Durante cerca de 15 años la Operación Carlota escribió páginas gloriosas. Autor: Archivo de JR Publicado: 04/11/2025 | 09:22 pm
EN 1975 las balas y morteros sacudían los extremos de Angola. El régimen de Zaire por el norte y Sudáfrica al sur desataban una invasión atroz. No se trataban de simples ejércitos invasores, no, llevaban en sus armamentos el sello colonialista, la marca imborrable del financiamiento estadounidense y del apartheid.
Pero en la madrugada del 5 de noviembre de ese año, el tablero operativo en Angola comenzó a cambiar drásticamente. Cuba influyó en ese epicentro de transformaciones y de duras batallas que tardaron años.
A principios del mes de octubre de 1975 no había un solo combatiente cubano en suelo angolano. Sin embargo, ya los racistas sudafricanos habían ocupado Cunene, las tropas regulares de Zaire estaban a 50 kilómetros de Luanda, el imperialismo yanki había enviado decenas de millones de dólares en armas a los traidores de la Unita (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola) y del FNLA (Frente Nacional de Liberación de Angola).
Se demandaba una actuación inmediata y definitiva en el campo de batalla. La Operación Carlota fue la respuesta de la Revolución Cubana, que, liderada por el Comandante en Jefe
Fidel Castro Ruz, decidió el envío de tropas hacia esa hermana tierra, a solicitud del Movimiento Popular de Liberación
de Angola (MPLA), con Agostinho Neto al frente.
Cumplía así la Mayor de las Antillas un «deber elemental de internacionalismo», como expresara luego el propio Comandante en Jefe. Hasta el simbolismo de su nombre en clave: Operación Carlota, era presagio de dignidad, en honor a la esclava rebelde del ingenio Triunvirato, protagonista de una de las más grandes
sublevaciones de esclavos en nuestro país, ocurrida el 5 de noviembre de 1843.
Lo demás, la historia de valor que le siguió al comienzo de la Operación Carlota en Angola, la conocemos de sobra. Páginas de hazañas, dolor, orgullo y gloria fueron escritas entre ambos pueblos sobre un suelo minado y frente a la más avanzada metralla.
Han trascurrido 50 años del inicio de aquella epopeya, donde alrededor de 300 000 cubanos les pusieron el pecho a las balas, y más de 2 000 perdieron la vida en plena contienda. La Operación Carlota fue una hazaña extraordinaria de nuestro pueblo, sí, muy especialmente de la juventud, de las decenas de miles de combatientes del Servicio Militar Activo y de la Reserva, que voluntariamente cumplieron el deber internacionalista.
Cinco décadas después queda la huella de una de las proezas militares de la historia moderna, queda el dolor aún por los caídos, pero también sigue viva la independencia de Angola. Y ese, justamente, es el más fiel testimonio de que el esfuerzo internacionalista de este pueblo valió la pena.
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