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Todo se queda en palabras

El 6 de enero de 2024, y desde Moncada 212, entre Martí y General García, en San Luis, provincia de Santiago de Cuba, María Vilma Ametller denunció aquí que al lado de su casa instalaron una cafetería, donde se difundía música alta desde la mañana hasta altas horas de la noche. Y con esa casa, la suya comparte la pared medianera y el techo común.

Contaba que ella presentó queja en el Gobierno municipal, y fue allí una comisión, que no tuvo en cuenta su estado de salud. Le dieron todo el derecho al dueño del negocio, decía, alegando que él podía poner la música las 24 horas del día para así atraer clientes.

María Vilma se acercó al presidente del consejo popular, quien fue a llamarle la atención al dueño del negocio, y este ignoró de hecho ese requerimiento. No obstante, se presentó la queja como planteamiento al Gobierno municipal, a través del presidente del consejo popular. Y transcurrido más de un mes no habían dado respuesta.

La afectada fue a la Fiscalía municipal en busca de orientación, y quien la atendió allí le dijo que no podía hacer nada al respecto. Que fuera al Citma en la provincia y se quejara allí.

«Todo esto, añadía, ha deteriorado mi salud mental y me he tenido que atender con el siquiatra por la gran depresión que estoy atravesando. Me siento decepcionada al ver que en este municipio le dan más valor a las ganancias de un negocio que a la salud de una mujer que está en su casa, donde le han hecho la vida imposible», concluía.

Y vuelve a escribir María Vilma para contar que, a raíz de lo publicado entonces, se analizó con el primer secretario del Partido en el municipio y se le solicitó a Higiene provincial medir con el sonómetro el nivel de decibeles allí, lo que confirmó que era inaceptable.

«Hasta el día de hoy, afirma, a mi queja aún no se le ha dado solución. Y el dueño de la cafetería no ha dejado de molestarme. Cada ocasión que lo hace he denunciado a instancias mayores. Y siempre me dicen que habrá una solución, pero todo se queda ahí, en palabras y no veo q toman cartas en el asunto.

«¿Y mi paz, mi tranquilidad? Y mi estabilidad emocional y la de mi familia cada día se deterioran más. No soy escuchada. Han ocurrido incidencias mayores que ponen en riesgo a nuestra familia. Luego de una de las tantas quejas que llegó a los oídos del dueño de la cafetería, este discutió con mi hijo sobre ese tema, y luego el 1ro. de mayo de este año ocurrió nuevamente el mismo incidente. ¿Qué más tiene que pasar para que le den solución a mi problema?».

Como si fuera poco, el 1ro. de enero nació el nieto de María Vilma, que tiene siete meses. Y cuando la música está puesta lo altera. Es imposible que pueda conciliar el sueño.

«Es inaceptable, manifiesta, que sabiendo todo esto aún haya oídos sordos a mi queja. En realidad no sé qué más hacer. Resulta que yo soy la que estoy molestando, porque soy la que me estoy quejando. Espero que esta vez me den una respuesta y solución real a mi problema».

«Conclusión» chapucera

Joel Tamayo Ramírez (edificio 1, calle 24, entre 7ma. y Máximo Gómez, reparto El Roble, Guanabacoa, La Habana) relata que hace más de cinco meses, a causa de un salidero o tupición en drenajes de las calles 20 y A, en ese barrio se iniciaron labores para solucionar tal problema, zanjeando el centro de la calle A aproximadamente diez metros de longitud.

Y después de muchos días de lento trabajo, este «se concluyó» devolviendo parte de la tierra cavada a la mencionada zanja, sin otro relleno capaz de soportar el peso vehicular, por lo que la zona de los ya añejos baches se ha ampliado en complicidad con eternos salideros de aguas albañales que agravan la situación.

Ello, precisa, ha dificultado, y en ocasiones evitado, el paso del nutrido transporte que por allí circula (decenas de ómnibus de las diferentes unidades militares y dependencias de las FAR que trasladan su personal desde el reparto a sus respectivos centros). También afecta a las rutas 11, 24 y 31 del transporte urbano, la ruta 13 de las gacelas y otras.

Muchas y diversas son las opiniones y criterios que se ventilan con delegados y otros dirigentes que, sin lugar a dudas, conocen de esta realidad. Y no se ha visto una acción encaminada a solucionar o al menos mejorar tal situación.

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