Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Bueno lo bueno, pero…

Las condicionantes de este inoportuno síndrome aún se desconocen. Se especula sobre un posible origen neurológico, vascular, hormonal o provocado por medicamentos, en especial ansiolíticos

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

Los detalles de la experiencia real se hallan a menudo muy alejados de las leyes fundamentales.

                                                                                                                     Richard Phillips Feynman

Cuando leí Sexo en el cerebro, excelente libro del neurocirujano estadounidense Daniel G. Amen, una de las historias que me impresionó fue la del paciente que tenía orgasmos solo de cepillarse los dientes.

Unos años antes se había polemizado en las redes sobre un nuevo artefacto para dar fisioterapia en la columna que era capaz de provocar espasmos similares al clímax, al menos en algunas mujeres. Su productor solicitaba voluntarias para un ensayo clínico que le permitiera patentarlo con ese fin, pero no consiguió muchas y tuvo que desechar la idea.

Ambas historias tienen en común una triste ironía: Ese clímax tan angustiantemente esquivo para millones de personas, en otras aparece como desconcertante respuesta fisiológica involuntaria, divorciada de estímulos o sentimientos.

Antes de este siglo deben haberse dado muchísimos casos, pero no fueron registrados científicamente, como hicieron en 2001 las sexólogas norteamericanas Sandra Leiblum y Sharon Nathan, autoras de un polémico estudio publicado en una revista especializada (Journal of Sex and Marital Therapy) sobre lo que llamaron el Síndrome de Excitación Genital Persistente (SEGP).

A primera idea pudiera parecer agradable, pero cuando esos orgasmos involuntarios se presentan entre cien y 500 veces al día durante meses en cualquier circunstancia y lugar, y además no puedes controlar tus expresiones de ¿placer?, clasifica como una franca disfunción sexual, y de las más graves, porque es debilitante y discapacitante.

Esas personas sienten culpa y restringen su roce social para no verse en situaciones ridículas o peligrosas, y aún así viven con mucho estrés y baja energía. ¿Se imaginan sus cuerpos desatados en un aula, un teatro, en el transporte público, frente a tu familia, en un juicio…?

Según la Federación Española de Asociaciones de Sexología, hay más de 500 casos documentados en el mundo con SEGP (sobre todo mujeres), pero se estima que la incidencia debe ser mayor porque la gente no acude al médico por vergüenza.

Además de las sensaciones fuera de control, lo que molesta a estas personas es que la excitación es real, pero no está asociada a deseo sexual ni responde a fantasías, caricias, autoerotismo… Aparece a capricho y, por tanto, está fuera de su control sentirse bien con lo que la sociedad «vende» como meta anclada a sentimientos o a prácticas saludables.

Las condicionantes de este inoportuno síndrome aún se desconocen. Se especula sobre un posible origen neurológico, vascular, hormonal o provocado por medicamentos, en especial ansiolíticos.

Se considera síndrome cuando no es predecible (como sí es el del lavado de dientes) ni puntual, sino que se presenta en períodos más prolongados. Tampoco debe confundirse con el multiorgasmo (saludable y controlable), y mucho menos con la hipersexualidad (ninfomanía, satirismo), porque no hay un deseo de base ni la persona hace nada para provocar ese estado de clímax… o casi.

De hecho, buena parte de los casos refiere que viven el proceso previo al orgasmo una y otra vez, pero este no se desencadena, por tanto, se pasan el día en un frustrante estado «a punto» que irrita aún más su sistema nervioso. 

Es muy molesto que el cuerpo siga un ritmo frenético cuando la mente aspira o necesita estar en calma, y peor aún es que otras personas los malinterpreten o juzguen su moralidad por sensaciones no pedidas ni disfrutadas por quienes se sienten atrapados en esas desproporcionadas reacciones.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.