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Joaquín Borges-Triana

Los que soñamos por la oreja

El retorno de Björk

Una vez más tengo que agradecer a mi amigo Humberto Manduley por hacerme llegar una remesa de discos en la que incluye materiales de hace años, pero ahora disponibles en formato digital, como por ejemplo dos álbumes publicados en los 90 por el otrora integrante del primer Afrocuba, el notable guitarrista René Luis Toledo (los CD Mestizo y The Dreamer), junto a otros de reciente aparición en lo que va de 2015. Entre estos últimos, uno que de manera especial capta mi atención es el fonograma titulado Vulnicura, acreditado a nombre de Björk, la afamada cantautora, multinstrumentista y productora islandesa.

Hace años soy admirador de esta creadora, en virtud de la vocación que ella posee para moverse con absoluta soltura y excelentes resultados en disímiles propuestas, que pueden ir desde lo experimental, pasando por el trip hop, la electrónica, el rock alternativo, el ambient, el jazz, lo industrial, hasta llegar a sonoridades de corte vanguardista y que mucho le deben a los códigos de la llamada música académica contemporánea. Así, discos suyos como Post, Homogenic, Vespertine, Medúlla y Biophilia, son entregas en las que la carga emotiva va unida a lo también intelectualmente estimulante.

Un breve repaso por la biografía de la artista indica que su nombre completo es Björk Guðmundsdóttir y que nació el 21 de noviembre de 1965, en Reikiavik, Islandia. Educada en el seno de una familia con estilo de vida hippie, desde niña ella tuvo una sólida formación musical y creció escuchando a músicos como Jimi Hendrix, Janis Joplin, Eric Clapton, The Beatles o los hermanos Johnny y Edgar Winter. En ese camino, Björk llegó a dominar varios instrumentos (piano, flauta, arpa y clarinete) y perteneció a grupos de post-punk. El salto al reconocimiento público se produce con su paso por la banda de rock alternativo The Sugarcubes (agrupación de culto en su momento en Estados Unidos y Reino Unido), último trabajo colectivo en el que se involucra, pues tras su disolución inicia carrera de solista.

En relación con la nueva propuesta discográfica de Björk, editada por su sello One Little Indian, debo decir que no es de la clase de trabajos llamados a ser difundidos con asiduidad en la radio. Quien busque melodías que respondan a fórmulas comerciales nada hallará a su gusto en el álbum Vulnicura. En este CD, muy difícil de clasificar en las categorías convencionales utilizadas por la industria fonográfica, la voz deviene hilo conductor del material. Otro elemento que desempeña rol fundamental a lo largo de la grabación es el empleo de los instrumentos de cuerdas, que por momentos nos hacen sentir que estamos frente a un fonograma de música de cámara.

Igualmente, muy logrado es el diseño de programaciones y percusión, que en ocasiones suenan secas y en otros pasajes con remarcada agresividad. En este sentido, el trabajo de armar las bases fue compartido por Björk con el productor venezolano Arca —por los tiempos que corren una figura que está de moda. Asimismo, en la producción del material también interviene el inglés The Haxan Cloak.

Ya en lo concerniente al mensaje textual de Vulnicura, aquí nos encontramos ante una suerte de descarnada fotografía acerca del fin no solo de una relación de pareja, sino del derrumbe de una familia entera, quiebre provocado por la muerte del amor y el consiguiente dominio del desamor. Se comprenderá, pues, que la tristeza será la principal sensación que merodea a través de varios cortes del álbum.

Entre mis temas favoritos en el CD, en el que sobresale la utilización de voces dobladas, mencionaría Stonemilket, poseedora de una majestuosa orquestación; Family, con una sección de cuerdas deliciosa; History of Touches, pletórica en inquietantes ambientaciones; Black Lake, con estupendos pasajes de electrónica minimalista; y Quicksand, última pieza de la grabación y que de manera deliberada rompe con la densidad ofrecida en las ocho pistas previas. En resumen: casi una hora de sutil belleza, signada por la honestidad en la entrega de música de verdad, de la que ya no abunda tanto como uno quisiera.

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