Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El mandato de Pánfilo

Autor:

Susana Gómes Bugallo

El arte suele ser más veloz que la política. El arte también es política. La política es todo. El arte es mucho más. Y está bien decir que Pánfilo «sacude» tanto como Cuba dice. Porque, aunque el segundo provenga del periodismo del Noticiero Nacional de Televisión, y el primero sea un estelar espacio de humor, bien sabemos que en Cuba —como en muchas partes del mundo— el humor no existe si no es social, si no es político, si no es actual. Como el periodismo y la política misma. Es, digamos, una política artística. Como arte político se le conoce.

Pero volvamos a Vivir del cuento. Pánfilo alerta en el programa de este lunes del que aún tanto se habla. Y, como en buena ciencia social que se respete, lo hace tan oportunamente que llega tanto o más que cualquiera de los artículos que podamos escribir por estos días cercanos al inicio de las asambleas de nominación de candidatos a delegados de las asambleas municipales del Poder Popular. Es que no todo el mundo se lee el periódico, escucha la radio o ve el noticiero. Pero pocos cubanos se pierden a Pánfilo.

El Poder Popular se mira por dentro siempre. Se perfecciona y combate estos males que sabe que existen. Igual los ha llamado por su nombre y ejecuta estrategias para desaparecerlos. Bien sabemos que el sistema político cubano no deja de apuntar más alto para llegar más lejos. Pero llega también este viejo, que es un pedazo de cada uno de nosotros, a poner el alma donde imponen los tiempos, a molestarse por los problemas que no son planteamientos y a buscar soluciones y no respuestas que no resuelven. A ser otra alerta como la que ha lanzado la política, pero desde su barrio y su casa, que es también la nuestra.

Y aparece, y se olvida de su aparente ecuanimidad, para decirle a Facundo que las cosas se harán como él dice porque, si se metió en eso, lo hará bien. Y pone el grito en el cielo y la crítica en la llaga ante las familiares tarjetas rojas que nos han expulsado de tantos partidos: «Ya ese planteamiento está elevado», «Estamos estudiando el caso», y (la más gastadita, reconoce el Presidente del Consejo de Vecinos) «Estamos trabajando en base a eso».

Pánfilo alerta. Con la agudeza de quien jamás se dejaría pasar inspección sorpresa por visita avisada. Con la incomodidad de quien ha visto bastante para saber cuándo el pan resuelve en las casas de los vecinos o cuándo otra casa resuelve gracias al pan de los vecinos. Con el valor de quien no aceptará más una bola si no viene al centro.

Este delegado, como los que sí hay (no es saludable creer que sea todo inventiva) sale de la gente y vuelve a ella gracias a su humor televisivo que todo lo puede, todo lo ve y todo lo combate. Llega a sumarse al espíritu que nos debe acompañar en estos días. Y el barrio lo aplaude. Revoca mediante la voz colectiva que todo lo decide el mandato de la ineficiencia, la reserva de justificaciones y las apariencias evasivas. La gente quiere el mandato de Pánfilo. Habrá que procurarlo.

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