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¿Qué esperan?

El 12 de octubre de 2016 publiqué aquí lo siguiente: «Vilma Baró Morgado (Suárez No. 153, apto. 6, entre Misión y Gloria, La Habana Vieja, La Habana) vive en la azotea de ese inmueble con su mamá de 78 años, hipertensa, diabética y con artrosis generalizada, por lo cual camina auxiliada con un bastón. Para llegar a su vivienda, ambas deben subir una antiquísima escalera de madera ya desvencijada, con huecos y escalones prácticamente en el aire. Y lo tienen que hacer auxiliadas por algún que otro vecino.

«La escalera fue declarada en mal estado por dictamen técnico de la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda (UMIV) hace tres años, con peligro inminente de derrumbe. Y Vilma ha estado buscando soluciones en distintas instancias, incluida la Dirección de la Vivienda en La Habana Vieja.

«En febrero de 2016 se entrevistó con la Presidenta del consejo popular, quien le prometió respuesta». «Ya casi se termina este año, ¿y la respuesta?», cuestionaba Vilma.

«¿Hay que esperar a que haya un derrumbe en la escalera, y que pierda la vida una anciana de 78 años, para que se ocupen de arreglarla? ¿Nadie puede pronunciarse al respecto?», añadía este redactor.

El 14 de diciembre de 2016 publiqué aquí la respuesta de Liz Y. Alfonso y Omara Figueroa, subdirectora de Inversiones y jefa del Departamento de Atención a la Población, respectivamente, de la Dirección Municipal de la Vivienda. Decían que en inspección in situ el 11 de octubre de ese año se confirmó lo dicho por Vilma en cuanto al mal estado de la escalera, que estaba desplazada y presentaba diez centímetros de separación del muro de carga, con tablones sueltos.

Añadían que «en conciliación realizada conjuntamente con el jefe técnico de Secons el 13 de octubre se tuvo en cuenta darle prioridad a esa obra, debido a que dicha escalera presenta peligro inminente de derrumbe; el 14 de octubre se tramitó a Secons la orden de emergencia y quedaron en que iban a comenzar los trabajos», concluían.

Y este redactor adosaba: «Agradezco la respuesta. Pero hace tres años la escalera fue declarada en mal estado por dictamen técnico de la UMIV, con peligro inminente de derrumbe. Y Vilma ha estado todo ese tiempo buscando solución en distintas instancias, incluida la misma Dirección Municipal de la Vivienda, la cual ahora responde, compulsada por la revelación pública del caso. Sea por lo que fuere, las dos mujeres viven en peligro inminente hace tres años, sin que haya aparecido solución alguna. Y Secons  ni siquiera ha reaccionado ante el drama de esas dos personas con una respuesta a esta columna…».

Y este 25 de mayo de 2022 volvió Vilma para contar que a raíz de lo publicado entonces, le dieron la opción de que la escalera fuera arreglada o hecha de madera de pino, «sin tocar el techo, que se quedó con la misma madera y no quisieron ni poner vigas, ya que no había materiales para construirlas de cemento».

Entonces, señala, y temiendo por la vida de las personas que viven en los bajos si se derrumbara la escalera y no pudieran bajar ni subir más, accedió a la propuesta, pues su mamá enferma y con problemas de locomoción, tenía que bajar para ir al médico. Y según la delegada entonces, ese arreglo era momentáneo hasta que llegaran los materiales.

«Han pasado seis años, dice, en los que no he dejado de insistir en la escalera de cemento. Con la COVID-19 todo estuvo parado, actualmente, todo está volviendo a la normalidad y continúo haciendo tramites sin resultados con respecto al problema de las  escaleras de madera y la promesa de que las iban a hacer de cemento.

«Y nada. Ya han colapsado tres escalones. Mi mamá hoy tiene 83 años… y siente miedo de bajar por temor a caerse. En esta ciudadela viven tres lactantes y cuatro vecinos de más de 70 años que vienen y van de un lado a otro. Las mamás de los lactantes tienen que subir por estas escaleras para la azotea con cubetas de ropa a tender los pañales. Los palos que sujetan la escalera están a punto de desprenderse. Ya uno se cayó.

«El 17 de febrero de 2022 fui a entrevistarme con la compañera de Atención a la Población del Gobierno, quien no estaba. Me atendió un compañero, tomó mis datos y me dijo que pasaría a ver el lugar. Y hasta el sol de hoy nadie ha venido. La escalera está cada día peor. Están de lado a punto de caerse los palos, fuera de lugar. Uno hasta se desprendió y el miedo es que viven más personas», señala Vilma.

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