Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Ernesto Guevara volvió a La Higuera

El intensivista Ernesto Guevara es el segundo médico cubano que, con el nombre del Guerrillero Heroico, subió a La Higuera para llevar salud a sus habitantes

Autor:

José Antonio Fulgueiras

BOLIVIA.— Por su condición de destacado médico intensivista se deduce lo intensivo que es. Cantautor al estilo de la nueva trova, rotulista y patrullero del equipo de béisbol de la brigada… Bueno, por algo se llama Ernesto Guevara.

«El nombre me lo puso mi papá, Alberto Guevara, aunque en realidad fue mi abuelita Clementina. Mi difunto viejo, maestro voluntario antes de la alfabetización, fue siempre un comunista a rajatabla.

«Mira si fue así, que estudié en la escuela vocacional Che Guevara, de Santa Clara, y cuando el fin de semana llegaba a las 4 de la tarde a Fomento y decía: “Mima, dame algo de comer, que tengo hambre”, ahí mismo papá me regañaba: “¡Cuidadito con decir que usted viene de su escuela con hambre!”».

«Nací en el año 70 y por esos días se conoció la noticia de que el príncipe de Camboya, Norodom Sihanouk, quien apoyaba la lucha vietnamita, se enfrentó a los Estados Unidos y lo tildaron de comunista. Mi papá dijo: “Pues si ese hombre está contra los yanquis, le voy a poner su nombre a mi hijo”. Entonces mi abuelita le suplicó: “Coño, Alberto, si es por buscar un antiimperialista, ¿por qué no le pones el nombre del Che?”».

Sonríe, y en diáfana expresión agrega:

«Soy el segundo médico cubano llamado Ernesto Guevara que subió a La Higuera. Fui con mi bata blanca, mi estetoscopio y mi guitarra. Allí vi a los desvalidos por los que el Che entregó su vida. Vi los mismos rostros desamparados, gente humilde a quienes les donamos las medicinas. Conocí a viejos que vieron pasar al Che prisionero, pero triunfante; entonces yo le dije a mi esposa, Yohanyi Coterón, que es médico también: “Nuestros compañeros de la brigada han subido aquí a relevarlo en su posta médica”».

Rememora cuando laboró en el hospital de Vallegrande:

«Trabajar en terapia intensiva, salvando vidas, en el mismo hospital que existía en 1967, a escasos 40 metros de la lavandería donde expusieron el cadáver del Che, se convirtió en un honor y un compromiso; en algo muy importante para mí como médico y muy comprometedor como profesional.

«Vallegrande es un lugar donde sus pobladores tienen una forma muy peculiar de ser, de pensar y de vivir. Son personas muy reservadas para hacer amistad, mas luego se muestran llanas y abiertas. Una población donde debían existir, como en casi todos los países subdesarrollados, más jóvenes que viejos; sin embargo predominan los de la tercera edad, entre 80 y 90 años.

«Proliferan enfermedades que no se conocen en Cuba y otras relacionadas con el corazón y con los intestinos, que provocaban realizar operaciones quirúrgicas muy complejas.

«Atendí a René Cadima, quien me dijo ser uno de los que fotografió el cadáver del Che en Vallegrande. Sufre de diabetes y han tenido que amputarle los dos pies. Padecía de bronconeumonía y con nuestros medicamentos lo sacamos adelante.

«Nos dimos a la tarea de limpiar el lugar donde fueron hallados los restos del Comandante Guevara y sus guerrilleros. Se construyó el mausoleo y repellamos la tapia que divide el histórico sitial con el cementerio. Confeccionamos un mural de 50 metros de largo y pintamos la efigie del Che. Muchos compañeros han estampado allí sus firmas».

Le pido la letra de una de sus canciones y anoto esta estrofa:

Che, Che Guevara / Si digo tu nombre los miedos se apagan / Se encienden los bosques y las barricadas. / Che, Che Guevara / Tu sueño es trabajo, tus manos espadas, / Tu lucha justicia, tu fe la esperanza / Que impulsa a los pueblos a conquistar su mañana.

El doctor Ernesto Guevara, ubicado recientemente en el hospital El Torno, en Santa Cruz, me confiesa que tiene como ídolo musical a Silvio Rodríguez; a Wifredo Lam en la pintura, y a Lourdes Gourriel en la pelota. De su paradigma como médico no le pregunté, pues me pareció que sería muy obvia su respuesta.

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