Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Varela visto desde hoy

Autor:

Armando Hart Dávalos

El año 1853 no podrá ser jamás olvidado por la historiografía cubana pues, coincidentemente, en él ocurrieron dos acontecimientos de importancia, ambos relacionados con figuras capitales de la cubanía y de la Patria cuyas vidas fueron determinantes para la existencia de Cuba como nación y para el desarrollo de las ideas que nos han conducido hasta el momento actual.

A pocas semanas del natalicio de José Julián Martí y Pérez el 28 de enero en La Habana, fallece en la pequeña ciudad de San Agustín, Florida —en territorio estadounidense—, el presbítero Félix Varela Morales, el 25 de febrero.

Pero el vínculo entre Varela y Martí, por supuesto, no se reduce a lo meramente cronológico, sino que va mucho más allá, fundiéndose a lo largo de un breve lapso en identidad y comunidad de pensamiento y acción que resultan sorprendentes y confirman el papel que uno y otro representaron en la azarosa etapa de la formación de la nacionalidad cubana y sus luchas.

En cuanto a Félix Varela, que desde la cátedra ejercida a partir de su temprana juventud en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio aportó cambios radicales en las concepciones de la sociedad, el pensamiento y las ciencias —basándose en el razonamiento y la experiencia—, fue como consecuencia de sus novedosas y revolucionarias ideas que surgieron los cimientos más sólidos e irrebatibles para la liberación no solo de la Patria, sino también de América y de la Humanidad toda.

No sin razón, José de la Luz y Caballero —uno de sus más preclaros sucesores y discípulos en el magisterio y en el patriotismo— dijo que había sido «el que nos enseñó primero en pensar», y lo calificó como «nuestro verdadero civilizador». En pocas palabras, fue el iniciador de la ideología de la independencia cubana y sostuvo premonitoriamente y desde entonces, que Cuba debía ser tan independiente de España como de Estados Unidos y lograrlo sin comprometimientos externos para poder ser tan isla en lo político como en lo geográfico.

Su acción política y periodística fue incesante y valiente: combatió la esclavitud, defendió la independencia de todos los pueblos de América envueltos en la epopeya bolivariana y rompió lanzas desde las páginas de su periódico El Habanero a favor del pueblo, contra la visión colonialista que consideraba a los cubanos ignorantes y soeces.

Varela inició con rigor los estudios científicos, sociales y políticos que abrieron el camino para una ciencia cubana, pero sobre todo lo hizo basado en principios éticos de largo alcance que hoy mantienen su consistencia, vitalidad, vigencia y necesidad.

Recuerdo que en el Taller José Martí y la espiritualidad, que organizó el Centro de Estudios Martianos con la asistencia de representantes de numerosas denominaciones religiosas, afirmé:

«En nuestro país, la ética está asociada al surgimiento mismo de la nación cubana y forma parte de los llamados valores de la superestructura, y sin esa comprensión no se podrán enfrentar con éxito los desafíos que este comienzo del siglo XXI ha puesto ante nosotros. Poseemos en este terreno una tradición que vale la pena repasar.

«En el período que va desde la última década del siglo XVIII y el primer cuarto del XIX encontramos figuras como el obispo Espada, José Agustín Caballero, el presbítero Félix Varela y José de la Luz y Caballero. En ellos está presente el pensamiento de la modernidad europea, y como rasgo singular de nuestra tradición intelectual, no se consideró contradictorio con la creencia en Dios. De este modo, la ética cristiana, que es una de las bases esenciales de la cultura occidental, se asumió también sin ponerla en antagonismo con la ciencia, marcando una tradición desde el obispo Espada, el presbítero Félix Varela y los que la continuaron.

«Por eso, cuando se habló de canonizar a Varela, dije que aquellos que buscaran el milagro de Varela podían considerarnos a nosotros como parte de ese milagro. Esto nos diferencia de lo que ocurrió en Europa y constituye una singularidad de la tradición intelectual de Cuba, que se fundamenta en no haber situado la creencia en Dios en antagonismo con la ciencia —se dejó la cuestión de Dios para una decisión de conciencia individual—. Así se asumió el movimiento científico moderno y ello permitió que la ética de raíz cristiana se incorporara y se articulara con las ideas científicas, lo cual abrió extraordinarias posibilidades para la evolución histórica de las ideas cubanas».

La ética es, por tanto, un elemento clave de la cultura cubana y en ese sentido la figura de Varela, vista desde hoy, se agiganta y acrecienta junto a su carácter de «patriota entero», como lo llamó Martí.

Definitivamente convencido de que para la colonia cubana no había otro camino que la lucha frontal por la independencia, tras su frustrada experiencia como diputado electo a las Cortes españolas, resultó condenado a muerte por los brutales tribunales coloniales y se vio obligado a refugiarse en Estados Unidos, terminando sus días en la mayor pobreza material, pero legando al pueblo cubano ayer, hoy y siempre la enorme riqueza espiritual que se recoge en sus ideas patrióticas y científicas.

Cuando en los predios de nuestra casi tricentenaria Universidad de La Habana, visitemos su Aula Magna, tengamos presente que allí reposan los restos de Félix Varela, uno de los más grandes entre los grandes de la Patria, sin el cual es imposible empezar a escribir nuestra historia.

Por estas razones hemos propuesto estudiar la historia de Cuba y su pensamiento filosófico a partir de Félix Varela con la orientación y el fundamento del pensamiento de José Martí. Es muy significativo en este momento el análisis de la historia por lo que representa hoy América Latina, que tiene raíces en las ideas bolivarianas y martianas y, por lo tanto, en la cultura cubana, que encarna Varela. Es esencial actualizar esa visión en el siglo XXI. Esto con el alcance latinoamericano y universal. Para estos propósitos, fundamentémonos en el principio enunciado por Luz que señala: «Todas las escuelas y ninguna escuela, he ahí la escuela». Nos debemos orientar por el método electivo, piedra angular del pensamiento cubano y latinoamericano, que aspiramos sea universal.

El mundo está necesitado, en materia filosófica y cultural, de ese principio, visto de una manera bien distinta a como se vio en Europa. Exaltemos a Martí sobre estas ideas y encontraremos el camino para salvar a la humanidad, hoy amenazada de muerte. Nuestra patria, el género humano, está en peligro de morir; es decir, nuestras familias, todos los seres humanos, están amenazados de desaparecer. Solo los salvará un nuevo pensamiento. En el aniversario de la muerte de Félix Varela, inspirémonos en sus ideas y en lo que él representa.

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