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Las bestias de las guerras

Las barbaridades no son exclusivas de la soldadesca estadounidense en los países que mantienen ocupados; recordemos que tienen aliados, y el principal es la Gran Bretaña. Atrapados en una violencia sin razón, y con un arma en la mano, no son pocos los alienados donde desbordan las pesadillas, y van más allá de los disparos en el campo de batalla para ejercer el poder de la fuerza en cualquier percance.

El Gobierno británico, reveló el diario Guardian hace unos pocos días, pagará compensación a la familia de Ghulam Nabi, un niño afgano de diez años al que Daniel Crook, un guardia granadero, prácticamente le cosió a bayonetazos el hígado, en un ataque no provocado. Simplemente el militar dice no recordar qué sucedió, pero por su «hazaña», ejecutada en la provincia de Helmand tras una muy intensa jornada de borrachera a la que era habitual, apenas recibió 18 meses de prisión y la baja del ejército.

El Ministro de Defensa del Reino Unido está dispuesto a desembolsar cualquier cantidad a la familia del muchachito y admitió que el ataque, ocurrido en marzo de 2010, fue «atroz». Así lo publicó The Guardian, donde la historia revela el escalofriante suceso:

Crook bebió por la noche una «cantidad considerable» de vodka, al punto que tuvo que recibir tratamiento médico y a las 9:00 a.m. del siguiente día su grupo sale a patrullar, pero lo deja en el emplazamiento sin el fusil «como medida de seguridad». Entonces, el granadero sigue a su unidad armado de un par de granadas y una bayoneta, y no lejos del punto de control se encuentra con el niño que iba con su padre, el campesino Shah Zada, en tareas de recolección. Según narra el padre, Crook le dio el alto al niño, que no entendió y siguió lentamente en su bicicleta.

Entonces, Crook lo tomó por el hombro y lo apuñaló con la bayoneta en la región lumbar, y ni siquiera —dijeron los fiscales— notó que el niño estaba sangrando.

En aquel momento callaron a la familia con una pequeña cantidad de dinero para pagar la hospitalización y durante meses el muchacho no pudo caminar, menos aún montar bicicleta para ir a su escuela o en busca de alimento para los animales.

Como es de suponer, las justificaciones llueven, y las autoridades británicas en Afganistán aseveran que incidentes como este «son extremadamente raros».

Supuestamente, la misión de las tropas del Reino Unido en Afganistán y su más alta prioridad, es «proteger a los civiles afganos», pero parece que a Daniel Crook no le dieron bien las órdenes, o no las entendió.

Según The Guardian, hay al menos otros ocho soldados británicos procesados por acusaciones de haber asesinado o herido a civiles afganos desde enero de 2005, aunque la Real Policía Militar tiene abiertas otras 129 investigaciones respecto al asesinato de 44 civiles y las heridas causadas a otros 49 afganos.

Como para hacerse los chicos buenos, el secretario de Defensa, Philip Hammond, ha revelado planes para las Fuerzas Armadas del país cuando se retiren de Afganistán, y siguiendo a la guía estadounidense enfatiza en los aviones sin piloto o drones —como se sabe esos permiten «muertes limpias» de los blancos escogidos.

Para la real armada hay promesas de portaviones cargados de modernos aviones y los más modernos submarinos y armas nucleares. En el ejército, donde hacen filas estos granaderos reales, aunque tres brigadas blindadas seguirán entrenando para «un completo espectro de tareas de intervención», se dedicarán más a construir las capacidades de los ejércitos de naciones amigas, y según el jefe de ese cuerpo, general Sir Meter Wall, estarán involucrados en «tarea políticas y culturales alrededor del mundo».

Si ustedes quieren, le creen ese papel tan humanitario. Pero, para recordarles la verdad, está la lista que ha logrado recopilar The Guardian, y resalta que las víctimas nunca tienen nombre, y hay detalles de los crímenes y circunstancias que se omiten de la investigación por ser demasiado embarazosos. En definitiva, dicen con total tranquilidad que no es su política contar el número de civiles afganos muertos o heridos durante el conflicto.

Son las bestialidades de las guerras imperiales, el menosprecio a los «nativos», la superioridad de los «elegidos».

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