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La fuente de Trump se torna rojo sangre

Una fuente en la ciudad israelí de Petah Tikva fue objeto de protestas que interpretan la consecuencia de una alianza de extremistas

Autor:

Juana Carrasco Martín

En la ciudad israelí de Petah Tikva una plaza lleva el nombre de Donald Trump, símbolo del contubernio del Gobierno sionista con el presidente de Estados Unidos. En su centro, una fuente, y ella fue objeto de una protesta que también interpreta el resultado o la consecuencia de esa alianza de extremistas.

Se espera que en esta semana, el Gobierno de Benjamín Netanyahu, revele su plan de anexión de grandes extensiones de la Cisjordania ocupada. Esto significará un incremento de la represión contra los palestinos y la expoliación de sus cada vez más reducidos territorios, debido a la expansión de las colonias sionistas, instrumento sustancial en el genocidio.

Sin embargo, al comenzar esta semana, de la fuente de la plaza Trump brotaba agua rojo sangre como protesta ante esa política y escrita en el suelo del lugar estas palabras: «La anexión nos costará sangre», previendo las respuestas al ultraje que pudiera dar el pueblo palestino.

El alcalde de Petah Tikva, Rami Greenberg, ordenó que se recogieran las imágenes de las cámaras de seguridad de la escena y que se presentara una denuncia contra «los vándalos».

Ese mismo alcalde que en julio de 2019 dejaba inaugurada la plaza y la fuente con estas palabras: «Israel nunca tuvo un presidente tan solidario y servicial como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, por lo que es apropiado nombrar una plaza importante en la cuarta ciudad más grande de Israel».

Ese era uno de los «homenajes» al mandatario estadounidense por la decisión de reconocer a Jerusalén como «capital» de Israel. El otro había tenido lugar un mes antes, cuando Netanyahu dio el nombre de Ramat Trump a una nueva comunidad en territorio robado a Siria, en los Altos del Golán, para agradecerle que reconociera la soberanía de Israel sobre ese territorio.

En noviembre pasado, se inauguró en «Alturas de Trump», según la traducción literal, un internado para preparar a varios cientos de adolescentes de hogares con problemas para un servicio significativo en las llamadas Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). También, una parada de tren en la Ciudad Vieja de Jerusalén recibiría el nombre de Trump.

Ahora, en Petah Tikva le dan una respuesta que no agradará al señor de la Casa Blanca, agobiado ya por las manifestaciones en su propio terreno contra el racismo, el cerco de la pandemia y libros exponiendo ineptitudes y trapos sucios a un poco más de cuatro meses de unas elecciones comprometidas. Si fuera supersticioso, las teñidas aguas de la fuente en Israel no son un buen presagio.

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