L.B.: Llevo dos años con un hombre casado. Trabajamos juntos. Todos nuestros compañeros piensan que somos una pareja estable en nuestra casa, a pesar de mi cuidado para evitar dañar su matrimonio. Pero estoy embarazada y cuando se lo comuniqué me dijo que no podía darle el apellido ni responsabilizarse con el nené. Yo no tengo ninguno, él tiene dos. Quisiera interrumpir el embarazo porque me siento mal por las consecuencias futuras, pero me preocupa no poder lograr más ninguno. Tengo 37 años.
Ahora lo más importante es evaluar tu deseo de tener un hijo y las consecuencias con las que estarías dispuesta a vivir. Es cierto que te arriesgas a no tener ningún bebé o que este crezca sin el calor de su padre biológico. Por eso, es importante que te preguntes por tu deseo, por lo que más te animaría, por tus modos y posibilidades de afrontar las consecuencias. Nadie sabrá mejor que tú lo que deseas y de lo que eres capaz.
Él no parece estar dispuesto a disfrutar la paternidad contigo. No por lo difícil de esta situación para los hombres, sino porque no es su expectativa ahora. Este es un elemento a tener en cuenta, pero no significa que no puedas decidir acorde a lo que más deseas.
La respuesta de él te aporta un elemento significativo para saber lo que puedes esperar más allá de su postura amorosa y estable dentro de las fronteras laborales. Otra decisión necesaria será referente a tu vida de pareja.
A pesar del dolor que ahora experimentas, tienes la oportunidad de replantearte tu vida. En verdad, ante ti se dibuja un amplio abanico de posibilidades que esperan por tu elección. Tu destino se irá definiendo a partir de cada paso de hoy.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Psicología Clínica y psicoanalista
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