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Las cuentas que hay que sacar

El ahorro aún resulta sustancial en esferas en las que se invierte buena parte del presupuesto nacional, como la red escolar, donde todavía no se cuidan y aprovechan al máximo todos los recursos

Autores:

Juan Morales Agüero
Margarita Barrios
Yahily Hernández Porto
Odalis Riquenes Cutiño

En el seminternado Toma de Las Tunas, de la oriental ciudad, han hecho del ahorro una credencial de presentación. La escuela suele citarse como paradigma en cuanta reunión especializada se efectúa en la provincia, pues exhibe saldos notables en ese frente y también en la docencia: en el curso anterior, sus 588 alumnos promovieron al grado superior.

«Nuestro centro tiene instaurados los programas de ahorro de agua y de energía, también en el orden metodológico», afirma la maestra Ridelsa Carmenate, jefa de primer ciclo.

«Siempre que resulta posible, y de acuerdo con el contenido que se esté impartiendo, los insertamos en las clases. Puede ser a través de juegos didácticos o de excursiones para observar la naturaleza. En el sistema de actividades tiene que haber, al menos, una pregunta vinculada con esos temas».

Uno de los parámetros que el centro muestra con orgullo es el ahorro de electricidad. «No hay motivos para que un televisor se mantenga enchufado al tomacorriente, aunque no esté funcionando —acota Rachel Mederos, alumna del centro—. Ese bombillito rojo que está encendido también gasta».

Para velar porque estas medidas se cumplan, la escuela tiene activadas las célebres Patrullas clic, formadas por alumnos de diferentes grados.

«Las patrullas son muy útiles en lo relacionado con el ahorro y los niños se las toman con gran seriedad», expresó la joven docente Yanet Masjuán.

La maestra Ridelsa también se refirió al uso racional de la base material de estudio. «Estamos siempre atentos para que los alumnos no les arranquen hojas a sus cuadernos y aprovechen en su totalidad el espacio. Algunos docentes enumeran las hojas de las libretas de algunos muchachos como una opción de control.

«Además, tratamos de recuperar los libros de texto deteriorados para que puedan ser aprovechados por estudiantes de cursos venideros. En ese empeño ponemos en juego, además de precinta y pegamento, mucha imaginación. La última alternativa es enviarlos para materia prima, que es también una legítima opción de ahorro».

Melchor Salgado, quien atiende la subdirección de Administración, explicó que los mil kilowatts que el centro tiene asignados para consumir en el mes son rigurosamente vigilados. «Eso lo chequeamos día por día y siempre lo hemos cumplido; si por alguna razón nos excedemos en algún área y nos vamos por encima de los 33,3 kilowatt que debemos gastar por jornada, hacemos “autocorte”. Claro, sin afectar las clases televisadas, ni el laboratorio de Computación».

Según Melchor, el gasto de agua también es objeto de riguroso control mediante un metro contador. Las auxiliares de limpieza y el personal de cocina aplican variantes diversas para economizar el precioso líquido.

«Los alimentos se elaboran con gas licuado, y aunque nunca se nos entrega todo el combustible asignado, el que tenemos nos alcanza, porque aplicamos medidas de ahorro. Por ejemplo, encender los fogones en el momento en que comience la cocción, no antes ni después de concluida.

«Tenemos instalado un teléfono, con un presupuesto de 90.00 pesos mensuales, y siempre quedamos por debajo. Y no es que no lo usemos, sino que lo hacemos racionalmente, solo para asuntos de trabajo o personales que así lo ameriten».

La calidad también se mide en energía

Defender un curso de calidad con el 30 por ciento menos de la electricidad que consumieron en el período lectivo pasado y reducciones considerables en las cantidades de diésel, gasolina y gas licuado, es un desafío que enfrenta la educación en la provincia de Santiago de Cuba.

«Las potencialidades de este país están en el ahorro; por eso hay que sembrar en los escolares valores que se traduzcan en un comportamiento consciente y una cultura económica para toda la vida», sostiene Hipólito Núñez, coordinador del Programa Energético de la Dirección Provincial de Educación.

La semillita del ahorro se siembra desde la docencia, y lo pudimos constatar en un recorrido por varios centros escolares de diferentes enseñanzas. Así, la cotidianidad está marcada por la lectura diaria del contador, la exhibición pormenorizada del plan en un mural visible y el abordaje del tema en los matutinos.

«Si bien en todos los lugares no hay toda la habilidad requerida para la lectura de los contadores —enfatiza Hipólito Núñez— en las escuelas se hace bastante por el ahorro, al punto de que la Dirección de Educación se encuentra entre los organismos destacados en el uso eficiente de energía eléctrica en la provincia».

