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Dos premios para Milho Montenegro

Milho Montenegro es el seudónimo que utiliza y no lo hace con el objetivo de encubrir, enmascarar su arte joven, que se ha agenciado ya el Premio Pinos Nuevos 2017 y de la Beca de Creación Prometeo de La Gaceta de Cuba

Autor:

Yessica Arteaga Ibal

Entrevistar al amigo siempre es grato, al amigo poeta, excelente; pero el hecho de que este resulte ganador del Premio Pinos Nuevos 2017 y de la Beca de Creación Prometeo de La Gaceta de Cuba, es todo un placer… Conocí a Milho Montenegro (Alain Santana López —La Habana, 1982) en el espacio Punta de Flecha de la escritora Elaine Vilar Madruga. En aquel entonces preparaba una antología de poesía erótica, por lo que invitaba a los escritores presentes a participar en la misma. El privilegio de la conversación lo tuve a través de las redes sociales (Facebook), que hacen posible la comunicación, la empatía del pensamiento.

Milho Montenegro es el seudónimo que utiliza y no lo hace con el objetivo de encubrir, enmascarar su arte, es solo una manera de homenajear a dos grandes de las letras: al Premio Nobel de Literatura Czeslaw Milosz y al narrador, periodista y político Carlos Montenegro. A este creador no le interesa la fama, utiliza la poesía para socializar, compartir ideales, sentimientos que resulten afines con el público lector. En este universo convergen su fe poética, su astucia y fidelidad para promocionar a los otros, la constancia de su trabajo y la esperanza en el poder sanador de la literatura.

Obtener estos importantes premios con las obras: Umbral de las zonas detestables y Celda, solo confirma que Milho Montenegro es un genuino escritor hecho para esculpir versos.

—¿Qué significa para ti haber obtenido dos premios de tanta importancia como el Pinos Nuevos 2017 y la Beca de Creación Prometeo de La Gaceta de Cuba, en tan poco tiempo?

—Durante mucho tiempo he estado estudiando, nutriéndome de todo cuanto en mis manos cae, trabajando para encontrar mi propia voz. Tiempo de esfuerzo y dedicación, no solo enfocado en mi propia escritura, sino también intentando promocionar y divulgar, desde lo periodístico, la obra de muchos autores jóvenes y otros ya —digamos— establecidos. Estos premios los he recibido con mucha alegría y asombro al mismo tiempo. Alegría, pues vienen a ser un reconocimiento por la labor realizada, estímulo que impulsa y ayuda a continuar; y asombro porque hay mucho talento en los autores del país, voces que emulan por encontrar un espacio, desde sus particulares y sagaces propuestas escriturales. Haber recibido estos galardones tan importantes en tan poco tiempo no es más que el resultado de muchos factores: constancia, enfoque, estudio, jurados, amigos que ayudaron con sus críticas, pero sobre todo significan autoexigencia, seriedad, compromiso. Un premio es siempre motivo de júbilo, sin embargo, también trae consigo —al menos en mi caso— una buena dosis de incertidumbre y responsabilidad.

—Coméntanos sobre Umbral de las zonas detestables. ¿Qué cualidades —en tu opinión— lo hicieron relevante para un jurado de tanto prestigio como el de Pinos Nuevos, conformado por Lina de Feria, Roberto Manzano e Israel Domínguez?

—Este cuaderno llevaba mucho tiempo en gestación. Luego de repasarlo y corregirlo en numerosas ocasiones, finalmente decidí probar suerte en concursos. Obtuvo Mención en el Premio Nacional de Poesía Reina del Mar 2016. Luego, gracias a la ayuda y la luz de mi querida amiga Yanarys Valdivia Melo —excelente poeta a la que admiro y respeto—, el libro ganó en fuerza, coherencia y lirismo. Fue entonces cuando lo envié al Premio Pinos Nuevos y, para mayor alegría, el jurado decidió por él. En este libro apelo a una de las funciones primigenias de la escritura, la de sacar afuera todo lo que duele, estorba, corrompe por dentro. Expreso en los textos —como su nombre indica— estados emocionales que devienen de la interacción con esas zonas detestables que forman parte de la vida misma. Me he desnudado en los versos, no como artilugio sensacionalista ni mero hecho que busca a gritos llamar la atención, más bien siguiendo la necesidad de liberar peso, sentir que puedo, al menos en la escritura, saberme libre, menos llagado.

«Se me hace un tanto difícil hablar sobre esos valores que influyeron en el otorgamiento del premio a Umbral…, existe un acta de premiación que refleja los motivos del jurado para tal decisión. Prefiero hablarte de los propósitos que intenté ensayar en ese cuaderno. Me propuse —al menos— ser valiente a la hora de abordar cuestiones un tanto difíciles de exteriorizar, autenticidad en el acto escritural, poder reflejar realidades humanas en sentidos que van más allá de la vivencia personal. Intenté sobre todo ser yo mismo».

—Háblame del Premio de La Gaceta de Cuba. ¿Qué te parece ser parte de una publicación de tanta notoriedad?

—Este premio lo considero uno de los más importantes en el país. La Gaceta de Cuba y los organizadores del certamen realizan un trabajo encomiable en todos los sentidos. Creo que los resultados en cada entrega de la revista son perceptibles y hablan por sí mismos.

«Como te decía anteriormente, este galardón ha logrado resaltar lo más auténtico y valioso de la poesía a lo largo del país. En todas las premiaciones se pueden apreciar la calidad de voces —tanto emergentes como ya establecidas— que dan pruebas fehacientes de la vitalidad y eficacia del género en la Isla. Ser parte de este catálogo de autores es un honor, sobre todo porque el cuaderno Celda es un texto en el que estuve trabajando bastante tiempo. Surgió como fruto de mucho estudio y lecturas, remarcando algunos ensayos titulados Los espacios malditos, de la narradora y ensayista Mercedes Melo Pereira, a quien quiero y admiro por la maravillosa persona y escritora que es. Saber mi obra a la altura de este premio tan prestigioso y haberlo recibido de manos de un jurado constituido por Enrique Sainz, Julio Mitjan y Edel Morales, es la mayor recompensa de todas».

—¿Después de ganar estos premios sigues teniendo la misma opinión sobre los concursos, o cambió la mirada del escritor hacia estas formas de publicar en nuestro país?

—Mantengo la misma opinión, y no creo, fíjate, que la vaya a cambiar. Los concursos son una buena manera —sino la mejor— de publicar en nuestra Isla. Ganar un premio literario tiene otros beneficios más allá de la publicación. No se puede restar importancia a la retribución monetaria, la visibilidad, la crítica y promoción —aunque muchas veces escasas— que recibes cuando has alcanzado algún galardón. También están las cuestiones sicológicas como la satisfacción de necesidades y de reconocimiento, etc.

—¿Estás satisfecho con tus logros, consideras que son una manera de abrir otras puertas?

—Considero que siempre es posible mejorar, pero sé —estoy convencido— de que muchas veces esa mejoría depende de mucho estudio, de la capacidad de escuchar y captar códigos, aprendizajes de vivencias ajenas y propias, la flexibilidad, el tiempo, de un crecimiento interior que proporcionará la habilidad de poder ver un poco más allá de las pestañas. Sí, quiero pensar, aferrarme a la fe de que estos reconocimientos abrirán otras puertas, sobre todo humanas y espirituales.

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