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Sucedió en agosto

Se celebrarán próximamente los 190 años de la fundación de Gerona, capital de la Isla de la Juventud, y quizá sea oportuno recordar ahora que el 1ro. de agosto de 1828 el capitán general Francisco Dionisio Vives autorizó la fortificación y colonización de ese territorio nombrado Reina Amalia. Hasta entonces y durante muchos años se habían sucedido numerosos esfuerzos para poblarla y fomentar su riqueza, pero la suerte no había sido propicia.

A fines del siglo XVIII, Joaquín de Santa Cruz y Cárdenas, conde de San Juan de Jaruco, había recibido la encomienda de la metrópoli de estudiar y promover la fundación de nuevas poblaciones en la Colonia. Una de las recomendaciones del conde fue la del fomento del territorio que Colón llamó Evangelista y que hoy es Isla de la Juventud, propuesta que, si bien no cayó en el vacío, demoraría en ejecutarse.

Se encomendó al capitán de fragata Juan Tirry y Lacy el reconocimiento de la Isla de Pinos. Afirman especialistas que quienes lo escogieron para esa tarea estaban seguros de la competencia y celo del elegido, y sus exploraciones, al igual que las que llevara a cabo en el extremo occidental de Cuba, respondieron a su interés de acometer el mejor trabajo posible.

Pasó allí meses y dejó al final una memoria prolija de su quehacer. Precisó la extensión del territorio, caracterizó sus accidentes geográficos, describió sus costas y señaló el origen y curso de sus ríos, la calidad de sus tierras y productos naturales, y lo beneficioso de sus aires y sus aguas. Aludió por último a su escasa población: no pasaba de los 300 habitantes.

En pocas palabras: Tirry proclamó lo que Isla de Pinos valía, pero los tiempos que siguieron a su informe no fueron propicios para la ejecución de sus sugerencias. Hasta que Francisco Dionisio Vives, conde de Cuba, asumió el mando de la Isla no hubo en realidad ninguna iniciativa enderezada al fomento de aquella posesión. Nuevas informaciones mandaría a recoger el Capitán General y al cabo quedó convencido de la utilidad de cuidar y poblar a Isla de Pinos y propuso a la Corona la adopción de las medidas que estimase pertinentes.

Cuatrocientos combates.Diez heridas

Era alto, flaco, rubio; tenía los ojos azules y era un hombre amable. Llegó a Cuba en la expedición del Perrit, que mandaba el general Thomas Jordan. No hablaba español e ingresó en el Ejército Libertador como soldado, no sin dificultad ya que por las heridas sufridas durante el desembarco en las costas cubanas, se le consideró, de entrada, no apto para la vida militar. Sin embargo, pronto se convirtió en el más intrépido y hábil jefe de caballería de las huestes camagüeyanas y Agramonte lo hizo su hombre de confianza. Se llamaba Henry Reeve y se le conocía por El Inglesito, aunque para otros era Enrique, el Americano.

En este mes de agosto (día 4 de 1876) se cumplieron 144 años de su muerte. Fue meteórico su paso por la guerra de liberación de Cuba. Aquel hombre, a quien un jefe cubano juzgó «inepto e inservible para el servicio de las armas», peleó a las órdenes de Agramonte, Sanguily y Máximo Gómez, participó en unos 400 combates y sufrió heridas diez veces, algunas de gravedad, como aquella vez en Santa Cruz del Sur, cuando, decidido a silenciar un cañón que causaba estragos inenarrables en su caballería, resultó herido en una pierna, lo que, luego de una larga convalecencia, lo obligó al uso de una prótesis metálica y de un dispositivo que lo mantenía firme sobre la cabalgadura. De otra herida, en el abdomen, padeció hasta el fin de sus días. Antes, mucho antes, días después de su desembarco en Cuba, fue hecho prisionero y fusilado en masa con otros patriotas. Afortunadamente no resultó mortal ninguna de las cuatro heridas que recibió. El 10 de diciembre de 1873 fue ascendido a general de brigada. Ingresó en el Ejército Libertador en 1869.

En las sabanas de Yaguaramas, aquel 4 de agosto de 1876, en desigual combate, resultó herido en el pecho y en la ingle. Derribado del caballo, fue herido de nuevo, esa vez en el hombro. Quiso su ayudante montarlo sobre otra bestia, pero El Inglesito comprendió lo inútil del esfuerzo. Siguió combatiendo hasta que, agotadas las fuerzas y las balas, se dio un tiro en la sien para no caer prisionero.

