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La doble vara del Parlamento Europeo

El Parlamento Europeo se mantiene en silencio ante los asesinatos de sindicalistas en Colombia, o la persecución de activistas saharauíes por Marruecos; y los Estados miembros de la UE fueron cómplices, de los secuestros de la CIA y los encarcelamientos ilegales,   comenta a JR el eurodiputado Willy Meyer

Autor:

Jorge L. Rodríguez González

La campaña anticubana crece, y a la ultraderecha de Miami se le revuelven las vísceras nada más de pensar en el creciente apoyo internacional que gana Cuba, a pesar de los millones, y los chantajes políticos que se gastan para cerrar cada vez más el cerco contra nuestro país. La hipócrita resolución aprobada recientemente por el Parlamento Europeo (PE) muestra cómo la derecha de ese bloque se sincroniza muy bien con sus socios norteamericanos.

Según el eurodiputado Willy Meyer, de Izquierda Unida, la Unión Europea (UE) podrá mantener una política exterior hacia Cuba independiente de los intereses de Washington el día en que decidan poner fin a la Posición Común, aprobada por el Consejo de la UE en 1996, a propuesta del entonces presidente del gobierno español, José María Aznar, incondicional a Bush y vinculado a la mafia cubano-americana.

«Desde entonces, el único país con el que la UE mantiene este trato de excepción es con la República de Cuba. Desde nuestro grupo parlamentario hemos defendido la eliminación definitiva de esta posición común para poder mantener un diálogo abierto, de igual a igual con Cuba sobre una agenda de temas de interés mutuo», dijo Meyer a JR, vía correo electrónico.

Recientemente el gobierno norteamericano dijo que cerraría la cárcel que tiene en la ilegal Base Naval de Guantánamo, donde se ha torturado para arrancarle confesiones a presuntos terroristas vinculados con Al Qaeda. Pero ante la negativa del Congreso que se rehusaba a que ex prisioneros entraran a territorio norteamericano, la Casa Blanca le pidió a sus socios europeos que acogieran a los reos.

Según nos comenta Meyer, «la respuesta en la UE ha sido desigual. Algunos países han aceptado, otros no. Mi opinión es que en caso de aceptar esos prisioneros, el Estado receptor debería realizar las acciones judiciales oportunas contra la administración norteamericana por haber mantenido secuestrados y sin un juicio justo a esas personas».

Por supuesto, del PE nunca salió una resolución que condenara a EE.UU. por sus atrocidades. En territorio europeo, la CIA encontró la complicidad para torturar.

«Estamos acostumbrados a la instrumentalización de los derechos humanos por parte del Parlamento Europeo y la doble vara de medir. Quizá sea el único en el mundo que no condenó el golpe de Estado en Honduras. Lo hizo la Comisión Europea, y el Consejo, pero el Parlamento no lo hizo. El PE se mantiene en silencio ante los asesinatos de sindicalistas en Colombia, o la persecución de activistas saharauíes por Marruecos; y los Estados miembros de la UE fueron cómplices, por acción u omisión, de los secuestros de la CIA y los encarcelamientos ilegales en sus territorios —como así determinó la propia comisión de investigación del PE», comenta Meyer.

Venezuela es otra de las presas favoritas de la campaña de la ultraderecha europea en función de obstaculizar los procesos de cambios socialistas allí. En una resolución, el PE respaldó al opositor y corrupto Manuel Rosales, ex gobernador del Estado venezolano de Zulia que se exilió en Perú y se «vendió» a los medios de comunicación como un perseguido político del presidente Hugo Chávez, cuando realmente había robado y desfalcado.

Otra resolución, muy reciente, de la Eurocámara, se pronunció por su cacareada y cuestionada libertad de expresión una vez que el gobierno venezolano decidió la salida de RCTV Internacional de la parrilla de programación, por no respetar las leyes del país; además de que se trata de un medio encargado de denigrar la gestión del gobierno de Miraflores.

«La derecha también nos tiene acostumbrados a usar el procedimiento parlamentario de las resoluciones en caso de urgencia de “violaciones” de derechos humanos para entrometerse en las legislaciones de países soberanos, como Venezuela. Mi grupo criticó una vez más la hipocresía de la derecha europea, que no tuvo reparo en apoyar el golpe de Estado contra Chávez», concluyó Meyer.

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