Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

En seis meses tres ataques terroristas a instalaciones navales de EE.UU.

Doble rasero para un tema predilecto de la administración Trump que aún guarda silencio sobre la balacera contra la embajada de Cuba en Washington

Autor:

Juana Carrasco Martín

EL «terrorismo» es un término y un tema predilecto en el discurso político de Estados Unidos. Por supuesto, una realidad que existe en el mundo y la cual tiene más de una arista e interpretación.

Este jueves, en la Naval Air Station Corpus Christi, en el estado de Texas, se produjo un tiroteo en esa instalación naval y casi de inmediato, aunque sin muchos más detalles porque estaba en curso la investigación, el agente especial de supervisión superior del FBI, Leah Greeves, declaró: «Hemos determinado que el incidente de esta mañana en la Estación Aérea Naval Corpus Christi está relacionado con el terrorismo».

Refiriéndose al atacante, agregó: «El sujeto ha fallecido. La escena todavía se está procesando», y continuó Greeves: «Podemos tener una posible segunda persona relacionada en general en la comunidad, pero alentaríamos al público a mantener la calma y si ves algo, di algo».

Expedita e inmediata respuesta y calificación del hecho (el tercero en seis meses contra instalaciones similares), por parte de las autoridades del Buró Federal de Investigaciones, la principal agencia de investigación criminal e inteligencia del Departamento de Justicia de Estados Unidos, con jurisdicción sobre una gran variedad de delitos federales, incluyendo asuntos de seguridad.

La sección de contraterrorismo del Departamento de Justicia ya trabaja con el FBI y las fuerzas locales para «investigar rápidamente las circunstancias de este evento y todas las pruebas disponibles, incluidos los medios electrónicos encontrados en la escena», se informaba, mientras la declaración de la Armada aseguraba que el marinero de las fuerzas de seguridad de la base herido en el tiroteo estaba en «buenas condiciones» y había sido dado de alta en un hospital cercano, y la estación naval se mantenía cerrada mientras se procesaba la escena.

La información publicada en Político Magazine, recordaba que el 4 de diciembre pasado, un marinero mató a dos e hirió a un tercero en el astillero naval de Pearl Harbor antes de suicidarse, y dos días más tarde, un miembro de la Real Fuerza Aérea Saudí —en entrenamiento en la Estación Aérea Naval de Pensacola, Florida—, ese tirador, Mohammed Alshamrani, muerto en el  tiroteo según las autoridades, tenía vínculos de larga data con Al Qaeda en la Península Arábiga.

Detallo la práctica ágil de las autoridades estadounidenses sobre el incidente de Texas, incluso insisto en que —como ocurre en prácticamente en ciento por ciento de los tiroteos que se producen en Estados Unidos— los perpetradores mueren «en el intercambio con las fuerzas de seguridad» o se «suicidan», lo que contrasta con otro ataque armado ocurrido  en la madrugada del jueves 30 de abril en Washinton D.C., la capital estadounidense y a poca distancia de la Casa Blanca.

La instalación atacada en esa ocasión es una embajada, la de la República de Cuba ante los Estados Unidos de América, el atacante —un hombre de origen cubano residente en Estados Unidos desde 2007 e identificado como Alexander Alazo Baró—, disparó 32 veces con un fusil semiautomático AK47, fue detenido sin problemas y en el informe policial sobre los hechos, citado por la agencia AP se dijo que se trata de un «posible crimen de odio».

A su vez, un portavoz del Servicio Secreto, encargado de la protección de las sedes diplomáticas y del mismísimo Presidente de EE. UU. declaró que el individuo fue arrestado «por estar en posesión de un arma de fuego y de municiones no autorizadas:, por asalto con intención de matar y por posesión de un cargador de alta capacidad».

Fin del incidente. Ni el Departamento de Estado, ni la Casa Blanca se han pronunciado al respecto, mucho menos se ha catalogado el hecho como «terrorismo», aun cuando Cuba así lo ha denunciado, demostrando entonces la complicidad de la administración Trump con este hecho.

Una respuesta sí, por parte de la Casa Blanca a la nación caribeña, incongruencia total con intención de demostrar una burla prepotente ante el resto del mundo; cínica injuria cargada de hostilidad hacia el pueblo cubano, y sucia manipulación de ese término de «terrorismo»: el Departamento de Estado anotó a Cuba en una lista de países que «no cooperan completamente» con sus esfuerzos antiterroristas.

Si un Estado tiene avales suficientes para estar en ese registro y en los otros de países cómplices del terrorismo y países terroristas, es Estados Unidos. 

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