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El problema sigue latente

Semejan culebrones con varios capítulos ciertas historias vertidas aquí, como la de Moisés Ladrón de Guevara Rodríguez, a partir del 20 de octubre de 2020, desde la comunidad militar 18 de Septiembre, en la ciudad de Holguín.

Contaba que en su barrio hacía más de tres meses manaba un salidero de aguas albañales, a partir de una inversión de la Unidad de Construcciones Militares de Holguín, que sustituyó la tubería de residuales por una plástica de mayor dimensión. El coordinador de la zona les explicó que nada se había podido hacer, pues se debía esperar la firma de un documento de traspaso con otra entidad, para  unir la tubería del salidero con la principal.

«¿Cómo es posible que por una causa burocrática de esperar la firma de un documento para el traspaso, se esté dañando nuestro entorno y con peligro de que nos enfermemos? Al lugar no se ha presentado más nadie para definir esta situación», expresaba Moisés.

El 20 de enero publiqué la respuesta de Eudelio Ricardo Mondeja, delegado provincial de Recursos Hidráulicos, quien afirmaba que en visita a Moisés se le informó de los trámites que se hacían para el traspaso de la infraestructura del sistema hidráulico de esa comunidad.

Refería que, ya elaborado el expediente de traspaso, y firmado por el jefe de Vivienda del Ejército Oriental (organismo que entrega) y el delegado provincial de Recursos Hidráulicos (que recibe), se presentó a la Comisión Nacional, y quedó pendiente la notificación de aprobación para hacer efectivo y legal el mismo.

«No obstante, añadía, se envió una brigada y el carro de alta presión perteneciente a la Empresa de Acueducto y Alcantarillado Holguín, resolviendo el problema de obstrucción existente. La queja queda con razón total, y pendiente de solución lo relacionado con el traspaso»,

Este redactor acotó que, así como se trabajó en el problema aún sin traspaso tras revelarse aquí la queja, bien se podría haber hecho antes. Y sugirió que los necesarios procesos burocráticos de traspaso deben ser más ágiles para satisfacción de quienes esperan allá abajo.

Y el pasado 3 de marzo volvió a escribir Moisés: «Le digo con sinceridad que da pena y vergüenza que las autoridades competentes y los organismos que tienen que ver con todo esto, no le hayan dado seguimiento para dar una solución posible al problema».

Y agrega que, a raíz de publicarse su denuncia, «apareció de la nada un carro de comunales a limpiar los registros tupidos de aguas albañales; y al final se dieron cuenta de que eso no resolvía el problema, mientras no se conectaran estas tuberías secundarias con la principal para el desagüe y drenaje».

Luego, añade, le visitó un representante de la Dirección de la Vivienda, buscando el salidero dentro de su casa. Él le dijo que estaba afuera. Después, fue un especialista de Recursos Hidráulicos: le mostró los documentos para el traspaso entre la Unidad Militar y su entidad, y afirmó que se le daría curso al tema.

Y al publicarse la respuesta del delegado provincial de Recursos Hidráulicos, como que se había dado solución a la obstrucción, «no era cierto, asegura, y es por ello que se presentan los compañeros de esa entidad, disculpándose… y que no nos preocupáramos, eso se iba a resolver».

Concluye que «todo ha quedado en el olvido, y el problema sigue latente». Y a la carta la acompaña una foto demostrativa.

Siempre hay un ángel

Raquel García  (calle 19 no. 6816 entre 68 y 70, Playa, La Habana) relata que el pasado 26 de febrero fue a cobrar su pensión de jubilada mediante la tarjeta magnética en el cajero que está afuera de la Cadeca de 17 y 84, en el municipio habanero de Playa. Y, al parecer se demoró en algún paso del proceso, y el cajero se «tragó» la misma.

Entró en la Cadeca a pedir ayuda: «Una voz me decía constantemente y como autómata, ante mi asombro, que ellos no tenían nada que ver con el cajero, y que debía dirigirme a reclamar al Banco de 5ta. y 84».

Y apareció Ariana. No sabe su apellido, pero era un ángel. Muy amablemente le pidió el carné de identidad y su número de teléfono para gestionar la recuperación con Trasval y poderse comunicar con ella.

«Grande sería mi asombro al día siguiente cuando, efectivamente, recibí su llamada para que fuera a recoger mis documentos. Pude decirle personalmente que personas como ella son las que hacen falta en todas partes, porque son parte de la solución y no del problema; pero quisiera hacer público mi reconocimiento», concluye Raquel.

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