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Gratitud de hijo feliz

Como era de esperar, en la Cuba generosa y gregaria, encontró oídos el «ruego de un hijo angustiado» que irrumpiera aquí el pasado 3 de febrero, a nombre de Pedro Adrián Báez, vecino de calle F, No. 7, en Senado, provincia de Camagüey.

Entonces, Pedro Adrián contaba que su anciana madre necesitaba, para la cura de una úlcera por compresión, de un medicamento que en ocasiones llega a Cuba por donaciones: Granulex (spray).

Como quizá alguien lo tuviera y ya no lo necesitara, Pedro Adrián confiaba en que de esa manera podría sanar la llaga de su vieja, que ya le había creado a él úlceras de impaciencia en el alma. Y de antemano, agradecía a esa buena persona que pudiera contribuir a la curación de la señora.

Vuelve a escribirme Pedro Adrián, esta vez conmovido, para contar que no habían transcurrido 24 horas de la publicación de su petitorio, cuando comenzó a recibir la respuesta solidaria de otros cubanos, que tenían el medicamento. Y ya a las 72 horas le habían llegado dos spray.

Fue Xiomara Marrero, de Ranchuelo, en Villa Clara, quien primero se comunicó. Después lo hicieron Esperanza Velázquez, de la ciudad de Pinar del Río; y Lidia Márquez, de Herradura, en esa misma provincia.

Más tarde, Rolando Toledo y su esposa, de Trinidad; Pedro Pérez y su esposa, de Arroyo Naranjo, en La Habana; María del Carmen Tobar, de Cienfuegos; y Soto, de la Universidad de Oriente, en Santiago de Cuba. Además, se han comunicado varias personas para ofrecerle otras alternativas, como Rafaela Álvarez, de Holguín.

«Todas estas personas —afirma Pedro Adrián— tienen un denominador común: su humanismo y desinterés. A la pregunta de “¿cuánto le debo…?”, la respuesta fue siempre la misma: “Nada, solo la amistad”.

«Debo dar gracias también al Correo de Pinar del Río, a la tripulación del ómnibus Cienfuegos-Camagüey, a Ángela Lorites y Deisy Hernando, del Correo de mi localidad».

Cuenta feliz Pedro Adrián que ya su mamá mejora, y ratifica su convicción de que «no todo está perdido, queda un gran humanismo, una solidaridad incalculable pero también envidiable para otras naciones.

«Los cubanos —dice— somos capaces de dar una clase magistral de valores, los que se han fortalecido al calor de estos 53 años de Revolución.

«Solo la unidad engendra esta maravilla. Martí y Fidel en toda su obra y ejemplo personal nos llaman a la solidaridad, y hoy más que nunca trascienden por su vigencia adentro y afuera de nuestras fronteras.

«Usted, esas personas y muchas más, que no lo brindaron por no tenerlo, pero sí se les movió la sensibilidad, estarán presentes en ese gran monumento que algún día se le hará a la solidaridad.

«Reitero mi más profundo y sincero agradecimiento y mi compromiso de ser cada día mejor persona, para estar a la altura y en la misma proporción que esos cubanos dignos. Eternamente agradecido», concluye Pedro Adrián.

Como si fuera poca tanta nobleza, cuando ya cerraba esta nota llegó un correo electrónico de un cubano residente en Estados Unidos y ferviente lector de la edición digital de Juventud Rebelde, quien frecuentemente comenta lo publicado en esta columna.

No sabemos su nombre, pero él firma como Toyo55, y le comunica a Pedro Adrián que ya tiene pasaje para viajar a Cuba el lunes 27 de febrero, con el Granulex para su mamá. Se lo llevará personalmente a su casa el 28 o el 29.

Dígase cubano, y se ha dicho todo.

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