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Zapatero, ¿y los zapatos?...

La capitalina Marlene González Lugo (Corrales, No. 714, Apto. 3, entre Carmen y Rastro, La Habana Vieja) tiene, como quien dice, «una piedra en el zapato». Y puesto que a cualquiera puede estropeársele el paso, ella da la voz de alarma oportunamente.

Sucede que el pasado sábado 12 de junio, en horas de la mañana, llegó la remitente a la unidad de reparación de calzado La Invencible, sita en Monte, casi esquina a Águila, en su propio municipio de residencia.

Rápidamente, la recepcionista llama a un zapatero, y este revisa los tres pares y dos zapatos sueltos que llevaba Marlene. «Me dice: “Todo vale 35 pesos. Pasa a recogerlos a las 3:00 de la tarde, porque yo me voy a las 4:00”. El horario decía: sábado, de 9:00 a.m. a 6:00 p.m.», evoca la capitalina.

Otra cosa que despertó su atención fue que no hicieran comprobante alguno para el arreglo. Como lo que más le interesaba, al fin y al cabo, era un buen servicio, le comunicó al trabajador que si fuese necesario ella pasaba otro día a recoger los zapatos. Pero él insistió en que a las 3:00 p.m.

Pues bien, a la hora señalada regresó la clienta y de los zapatos, aún nada. Esperó casi 30 minutos y le explicó al zapatero que se tenía que ir, porque estaba enferma. Que el lunes 14 volvería por la unidad. Respuesta de este: «A lo mejor el lunes no vengo». La alternativa que esgrimió la usuaria fue que le dejara entonces el encargo, en la misma jaba, con la recepcionista. Y se marchó.

Lunes 14. Algo sorprendida, al llegar a la entidad, observó Marlene cómo la responsable de la recepción en aquel momento sí estaba haciendo los vales de las reparaciones por el Listado Oficial de Precios. No se encontraba el zapatero, ni había dejado los zapatos. (¡!).

«La recepcionista me dice que estaban bajo llave, que me sentara nuevamente a esperar... Le pido, por favor, me contacte con el Administrador. Me comunica: “tampoco está trabajando, está enfermo en su casa”. Le pregunto por algún responsable, un segundo jefe, a qué dependencia ustedes se subordinan... y no me responde nada. Por supuesto, tuve que irme sin mis zapatos», narra la doliente.

Y termina con algunas preguntas, a las que se suman las de este periodista: ¿Cómo es posible que algún cliente tenga que pagar sin vales de precio establecido cuando a otros sí se les hace? ¿Qué noción del horario laboral y la oportuna atención al público manejan en aquel centro? ¿Cómo es que ante una situación compleja no existe, o no se le avise, a nadie de la dirección del taller para que establezca el orden? ¿Cuánto más estaremos calzando este tipo de ineficiencias?

No habrá fábrica

En varias ocasiones se ha tratado en esta columna el tema de los culeros desechables. Dificultades con la obtención y distribución de estos útiles dispositivos hicieron recalar en Acuse las historias y opiniones de quienes tienen familiares en complicadas situaciones de salud.

El doctor Ismael Castillo García, director de la Empresa Nacional de Suministros Médicos, en una respuesta publicada aquí el 14 de mayo de 2009, señalaba: «Según los datos de Asistencia Social, el universo de pacientes que demandarían culeros desechables (encamados, postrados e incontinentes) asciende en todo el país a 100 000, de ellos 5 000 niños. Esto demandaría alrededor de 25 millones de CUC al año.

...«La solución definitiva de este tema sobrepasa los límites del MINSAP. Deberá ocurrir con la culminación de la inversión propuesta de la planta productora de culeros desechables, a ejecutar por el Ministerio de la Industria Básica (MINBAS), en Santiago de Cuba, que según se plantea será para el 2010».

Con fecha 30 de julio último, llegó a la sección la carta de Rogelio León García, jefe de la Oficina de Atención a la Población del MINBAS. Sostiene Rogelio que efectivamente, se analizó por su Ministerio la factibilidad de construir la mencionada industria, para lo cual se realizaron las evaluaciones correspondientes con el Ministerio de Economía y Planificación; pero se llegó a la conclusión de que «no era factible su ejecución, por cuanto los costos de la operación de dicha fábrica eran demasiado altos y sin posibilidades de recuperación, por el elevado precio de las materias primas, lo cual el país no está en condiciones de asumir en la actualidad».

Agradecemos que esta información llegue a los necesitados. Cuando en 2009 publicamos la carta de Ismael, apuntábamos que mientras la solución definitiva llega, habrá que pensar —como seguro ya está haciendo el MINSAP— las vías alternativas para aliviarles esta delicada necesidad a quienes la padecen... El ingenio y la solidaridad, aún en los tiempos más difíciles, siempre han puesto a flote a Cuba.

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