También La Habana

El 5 de agosto de 1555 el corsario francés Jacques de Sores abandona La Habana luego de reducirla a cenizas, destruir las embarcaciones surtas en puerto y cobrar un elevado rescate.

Aterrorizado por su presencia,el gobernador Gonzalo Pérez de Angulo huyó de la villa y se refugió en Guanabacoa, en tanto que Juan de Lobera, alcalde del castillo de la Real Fuerza, asumía una resistencia heroica, dispuesto a morir antes de entregar su bandera. Pudo al fin rendirse en condiciones honrosas: De Sores prometió respetar sus vidas y el honor de sus mujeres. Pero Angulo además de cobarde se mostró insensato. Quiso sorprender a los franceses y, en contra de lo pactado entre De Sores y Lobera reanudó el combate. La indignación del corsario no tuvo límites y la sangre corrió en abundancia. Lobera escapó tras esfuerzos extraordinarios y Angulo, con lo que quedó de su mal dispuesta tropa, huyó a Bainoa.

Decepcionado por no encontrar en La Habana los tesoros que esperaba, De Sores decidió dejar memoria dolorosa de su visita luego de estimar miserables los mil pesos que le ofrecieron. Dejó solo en pie las paredes del templo, del hospital y de las casas de Juan de Rojas, vecino principal de la villa, y aún tuvo tiempo para asolar algunas estancias comarcanas, apropiarse de las bestias que estimó oportunas y ahorcar a no pocos esclavos.

Otras fechas

Para España, con respecto a Cuba, el 14 de agosto (de 1762) fue una fecha infausta. Ese día, en la mañana, comenzó la dominación británica en La Habana en virtud de las cláusulas firmadas el día anterior. Sir George Keppel, conde de Albemarle, tomó posesión del castillo de La Punta, en tanto soldados británicos sustituían a los españoles en todos los puestos de guardia y estos se replegaban a La Chorrera y Puentes Grandes.

A partir de ese día La Habana sería inglesa por un año.

En 1851, el 16 de agosto, fueron fusilados, de diez en diez, en la explanada del castillo de Atarés, los 51 expedicionarios que al mando del coronel norteamericano William L. Crittenden, llegaron a Cuba el 12, como parte de las fuerzas traídas por Narciso López en el vapor Pampero. Los ejecutaron sin formación previa de causa y apenas fusilados cayó sobre sus cadáveres una turba desenfrenada mutilándolos horrorosamente.

Ese hecho hizo que un abogado de Illinois dijera que Cuba sufría el peor Gobierno del mundo. Ese abogado fue Abraham Lincoln.

El 29 del mismo mes era capturado el jefe de aquella expedición, Narciso López. Fue perseguido con saña por seis mil hombres que no le dieron un instantede tregua hasta que un protegido suyo de otros días lo entregó al enemigo.

También el 25 de agosto de 1871 era fusilado en los fosos de la fortaleza de La Cabaña el poeta Juan Clemente Zenea, detenido cuando, proveniente del campo insurrecto y en compañía de la esposa embarazada de Carlos Manuel de Céspedes, se disponía a salir de la Isla. Mientras Ana de Quesada era internada en la Casa de Recogidas y sacada luego del país, el poeta pasó ocho meses de bartolina antes de que lo fusilaran.

En 1933 (12 de agosto) se desploma la dictadura de Gerardo Machado.

El día 8, pero de 1898, el mayor general Calixto García renuncia a la jefatura del Departamento Oriental, y Máximo Gómez, como general en jefe del Ejército Libertador, acepta la dimisión salvándolo así —dice Gómez— de la desairada situación en que en su concepto lo han colocado «los sucesos ocurridos en la toma de la ciudad de Santiago de Cuba por fuerzas del ejército americano, auxiliado por algunas del Ejército Libertador». Para humillarlo, el Consejo de Gobierno lo destituyó de su grado especial de lugarteniente general y así lo expuso en un documento que es un dechado de ingratitud con el viejo campeón de las libertades patrias. No protestó el caudillo ni permitió que los suyos lo hicieran. La guerra había acabado y los libertadores, dijo, debían ofrecer ejemplo de templanza y superioridad. El 12 se firmaría el protocolo de paz entre los gobiernos de Estados Unidos y España.

En 1896, el 22 de agosto, recibe Antonio Maceo, de operaciones en Pinar del Río, la noticia de la inminente llegada a las playas de ese territorio de la expedición del general Rius Rivera. El general Antonio se enfrentaba en esos días a tropas 20 veces superiores en número y en pertrechos.

 

 

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