El funcionario explicó que, «con la aplicación de la medida de entregar las libretas a los alumnos por reposición —es decir cuando el maestro compruebe que necesita una nueva— se logró un considerable ahorro durante el curso anterior, que se pudo descontar de la demanda para el presente período lectivo», precisó.

En el empeño por el ahorro se destaca en la provincia de Santiago de Cuba la Escuela Pedagógica Floro Pérez, un centro interno, con una matrícula de 458 alumnos, 13 aulas, un laboratorio de Computación, un teatro y una residencia con 18 habitaciones y aire acondicionado, pues sus características constructivas le imponen el uso de climatización, ya que no cuentan con ventilación natural.

Esta situación, que los ubica entre los centros altos consumidores, al decir de Alexander Montoya, subdirector administrativo, los ha obligado a buscar alternativas y sobre todo a pensar con mentalidad económica.

«Vamos incrementando las medidas en el resto de las áreas hasta conseguir que nos queden algunos kilowatts del plan para encender los acondicionadores de aire durante dos horas al menos, de manera que se refresquen las habitaciones.

«Esta preocupación por el consumo eléctrico la generalizamos a todas las esferas de la vida en la escuela. En la cocina —continúa argumentando Montoya— tratamos de que estén en perfecto estado las ollas y demás equipos de cocción y que se tapen, para elaborar los alimentos en el menor tiempo y así ahorrar el gas licuado.

«Las libretas, después del primer reparto a inicios de curso, las entregamos por reposición, con lo cual dejamos de consumir unas 2 000 de ellas el curso pasado».

El directivo explicó que el inventario de los medios básicos de cada aula es del conocimiento de sus alumnos y profesores y se chequean periódicamente, mientras que el agua tiene su horario, en correspondencia con las necesidades de estudiantes y profesores.

«Los jueves de cada semana realizamos un chequeo de la propiedad social, en el que cada alumno rinde cuentas del estado de la base material de estudio y los medios de vida (sábanas, toallas, fundas, colchones, almohadas, calzado) con que cuenta. De esta manera vamos aportándoles elementos que puedan forjar en ellos una cultura económica, los que complementamos con la información que publicamos en un mural bien visible, y en la que se detalla cuánto cuesta cada uno de los recursos que les entregamos aquí y por ende, cuánto cuesta formar un maestro en este centro.

«Todas estas acciones, unidas al tratamiento de esas temáticas en las clases, en el fórum y en sociedades científicas, son vitales para ir formando en los alumnos cultura económica y mentalidad de ahorro, sobre todo en estos estudiantes que serán los futuros maestros».

En el ahorro del sector educacional la batalla se gana en la escuela. Es allí donde alumnos y profesores deberán velar porque no se malgasten los recursos, además de propiciar que todos, estudiantes, profesores y comunidad adquieran la cultura económica que tanto se necesita.

De dónde salen los caudales

Uno de los centros escolares que experimentó en este curso escolar una reestructuración en su sistema de enseñanza fue la escuela especial Tania la Guerrillera, del municipio camagüeyano de Santa Cruz del Sur, la cual se integró con el también centro especial Henry Reeve.

Josefa Margarita Márquez, directora del centro y con más de cuatro décadas de experiencia en el sector, expresó que el desafío mayor radicó en el incremento de la matrícula de 86 alumnos a 120, así como del personal docente.

«Ahora se atienden dos especialidades: Retardo en el Desarrollo Psíquico y Retraso Mental, lo cual hace que nuestra escuela posea una mirada más integral a las deficiencias de sus muchachos y se logre un fructífero intercambio de experiencias entre los docentes y demás especialistas.

«Con esta unificación redujimos el personal no docente, y también el consumo de energía, alimentación y material escolar, a lo cual añadimos un grupo de medidas para ahorrar agua, electricidad y teléfono.

«Además, la Henry Reeve es hoy un preuniversitario que mucha falta le hacía al municipio, por el ahorro que significa no solo a la economía familiar, sino también en transporte, alimentación y base material de vida, para esos jóvenes que antes tenían un régimen interno de estudio».

La directora afirma que lo más importante es ser creativos en la búsqueda de medidas económicas, y señaló que están produciendo alimentos en su huerto escolar.

