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¿Un niño ilegal?

Esta es la historia de un niño: ¿ilegal?, ¿fantasma?, narrada con mucha inquietud y desasosiego por su abuelo, George Díaz Durand, desde José Martí no. 1072, entre/ Mármol y Varona, en la ciudad de Guantánamo.

Refiere George que su hija, Markia Díaz Martínez, en 2007 se incorporó a un contingente de la construcción en Varadero, provincia de Matanzas. Y allí conoció  a su actual esposo, el arquitecto Jorge Luis Díaz Coca. Contrajeron matrimonio, y les asignaron en un albergue una habitación de matrimonio.

En noviembre de 2010 tuvieron una niña, y por ello Markia pasó su  licencia de maternidad en casa de George en Guantánamo. Y al retornar a Varadero en febrero de 2012, les asignaron una especie de apartamento en lo que había sido un albergue de la construcción en el sitio conocido como Carbonera, en la carretera Matanzas–Varadero.

En 2013, al esposo de Markia lo asignaron a una brigada de la empresa en la ciudad de Matanzas. Y le asignan una especie de apartamento en lo que había sido un campamento de la construcción en Punta de Sabanilla, en el barrio Versalles de esa ciudad.

Markia, quien laboraba  en una UEB de la referida empresa, tuvo que dejar de trabajar, pues la niña presenta un tipo de epilepsia que le ha afectado el desarrollo sicomotor, y no tenía quien se la cuidara.

El pasado 22 de marzo, Markian parió un bebé de nueve libras en el hospital materno de Matanzas, al cual lo nombraron José Pedro. Y el 25 de abril, cuando el abuelo me envió su carta por correo electrónico, aún el bebé estaba ilegal en su propio país.

Refiere el abuelo que, por lo que ha averiguado, los niños tienen que ser inscritos en el registro Civil y en la Oficina de Consumidores (Oficoda), en el lugar donde está registrada la madre.

Su hija está registrada en la libreta de abastecimiento allá en Guantánamo, porque el local donde residen es un medio básico de la empresa. Nunca tuvieron libreta de abastecimiento allí, y había que enviarle los alimentos de la canasta básica todos los meses por el expreso del ferrocarril.

A la salida del hospital, cuando fueron a inscribir al bebé, comenzó el enredo. Como la madre no tiene registrada dirección en Matanzas, el pequeño no se puede registrar en esa ciudad. Ni siquiera un trámite provisional para que al menos puedan comprar los alimentos necesarios para el niño, como la leche. Se insiste en que tiene que ser donde está registrada la madre.

En la ciudad de Guantánamo, George se dirigió a las oficinas del carné de identidad y le dijeron que tenían que dirigirse a la oficina del Registro Civil que se encuentra en el hospital provincial Agostinho Neto.

Allí, la persona que le atendió le comunicó que no pueden registrar al niño porque la planilla que se confeccionó en el hospital de Matanzas estaba con tinta negra, y solo estaba  con tinta azul la firma de los padres al pie del mencionado documento. Que si la responsable del Registro lo autorizaba, ella procedía a la inscripción.

George fue al Registro Civil de Guantánamo, y allí le confirmaron que no se podía aceptar esa planilla, porque estaba confeccionada con tinta negra, luego de manifestar que el niño sería inscrito cuando fuera a comenzar en la escuela.

Ese mismo día, en carta certificada envió los documentos para Matanzas. Y allí, ¡menuda sorpresa! al recibirse los documentos. Al padre del bebé la compañera que atiende esa actividad en el hospital le refirió que no podía confeccionar nuevamente la planilla de inscripción porque la tinta que tenía era negra.

«Resultado: José Pedro sigue ilegal, señala el abuelo; y a un mes y tres días de nacido, ¿a quién le interesa que aún no esté recibiendo ninguno de los productos que le corresponden como tal? ¿Será factible enviar por el expreso del ferrocarril la leche y la cuota de carne a que tiene derecho todos los meses? Es posible que esté equivocado, pero considero que debe haber un mecanismo o regulación para que los niños que vienen al mundo en semejantes circunstancias no pasen trabajo.

«En estos momentos el niño se está alimentando con un producto que se llama NAN, que compran al precio de 4,15 CUC cada cuatro días, en una familia donde solo está trabajando el padre. Solo estamos solicitando que al niño se le habilite, aunque sea provisional o como quieran llamarle, la facilidad para los alimentos en esa provincia donde sus padres, personas honradas y laboriosas, llevan viviendo y laborando por espacio de 12 años», concluye George.

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