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El pan nuestro de cada disgusto

Es ya un mal crónico el engaño al consumidor y el maltrato con el pan normado, el único que puede adquirirse con seguridad a diario y a precio módico, según manifiesta desde avenida Ciudamar, No. 18503, entre 1ra. y 3ra., reparto Ciudamar, San Miguel del Padrón, La Habana, Luis Gutiérrez Urdaneta, un fiel lector de esta columna y uno de esos valientes inconformes, colaboradores voluntarios de ella.

Recuerda Luis que, a principios de 2021, a escaso tiempo del inicio del llamado ordenamiento, se recalcaba por el Gobierno que a partir del incremento entonces del precio del pan normado las personas exigían una mayor calidad. Y repara en que de eso nunca más se ha vuelto a hablar.

En octubre de 2022, precisa, en una nueva «campaña» contra las ilegalidades, el tema del pan volvió a surgir. «¡Como si fuera un secreto bien guardado y de repente revelado! Lo cierto es que, durante unas semanas desde finales de octubre, el pan mejoró la calidad y el peso. Desparecieron los pregoneros que todas las noches recorrían los barrios de Ciudamar y Carolina. Nos quedábamos  asombrados del tamaño del pan normado.

«Pero los traficantes y maleantes cogieron “seña”, pues saben bien que son campañas que no se dirigen a resolver las causas de los problemas».

Y la situación actual con respecto al pan es realmente bochornosa, manifiesta; basta leer los artículos de periódicos provinciales y comentarios en redes sociales para confirmar que es un mal generalizado a lo largo y ancho del país.

«He pesado durante varios días, pormenoriza, muestras del pan normado, producido en la panadería de calzada de San Miguel del Padrón y Cantera, que debe tener 80 gramos, con una balanza digital de alta fidelidad y comprobada.

«A continuación, los resultados: 26 de enero de 2023, cinco panes pesados con peso promedio de 47 gramos; 31 de enero, cuatro panes pesados con peso promedio de 55 gramos; y 1ro. de febrero, cinco panes pesados con peso promedio de 37 gramos.

«Resultados similares de la panera ubicada en Narcisa y 1ra., en el mismo municipio: día 27 de enero, dos panes pesados con peso promedio de 44 gramos; día 31 de enero, cuatro panes pesados con peso promedio de 45 gramos; y 1ro. de febrero, cuatro panes pesados con peso promedio de 57 gramos».

Precisa que esa panera, abastecida por una panadería, merece un comentario aparte: llega el pan allí a cualquier hora y en tandas, de manera que los vecinos deben ir más de una vez a ver si alcanzan.

«Las colas a veces inmensas, detalla, y una buena parte del tiempo no alcanza el pan. En todo enero, en nueve ocasiones no pudimos comprar el pan, pues luego de ir varias veces no alcanzaba. Nada, el 30 por ciento de los días del mes.

«Pululan los vendedores clandestinos de pan, probablemente producido con la misma harina robada al pueblo, pregonando las bolsas con ocho diminutos panes a 150 o 200 pesos. Según la “oferta y la demanda”».

Y concluye con una elocuente ironía:

 «Si nuestro Gobierno, nuestros científicos y personal de Salud y de apoyo fueron capaces de diseñar, producir y administrar las mejores vacunas del mundo contra la COVID-19, que sí es una hazaña, creo que es hora, ante la aparente incapacidad de las instituciones territoriales de control, de considerar si se transfiere la actividad de la producción y distribución del pan a Biocubafarma».

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