de vacunas: un mecanismo regional de compra de vacunas, creación de consorcios, plataformas de ensayos clínicos, acceso a la propiedad intelectual, y un inventario de capacidades regionales.

En opinión de la titular de la Cepal, la región debe «garantizar el acceso equitativo a vacunas y resaltar la importancia de la solidaridad global. Tenemos que insistir para que el sistema multilateral funcione. Países con excedentes, como Estados Unidos y Canadá, deberían priorizar por el hemisferio», añadió Bárcena, a pesar de que la realidad muestra una desconexión regional y con un interés marcadamente económico y no solidario, puntualizó Telesur.

Pero los raseros injustos hacia el problema siguen prevaleciendo en el orbe. Según informó el FMI, su Junta de Gobernadores aprobó el lunes la asignación de 650 000 millones de dólares para «impulsar la liquidez a nivel global» y «promover la resiliencia y estabilidad de la economía mundial», que procura sobreponerse a la crisis generada por la COVID-19.

En un comunicado publicado en su sitio web, el FMI precisó que la emisión de esos fondos en calidad de Derechos Especiales de Giro (DEG) beneficiará a los países miembros y creará confianza en medio de esta «crisis sin precedentes».

El texto precisa que los fondos entrarán en vigor el 23 de agosto próximo, pero la acreditación se realizará a partir del aporte de cada país a dicha entidad.

Según el comunicado, cerca de 275 000 millones de dólares de la asignación (alrededor de 193 000 millones como DEG) beneficiarían a países de mercados emergentes y en desarrollo, incluidas naciones de bajos ingresos.

Sin embargo, reportes de prensa que citan cálculos del Departamento del Tesoro de Estados Unidos (EE.UU.), refieren que el 70 por ciento de los recursos irán a parar al grupo de las 20 economías más desarrolladas del planeta, reseñaron otros medios.

De acuerdo con estas versiones, únicamente el tres por ciento (alrededor de 21 000 millones) llegaría a los países de bajos ingresos.

En su comunicado, el FMI menciona que busca otras «opciones viables» para que los países más ricos «distribuyan voluntariamente parte de sus asignaciones DEG a países más pobres y vulnerables».

Meses atrás, cuando comenzó a debatirse el proyecto del FMI de inyectar estos fondos, el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, opinó que la cifra de 650 000 millones de dólares no era suficiente.

A juicio suyo, solo las naciones africanas debían recibir la cuarta parte de ese dinero (unos 162.000 millones) para recuperarse de la Covid-19. El estadista también instó a las naciones ricas a donar sus asignaciones, en lugar de prestarlas.

Según el FMI, su decisión es histórica.    

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