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El indicador humano

De las dificultades materiales, poco a poco y con mucho esfuerzo colectivo, tendrá que ir saliendo el país. Pero lo que no debe fallar, jamás, es la atención humana, el indicador más alto que logró el proceso revolucionario cubano y al cual no debemos renunciar.

Lo digo porque el villaclareño Pablo Mirabal Peraza, que carga con una delicada situación familiar y de vivienda, al parecer no ha encontrado oídos para sus penas. En la calle Fidelidad No. 45, en el poblado de Guaracabulla, en Placetas, Pablo tiene a su mamá, de casi 90 años, y un hermano de 51, encamados bajo un techo vacilante. Ella, con demencia senil; él, con carcinoma de próstata.

Al primero que se lo comunicó —narra el remitente— fue al presidente del Consejo Popular de la localidad de Guaracabulla y no encontró en él la receptividad que esperaba.

«Fui al Gobierno municipal y a la Vivienda municipal. No se me puede, según ellos, otorgar un subsidio, porque la propiedad de la casa se está cambiando de mi padre, fallecido en el año 2004, a mi nombre. Y ese trámite puede durar meses»..., se duele el placeteño.

Encima de esto, Pablo se ve imposibilitado de trabajar, por cuidar a los enfermos, y la chequera de 200 pesos de su madre no les alcanza. Las autoridades municipales, afirma, no han enviado siquiera una comisión para investigar y valorar la situación.

¿Cómo ante un caso así no ha habido al menos la presencia de las autoridades correspondientes? ¿Por qué para las situaciones excepcionales no se crean vías expeditas —previa comprobación documentada de los hechos—, que no deban esperar por todo el andamiaje burocrático? ¿O es que existen estas vías y nadie se las ha explicado a Pablo? ¿Y si este último fuese el asunto, no es también una limitación de oportunidades para los más desvalidos?

Muchos números y poca seriedad

Antes de que el capitalino Julio López Saún naciera, en 1971, ya su casa, construida en 1955, tenía el número 555. El hogar había sido levantado en una parcela comprada por su abuelo, incluso antes de que la calle Pedro Pérez se extendiera hasta el estadio Latinoamericano.

Pero resulta que en noviembre de 2012, cuando Julio presentó su documento de propiedad, con las subsanaciones requeridas, en el registro municipal de la propiedad, «este no pudo ser inscrito porque ya existía otro inmueble con la misma numeración, según nota de calificación emitida por el registrador, que me remitía a la UMIV para la correspondiente subsanación», relata el lector.

«El caso es que la UMIV del Cerro —se duele el remitente— ha entregado certificos de numeración duplicados en toda la entrecalle sin hacer un estudio del plan de numeración de esta».

En febrero de 2013, presentó el afectado un escrito al Departamento de Control Territorial de la UMIV, pero no ha tenido respuesta alguna, a pesar de que la institución reconoce las irregularidades cometidas al respecto, acota.

Y agrega finalmente: «Este asunto es también del conocimiento de la vicepresidencia de Fiscalización y Control del Consejo de la Administración Municipal. Me he visto imposibilitado de cualquier trámite sobre mi vivienda y no veo perspectivas de solución (...). Lo mal hecho es lo que debe ser priorizado para rectificar; no existe justificación para seguir dilatándolo».

En Pedro Pérez, entre Clavel y Mariano, en el Cerro, este cubano espera al menos un paliativo decente para tantas irregularidades.

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