«Con ello no solo se cumple la premisa de la vinculación del estudio con el trabajo, que forma valores de responsabilidad en edades tempranas, sino que se le permite a la escuela un ahorro en la compra de vegetales y hortalizas, así como mantener una variada oferta en el comedor, e ir orientando y preparando al joven hacia carreras que necesita un territorio como Santa Cruz del Sur, netamente agrícola.

«Sobre todo trabajamos en la reproducción de semillas de calidad para los cultivos de ciclos cortos, que son los que más rápido llegarán al plato de estudiantes y profesores».

Igual empeño se impulsa en la secundaria básica Noel Fernández Pérez, en la Plaza de la Caridad, en Camagüey, que ha logrado incorporarse al pelotón de los ganadores de concursos y eventos propios del sistema educacional, como resultado de su trabajo en la formación de jóvenes con una amplia cultura de ahorro. Cada medida la implementa en la práctica estudiantil y la vincula con los contenidos de las asignaturas.

El máster en Ciencias Eduardo Paz Gutiérrez, guía base de la escuela, significó que una buena parte del mobiliario escolar fue restaurado como parte de las actividades de la asignatura Educación Laboral, y recordó que los pioneros han participado en la recuperación de libros de texto.

No obstante la estudiante de octavo grado Claudia Cano Maceira estima que «hay que incentivar más la participación concreta de los pioneros en los concursos del Programa de Ahorro Energético del Ministerio de Educación (PAEME) y en el Programa de Ahorro y Uso Racional del Agua (PAURA)».

Claudia, quien fuera ganadora en este municipio del PAURA, es una activa contribuyente al ahorro de su centro escolar, al igual que sus compañeros Julio Orlando González y José Ángel Heredia, quienes desarrollaron el trabajo Revolución Energética: un logro del país, que alcanzó unos de los más relevantes premios en el Concurso Provincial del PAEME.

«Hay pioneros que logran reducir el consumo de corriente de sus casas, porque en el aula se establece como una competencia», narró José Ángel.

Julio afirmó que casi todos en la escuela sacan la cuenta de cuánto consumió el metro-contador de su casa, pues lo saben leer. «Hay pioneros cuyos padres les han hecho un regalo con el ahorro de energía de sus hogares en un mes».

Sin embargo, los muchachos se quejan de que no todas las familias apoyan lo suficiente a las Patrullas clip y aseguran que queda mucho por hacer. En este sentido el profesor Paz Gutiérrez afirmó que existen muchas reservas por explotar para obtener en lo concreto un mayor ahorro de energía dentro y fuera del plantel.

«Hay que lograr que las escuelas se vuelquen hacia la comunidad, que posee centros con un elevado consumo de energía, y vincular más a la familia, que a veces se divorcia de estos movimientos estudiantiles».

Una red que cueste menos

En 2010 el Ministerio de Educación logró un ahorro de poco más de cien millones de pesos del presupuesto asignado a ese sector. Medidas como el reordenamiento de la red escolar, fundamentalmente con los centros de poca matrícula, así como extremar las medidas de cuidado de los recursos materiales, propiciaron estos logros.

Sin embargo aún hay reservas, pues no se cuida y aprovecha todo lo que se lleva a la red escolar, y todavía el Estado invierte recursos en la formación de técnicos o profesionales que después abandonan sus estudios o nunca ejercen aquello que han estudiado.

Otro paso importante ha sido la disminución de alumnos internos. En el curso escolar 2008-2009 había 330 000 estudiantes becados; hoy solo quedan unos 89 000 en el país. Magaly Calvo Mira, viceministra de Educación, explicó que aunque la disminución ya es considerable, se realiza paulatinamente, a medida que se van creando las condiciones en la red escolar de las zonas urbanas. El objetivo es dejar como matrícula interna solo la indispensable.

«El impacto es grande, porque se reduce el gasto de combustible que se empleaba en la transportación de profesores y estudiantes, así como en alimentación», señaló.

«Además se ahorra la base material de vida y ocurre un reordenamiento de la fuerza laboral, sobre todo de la no docente, aunque este tema se extiende también a los centros externos».

La Viceministra explicó que los gastos de mantenimiento de esos centros internos pueden ahora emplearse en los procesos inversionistas que se realizan en la red escolar, y también en el acondicionamiento de las escuelas que acogen esas matrículas.

«Y lo que nos queda disponible se invierte en base material de estudio, como laboratorios de Física, Química y Biología, y talleres y herramientas para la Educación Laboral, con lo cual damos cumplimiento al lineamiento del VI Congreso del Partido que nos habla de elevar la calidad de la Educación».

