Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Prodigiosa fuente de dinero fácil

Autor:

Nelson García Santos

¿Qué muestran los excesivos precios sin argumentar, más allá del desembolso de pesos? Sobre esa particularidad enrumbo estas líneas, porque de pagar cifras que erizan todos sabemos muchísimo, además de ser reiterativo el tema en la prensa, donde solo cambia la manera en que el escribidor lo desmenuza.

Lo que significa en sí esa conducta es lo que suele escapar a un razonamiento más sosegado, por el encandilamiento del desembolso que debemos hacer hasta para comprar una mano de plátano burro.

¿Qué hay detrás de los altísimos precios? Un montón de actitudes desenfrenadas que se pueden desnudar con un sinnúmero de calificativos, mucho más contundentes que decir en do mayor: ¡¿Hasta dónde van a llegar?!, como retumba en la tribuna de la calle.

Los que obran sin la menor consideración contra el bolsillo del consumidor, para amasar superganancias exprimiendo al máximo la escasez, devienen ramas del árbol del egoísmo, la avaricia, la impunidad, el fraude, la desfachatez, la inmoralidad que llega a corromper hasta el alma y el corazón.

¡Cuidado! Sé que cada una de esas palabras suena más hiriente que decir excesivos precios, pero tampoco se pongan bravitos los aludidos: a estas alturas al pan, pan y al vino, vino.

Ese refrán que invoca la franqueza y la necesidad de hablar con claridad debemos tenerlo siempre a mano para evitar que la benevolencia, afincada en palabras huecas y en la pereza para controlar, termine haciendo más daño que las propias jugarretas, por aquello de «hazlo que no te va pasar nada».

¡Que tampoco todos actúan con deshonestidad!, atajaría usted, respetable lector. Y le asiste la razón. Ahora mismo hay muchos ejemplos de conductas decorosas: cuentapropistas que hacen donaciones de comida elaborada a instituciones de Salud; cooperativas que entregan productos agrícolas e incluso bienes de los que individuamente se desprenden para ayudar al necesitado…

Podemos hablar hasta de excepciones de vendedores que aprietan un poquito menos en un gesto destinado, al parecer, a cumplir aquello de que no hay regla sin excepción… Sí, casi estoy oyendo su respuesta ahora mismo de ¡No, compadre! Y es compresible esa incredulidad, ciento por ciento.

En realidad, por convicción resulta mayoría esa gente buena que en circunstancias excepcionales arriesgan hasta su vida a favor del prójimo. Y esa realidad la conocen bien hasta los reacios de nuestro proyecto social ¡que es mucho decir!

A los que exprimen inducidos por la avaricia, el egoísmo, la impunidad y el fraude, no les agradarán esos calificativos, pero saben perfectamente que resulta una verdad verdadera.

¡Y dejen a un lado el cuento de echarle la culpa a la escasez Eso es inexacto, porque en las tiendas una caja de cigarros vale diez pesos y luego la venden hasta en 80 o 90 por la calle. Y esa regla de multiplicar de una mano para otra es lo que manda en la mentalidad de los que hacen dinero fácil explotando la fuente de la necesidad, que debería ser la que impulse al sacrificio solidario, en lugar de cebarse cuando bajamos mudos la cabeza, y pagamos el abuso sin argumentar.

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