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La NSA y el diccionario

Dicen que se siente el ajetreo del trabajo en un valle recóndito de las montañas Oquirrh, en el estado de Utah, y no lo provocan los sosegados mormones que se asentaron allí hace 160 años y crearon en Bluffdale su mundo de principios religiosos y poligamia. Viene más de las entrañas y corresponde a constructores afanados en terminar, para septiembre de este 2013, la obra fortificada en grado sumo que le ha sido encargada por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), considerada la mayor, más secreta, poderosa e intrusiva de las agencias de inteligencia o espionaje de Estados Unidos y probablemente del mundo.

Es un edificio hecho a la medida, y a un costo de 2 000 millones de dólares, para alojar servidores y computadoras, además de los expertos en inteligencia cibernética que capturarán, almacenarán y analizarán miles de millones de palabras e imágenes procedentes de la telaraña comunicacional del planeta, emitidos como correos electrónicos privados, llamadas por teléfonos celulares, mensajes compartidos en Google, datos personales cándidamente entregados a cada requerimiento en Internet, compras hechas por ese medio digital, rastreo de GPS, itinerarios de viaje, y quién sabe cuánta menudencia digital más que engrosarán dossiers de «sospechosos» para el Big Brother o Gran Hermano, el ojo vigilante del totalitarismo imperial.

Así que mucho cuidado con lo que dices, porque la NSA en muy en breve tiempo añadirá a lo que ya tiene —y es mucho— el mayor centro de espionaje concebido para lo maligno, con una máquina capaz de ejecutar 20 petaflop o cuatrillón (1015) de operaciones en un segundo. Afirman que la ilusoria La Biblioteca de Babel, del escritor argentino Jorge Luis Borges, podrá ser decodificada, iluminada y entendida cada una de sus palabras y entregada a los analistas y a quienes hacen la política de los poderosos  para que puedan aplastarnos.

Y en el alimento para esa «comprensión» del código de cada término emitido por cada hombre y cada mujer de esta Tierra —por lo visto maldecida—, estará sin duda la lista oficial de palabras del Manual del Departamento de Seguridad de la Patria (DHS) del Gobierno estadounidense para monitorear la red, las noticias, y los medios sociales, para hurgar en Facebook y en Twitter. Según reporta el sitio digital Huffington Post, el Electronic Privacy Information Center logró obtener y ha colocado online un manual del año 2011 del DHS que, en 39 páginas, incluye cientos de palabras «sospechosas», mediante las cuales supuestamente detectarían posible «terrorismo», y oiga lo mejor, un oficial de ese Departamento en condición de anonimato —por supuesto— testimonió al Huffington Post que el susodicho manual «es un punto de partida, no el final del juego».

Organización, ejercicio, iniciativa, epidemia, virus, policía, incidente, metro, desastre, evacuación, emergencia, eléctrico, puerto, muelle, puente, cancelado, interrupción del servicio, demorado, plaga, colapso, telecomunicaciones, inteligente… son algunas de las palabritas que le causarían problemas.

Así que cuídese de cómo habla y de lo que escribe, el diccionario también puede ser censurado. Ahí está la maquinaria de la NSA mejorando su trabajo.

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