Insistió en la necesidad de incrementar la cultura económica de docentes y estudiantes. «Hay que alargar la vida útil de la base material de estudio, del mobiliario escolar, de los libros… Es verdad que las instalaciones tienen necesidades de mantenimiento, pero hay que cuidar más», puntualizó.

«No estamos en condiciones de planificar con reservas, así que hay que planificar mejor», afirmó. «Tenemos normas de distribución que establecen los recursos que le corresponden a cada estudiante. Otra línea importante son los inventarios de los almacenes, tanto de las escuelas como en los municipios y empresas. Eso está entre lo que debemos perfeccionar».

En este sentido puntualizó la importancia de cuidar y utilizar mejor los equipos informáticos y los medios audiovisuales, porque la reparación es cara.

«No es solo ahorrar en el gasto de teléfono, agua y electricidad, que es también importante, hay que cuidar y hacer una buena planificación de lo que tenemos».

—Se ha pensado en que los estudiantes de los politécnicos participen de la reparación de los centros escolares.

—Si, y hay resultados en algunos territorios. Esto tiene beneficios desde dos puntos de vista, pues permite el vínculo del estudiante con la práctica y formar en él mentalidad de productor, y además minimiza los costos. Todavía queda mucho camino por andar.

—Existe el reclamo de algunos estudiantes que desearían adquirir los libros de texto, sobre todo si son referidos a la profesión que luego ejercerán.

—En estos momentos el mecanismo de producción y distribución es gratuita, como indica la Constitución de la República, pero es cierto que hay un reclamo por parte de alumnos y docentes de adquirir algunos textos, y no estamos cerrados a analizar y tomar las decisiones oportunas.

«Este año se produjeron para el MINED 292 títulos, sin contar los que se hicieron para el INDER y los Ministerios de Cultura, Salud Pública y Educación Superior, que también son organismos formadores.

«Hay una arista que no es solo la venta de los textos en uso, sino qué hacer cuando algunos títulos, por modificaciones en el currículo escolar, ya no se emplean.

«En las últimas dos Ferias del Libro se han vendido algunos títulos, en coordinación con el Instituto Cubano del Libro. Eran textos pedagógicos que ya no están comprendidos en los programas de estudio, y también de Literatura universal, pero tenemos que seguir avanzando».

En lo referido a la alimentación, la Viceministra explicó que del ahorro logrado por el MINED el pasado curso escolar, un 45 por ciento fue en este renglón por concepto de disminución de la matrícula interna.

Dijo también que la merienda escolar tiene un costo por alumno —la secundaria básica posee una matrícula actual de más 404 000 estudiantes—; por lo tanto es un gasto elevado y en algunos territorios no se aprovecha adecuadamente.

«Es un tema que ha estado en discusión para la toma de una decisión».

—¿Cuánto pierde el país cuando un joven que se forma como maestro no termina la carrera, o nunca la ejerce?

—El proceso de planificación económica en nuestra actividad depende de los niveles de matrícula y sus indicadores de eficiencia, como es la retención en el ciclo de formación pedagógica de los estudiantes y su incorporación plena a la formación de educandos.

«Al cierre de 2010 se valoró que formar un profesor en nuestras universidades de Ciencias Pedagógicas tiene un gasto promedio importante en pesos anuales por alumno, lo que nos obliga a perfeccionar constantemente el proceso de planificación y control de los gastos al detalle, tarea que hemos venido mejorando en los últimos cursos.

«Elevar la calidad en la formación y lograr una adecuada retención nos permite utilizar los recursos financieros del presupuesto de forma adecuada, según el fin para el que se destinaron. De lo contrario, los gastos unitarios por alumno se incrementan y se invierten recursos que no se utilizarían de forma inmediata, con la consiguiente pérdida. Ello significa inutilizar dinero que puede ser destinado a necesidades urgentes del MINED o de la nación».

La funcionaria manifestó que el presupuesto para la Educación de subordinación territorial atendida por el MINED tendrá en el próximo año una reducción de poco más de un dos por ciento. El presupuesto global para el sector de la Educación en general es de 9 527 800 000 pesos, lo cual representa un 28,3 por ciento del total de la actividad presupuestada del país.

«Es necesario actuar con racionalidad y tener casi a punta de lápiz todos los recursos asociados a bienes y servicios, y hacer una buena planificación y un mejor uso de estos.

«La economía tiene que ver mucho con la disciplina; por lo tanto todas las indisciplinas, las ilegalidades, los hechos que puedan darse desde el punto de vista delictivo, conllevan a una afectación al presupuesto.

«Economía, ahorro, presupuesto y control interno van siempre de la mano», concluyó.

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