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Entrevista Natividad Guerrero, directora del CESJ, a propósito del Aniversario 35 de la institución

Autor:

Dora Pérez Sáez

 Natividad Guerrero. Foto: Roberto Morejón Cuando hace 31 años Natividad Guerrero terminó su carrera de Licenciatura en Psicología y fue ubicada en el Centro de Estudios sobre la Juventud (CESJ), para realizar su servicio social, no se sintió precisamente contenta.

La recién estrenada psicóloga se había destacado como deportista y bailarina en la universidad, y deseaba ejercer su nueva profesión relacionada con esas dos esferas. No se veía en lo absoluto vinculada a una institución que tenía una proyección más bien sociopolítica.

Pero la vida da muchas vueltas, y el trabajo que se hacía en aquel lugar, poder conocer acerca de la juventud, y la manera en que se tomaban los resultados de las investigaciones por la dirección de la Unión de Jóvenes Comunistas y otras instituciones, estimularon a la científica.

Más de 30 años después, y con un título de doctora en Ciencias Psicológicas, Natividad es la directora del CESJ, que celebra por estos días su trigésimo quinto aniversario.

«El centro —narra Natividad— surgió como equipo de investigaciones sociales para asesorar al Buró Nacional de la UJC en algunas situaciones problemáticas de la juventud.

«Ellos consideraron que desde la psicología, la sociología y la historia podría ser oportuno que especialistas de las ciencias sociales investigaran y dieran respuesta a determinados fenómenos, y con ello tener argumentos que permitieran tomar decisiones políticas».

—¿Qué te propusiste al asumir la dirección?

—Nunca estuvo entre mis aspiraciones la de asumir la dirección de la institución. Fue muy difícil aceptar el reto, la mayor inspiración fueron los compañeros que me rodeaban y ese apoyo me ha ayudado a no flaquear.

«Dado que el centro posee recursos humanos que valen mucho, me propuse que se fortaleciera la relación entre las organizaciones juveniles y nosotros, que se empezara a tener otra mirada del investigador social, como una persona “aterrizada”, objetiva, con los pies puestos en la tierra, y que puede ser muy útil».

INVESTIGAR, INTERACTUAR

 Foto: Roberto Suárez La historia del centro ha pasado por varias etapas. En los primeros años respondía más bien a las demandas del Buró Nacional de la UJC y de las direcciones de las organizaciones juveniles, con investigaciones mayormente relacionadas con aspectos sociopolíticos.

Entonces se analizaba, por ejemplo, por qué los jóvenes llevaban el pelo largo y si tal actitud constituía o no un problema ideológico. Los distintos grupos juveniles informales fueron estudiados.

En la medida en que los investigadores fueron desarrollándose como tales, empezó a existir una continuidad entre un estudio y otro. Ya el centro podía hacer propuestas desde los propios estudios.

«A partir de los años 80 —relata Natividad— comenzamos a trabajar temas como el tiempo libre y la recreación, el empleo juvenil, la sexualidad, la familia, el género, los valores... Con las investigaciones sobre ellos comenzamos a abrirnos espacio en el mundo intelectual y de las ciencias sociales.

Llegar a los jóvenes

«Ya en los años 90 el centro asumió una estructura que nos permitió trabajar multidisciplinariamente en nuestras investigaciones, estudiar desde distintas miradas: la psicología, la sociología y la historia. Eso nos hacía más fuertes a la hora de obtener un resultado científico.

«Fuimos abriendo también nuestra manera de actuar. Nos dimos cuenta de que al principio las investigaciones se concebían en función de obtener una información y brindársela a quien la estaba solicitando. Sin embargo, había un actor, que era la razón de ser del centro: el joven, a quien no le entregábamos resultados.

«Era como nuestro conejillo de Indias. A él le preguntábamos, sobre él hablábamos, y sin embargo faltaba darle la respuesta de lo que estaba pasando, o la intención de transformar en él aquello que estábamos identificando como problema. No fue hasta fines de esa década que empezamos a buscar alternativas para que esto fuera posible».

—¿Cómo trabajan en estos momentos?

—Hacia fines de los 90, el centro ya tenía una perspectiva de proyectos comunitarios que nos permitió interactuar con los jóvenes y así potenciarlos para transformar en ellos ciertos comportamientos.

«Hoy ya hemos logrado, junto con especialistas de otras instituciones, desarrollar intervenciones puntuales comunitarias que facilitan desarrollar en el joven, por ejemplo, la resiliencia, que es la capacidad que le permite saltar o librarse de obstáculos que en algún momento le pone la vida y que él no sabe cómo eliminar.

