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Le deben desde 2017

El productor de carne de cerdo Alfredo Adolfo Rubio Pérez sigue esperando allá en Carretera Central, No. 169 B, en el reparto Cabrera del municipio santiaguero de Contramaestre, por una deuda incumplida para con él, nada más y nada menos que de siete años.

Refiere Alfredo Adolfo que en 2016 realizó contrato con la cooperativa de crédito y servicios (CCS) Gregorio Careaga Medina, para el suministro de carne. Y el 24 de diciembre de 2017 él cumplió. Entregó 820 kilogramos en cerdos vivos.

A partir de entonces, agrega, en cumplimiento del contrato le entregaron en octubre de 2018 una tonelada de maíz en grano para la alimentación de los animales. Y a estas alturas, asombrosamente, aún le deben unas tres toneladas de maíz.

«Conozco de la situación tan difícil en que nos encontramos como país, manifiesta, y de los bajos niveles de pienso para la crianza de puercos y aves que tiene el país. Pero la fábrica que produce ese pienso criollo mantiene su producción regularmente con maíz de producción local y afrecho que proviene de las molineras, como materias primas fundamentales. O sea, se sigue comercializando esa comida para la alimentación animal.

«Pregunto: ¿Esta deuda cuándo se pagará, o quedará archivada eternamente? Ese pienso en la actualidad tiene otro precio, pero se necesita para seguir criando», concluye.

Inundados de problemas

Eric Eduardo Broche Vidal escribe a esta columna como última tablita de salvación porque, según sus propias palabras, «se queda uno sin salidas, sin respuestas, sin aliento y cargado de un pesimismo total».

Cuenta que es residente en el renombrado edificio Mouré, que ocupa la punta de ese cuchillo situado en Dragones, entre Galiano y Águila, frente al parque El Curita. Un hermoso inmueble que viene sufriendo demasiadas suciedades en su sótano hace más de cinco años: por problemas de drenaje (tupición en la calle) se llena de agua constantemente.

Aparte de las secuelas constructivas que puede ir causando a tan sólida edificación la permanente inundación, Broche duda que haya en el país un foco de mosquitos mayor que ese, que afecta no solo a los moradores del Mouré, sino a vecinos de las edificaciones cercanas.

Manifiesta que en varias ocasiones se ha presentado en  Atención a la Población del Gobierno municipal de Centro Habana, y con el Viceintendente. Y por último, con un equipo de trabajo del Intendente. Pero nada se ha hecho al respecto hasta el momento.

Y precisa que, a más de los mosquitos, ahora no se puede conciliar el sueño tampoco por la piquera de carros impuesta a la puerta del edificio, sin consultar a los propios vecinos.

Para colmo, agrega, alguien en el Gobierno municipal ha autorizado una especie de discoteca al aire libre al lado del portón del Barrio Chino, que funciona hasta altas horas de la noche de martes a domingo.

«¿Hasta cuándo hay que aguantar el atropello y la falta de acción?, manifiesta. Quizá no haya donde poner la piquera, quizá no haya los recursos para destupir y quitarnos los mosquitos. Pero tampoco hay un funcionario, una patrulla de la Policía o alguien con autoridad suficiente que pase por la discoteca y al menos obligue a respetar la ley y bajar el escándalo público de cada noche, que molesta a los vecinos.

«Repito: He ido al Gobierno y he dado todos los pasos. Y al final, nada. He llamado a la Policía, y al final nada. Que alguien me diga qué tengo que hacer…».

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