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En el principio fue Chiquihuite

Nuevas investigaciones echan atrás la fecha del poblamiento americano al menos 15 000 años antes de lo pensado

Autor:

Iris Oropesa Mecías

El arqueólogo rumano Ciprian Ardelean y sus estudiantes aventajados deben haber caminado con mucho escepticismo por las cordilleras del Norte de México, Zacatecas, cuando un lugareño les aseguró que una cueva repleta de objetos de interés arqueológicos los esperaba. Después de todo, cuántas veces no confunden los lugareños una cueva llena de restos de animales con un hallazgo de interés.

Es fácil imaginarse el espíritu racionalista de los académicos expresando fastidio por tener que comprobar todas las ocasiones este tipo de anuncios. Pero un rato después estarían agradeciendo haber acudido al llamado, cuando hallaron decenas de objetos de caza que probaban un cambio transgresor en la escritura de nuestra historia regional: la nueva propuesta de fechado del poblamiento americano, publicada hace apenas unos días en las prestigiosas revistas Nature y Science.

 

Y si es así definitivamente, se rescribe la fecha de poblamiento de América para remontarla a unos 30 000 años de antigüedad, o sea, nada menos que 15 000 años antes de lo que habíamos pensado, precisamente a la época de la mayor extensión glaciar. Toda esta maravilla fue el resultado de una simple excursión a una cueva mexicana llamada Chiquihuite.

Chiquihuite ha hablado

«En la cueva del Chiquihuite hemos encontrado suficientes artefactos para asegurar que había gente durante el último máximo glacial y para establecer la hipótesis de que había gente antes de ese período», asegura Ardelean.

La cueva de Zacatecas supera otros hallazgos que apuntaban a esta redatación por el elevado número de objetos y ADN fechado. Foto: El País

La formación rocosa guardaba hasta su visita nada menos que 1 900 artefactos de piedra, entre navajas, puntas de lanza, lacas y otras herramientas de piedra. Instrumentos que pudieron ser datados con los métodos de radiocarbono y que debieron ser abandonados en la formación rocosa durante el último máximo glacial, la época de máxima extensión de las capas de hielo.

Los análisis de la industria lítica encontrada en la cueva, situada a unos 2 740 metros de altitud, se acompañaron de muestras de hueso animal, restos de plantas y ADN ambiental contenido en sedimento recolectado en el sitio. Toda la evidencia revela además que las herramientas pertenecían a una cultura hasta ahora desconocida.

 «Ninguna otra industria comparte similitudes con ella», explicaba a SINC Lorena Becerra-Valdivia, científica arqueológica de las universidades de Oxford (Reino Unido) y New South Wales (Australia) y coautora de los estudios.

En la investigación, los científicos detallan los rigurosos métodos de estudio en laboratorios de Dinamarca, Oxford (RU) y México (UNAM, SLAA-INAH, ENAH), aplicados en muestras microscópicas de hueso, carbón y sedimentos en los que se conservaron polen y fitolitos, así como elementos químicos propios de la acción humana, los cuales llevaron a la obtención de datos cronológicos certeros, con más de 50 fechas: 46 por radiocarbono y seis por Luminiscencia Ópticamente Estimulada (OSL); además de datos genéticos, paleoambientales y químicos que documentan entornos cambiantes donde habitaron humanos desde hace 30 000 a 13 000 años.

Entre la fauna se identificó ADN de murciélago presente en todas las capas, así como de roedores, marmota, cabra, oveja y baja proporción de aves: gorrión y halcón; en tanto, de fragmentos de hueso se extrajo microfauna, y en los estratos del período LGM se recuperaron restos óseos que corresponden a géneros más grandes: oso negro, cóndor y nutria.

Estos hallazgos aportan pruebas determinantes a la postura de que el poblamiento de América del Norte fue mucho más antiguo, y se suman a otros descubrimientos relevantes en las Tierras Altas de Chiapas, México Central y cuevas inundadas de la costa caribeña, como los celotes, todos los cuales han apuntado a la verdadera edad de poblamiento en el final de la época del Pleistoceno y al Holoceno temprano.

Además, las evidencias materiales indican la diversidad cultural de los primeros grupos que se dispersaron por el continente, superando la idea hasta ahora manejada de que los clovis eran los primeros habitantes de esta región.

México, nuestra cuna civilizatoria

Más allá de las novedades puramente antropológicas que impone el hallazgo, otra verdad se avizora entrelíneas: México remerge como la zona de interés arqueológico por excelencia en el estudio de los americanistas, y esta expedición, liderada por un profesor de la Universidad Autónoma de esa nación, reivindica la importancia de destinar apoyo internacional e interinstitucional a la investigación arqueológica en la zona, una vieja demanda de los estudiosos mexicanos.

Este análisis es una muestra del creciente respeto hacia académicos e instituciones mexicanas, con un largo trayecto en el estudio arqueológico en su propio suelo. A pesar de la participación de instituciones internacionales, el autor principal del artículo publicado es Ciprian Ardelean y entre los coautores participan tres investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), organismo desconcentrado de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, quienes llevan a cabo los estudios en materia paleontológica del proyecto: Joaquín Arroyo Cabrales, codirector del Proyecto Paleontológico en Santa Lucía; Alejandro López Jiménez, también paleontólogo en Santa Lucía, e Irán Rivera González, investigadora de la Escuela Nacional de Antropología e Historia.

 

Es de esperar que en el futuro inmediato, las misiones arqueológicas mexicanas se desarrollen con mayor fuerza, tras el innegable estímulo científico que este descubrimiento representa para la rescritura de nuestra historia humana regional, sobre todo, en la determinación de los modos de llegada al continente.

Otras pistas del poblamiento americano

Aunque este descubrimiento en Zacatecas descuella por la cantidad de fechados y hallazgos, la teoría de los clovis como primeros pobladores americanos en realidad viene desmontándose gradualmente desde hace varios años, gracias a hallazgos que se entrelazan en señalar una fecha más temprana:

  • En la década de 1980, surgieron pruebas sólidas de una presencia humana de 14 500 años en Monte Verde, Chile.
  • Desde la década de 2000, otro asentamiento anterior a los clovis ha sido aceptado, Buttermilk Creek, de 15 500 años de antigüedad en el centro de Texas.
  • En Brasil hay varios asentamientos donde existen herramientas de piedra que parecen robustas y datan de hace 26 000 o 30 000 años, fechas similares a las de la cueva de Chiquihuite.

(Fuente: Paul Rincon, BBC)

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