«Formamos grupos de no más 25 muchachos y trabajamos con ellos durante cuatro meses. Realizamos talleres en los que, a través de técnicas didáctico-afectivas o participativas, el individuo puede estimularse a hablar de su vida personal. Son tácticas que provocan la participación, la reflexión, que la gente diga lo que está sintiendo en el momento, sin calificar a nadie».

—¿Qué temas han trabajado más?

—Aquellos en que hemos tenido más desarrollo son los asociados a la sexualidad. Tenemos varios programas interventivos que se relacionan con la sexualidad asociada a las ITS, al sida, a los valores, como respuesta a situaciones de jóvenes con conductas desordenadas o prostituidas, y para propiciar una mejor preparación de ellos para su vida sexual y familiar.

«También hemos trabajado lo relacionado con los derechos de la infancia y la adolescencia; reproductivos y derechos en general».

—¿Qué forma de investigar prefieres, la tradicional o los proyectos comunitarios?

—Si me dieran a escoger, escogería esa última variante. Es mucho más difícil y agotadora, pero más rica, porque le deja mucho más al joven a quien tú quieres potenciar para que asuma una actitud más responsable ante la vida.

—¿Pudieras comentarme acerca de la actividad editorial de la entidad?

—Hemos producido varios libros, como Cuba: jóvenes en los 90, y en el año 2007 saldrá a la luz Adolescentes, reflexiones necesarias. Son textos con un espectro amplio de temas que de alguna manera recogen el quehacer de investigadores durante un tiempo prolongado.

«Son producciones que hemos hecho tratando de combinar, en la medida en que vamos tomando más experiencia, los resultados científicos con esa manera, digamos, potable, con esa forma de hacer científico-popular, que permite que el joven se identifique con nuestro trabajo. Escribimos sobre los jóvenes y para ellos. Esa es una distinción que en los últimos años se ha venido fortaleciendo y consolidando.

Desde la década del 80 contamos además con la revista Estudio, dirigida a los profesionales que se dedican al trabajo con los jóvenes».

—Una de las quejas principales de los investigadores de todas partes del mundo es que los resultados de su trabajo no se toman en cuenta. ¿Qué sucede con el CESJ?

—El centro tal vez sea sui géneris y privilegiado. Es cierto que hemos pasado por momentos en que un decisor no ha entendido por qué tal resultado, u otro ha opinado que su criterio era el correcto, y aunque la investigación dijera otra cosa, él no lo aceptaba.

«Hemos vivido también momentos en que investigaciones nuestras se engavetaron. Pero son otros los tiempos.

«Si antes te decía que éramos privilegiados, es porque hemos tenido amplias posibilidades de analizar los resultados investigativos con la dirección de la Juventud. Nuestro plan lo aprueba la UJC, pero no formalmente. Antes de ese instante tratamos de que nos lleguen sus necesidades, y también hacemos nuestras propuestas como investigadores sociales.

«Por otra parte, existe una planificación de la presentación de resultados. Y hemos encontrado oídos receptivos. Siempre ha habido, y en los últimos años más aún, una sensibilidad por dar a conocer lo que hacemos y por recibir lo que el centro investiga. Esa es una satisfacción, aunque podemos aspirar a mucho más».

—¿Qué investigaciones del centro han sido utilizadas con efectividad?

—En el tema de la desvinculación del estudio y el trabajo, por ejemplo, tuvimos la oportunidad de acompañar a la dirección del Programa de trabajadores sociales para que pudieran tomar medidas con el propósito de insertar a los jóvenes desvinculados. Las recomendaciones del centro han sido consideradas para diseñar una estrategia de trabajo en relación con el empleo.

«También en cuanto a la educación sexual hemos tenido muestras de que se toman en cuenta nuestros resultados para fijar estrategias. Creo que junto a instituciones como el Centro Nacional de Educación Sexual y el Centro de Prevención del sida, entre otros, hemos hecho aportes importantes.

«Sin embargo, no todas las recomendaciones sugeridas han sido apreciadas. En esto hay mucho camino por recorrer.

«Seguiremos buscando alternativas que contribuyan a que los resultados que generamos sean usados por los decisores como herramientas para trabajar con el sector de la población a que se refiere —en este caso la juventud. No obstante tenemos la satisfacción de ser leídos, escuchados y hasta de tener una retroalimentación de cuánto pudo servir nuestra labor para tomar una decisión».

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