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Muy positiva la visita del Papa a Cuba

Un día intenso llevó al Sumo Pontífice desde Santiago a La Habana. La oración ante la imagen de la Caridad del Cobre, y el encuentro con el General de Ejército Raúl Castro, entre los más importantes acontecimientos para Su Santidad

Autores:

Jorge L. Rodríguez González
Alina Perera Robbio
Juana Carrasco Martín

Al filo del mediodía de este martes 27 llegó Su Santidad a La Habana. Un punto en la agenda daba la importancia mayor a la jornada: la visita de cortesía al Presidente Raúl Castro, una conversación privada en el Palacio de la Revolución que se prolongó por más de 40 minutos, algo poco usual en estos encuentros.

Según información a la prensa nacional e internacional acreditada para la visita apostólica —casi 800 periodistas— ofrecida por el director del Centro de Prensa de la Santa Sede, padre Federico Lombardi,  el intercambio mostró «las buenas relaciones entre el Estado cubano y la Santa Sede».

En una descripción minuciosa de la actividad del Pontífice de Roma, destacó lo que a su juicio fueron «dos momentos hermosos»: el encuentro en el Santuario del Cobre con Teresa Queretara,  religiosa de la comunidad de las Misioneras de la Caridad de Madre Teresa de Calcuta, que en tarea contemplativa de su congregación ha estado durante 20 años rezando por el cardenal Joseph Ratzinger, lo que emocionó particularmente al Papa, cuando ella le entregó la corona de flores de saludo como se hace en la India, su país natal; y el coro de 20 niños que cantó a su salida del templo.

Destacan otros momentos de especial importancia: la oración ante la imagen de la Caridad del Cobre, y el encuentro del Jefe de la Iglesia Católica con el General de Ejército Raúl Castro en el Palacio de la Revolución, una conversación que Lombardi destacó como trascendente, por ser «un encuentro personal» y «prolongado». «Por lo que sabemos el encuentro se desarrolló en un clima muy positivo», aseguró.

Tras recorrer los salones de la sede del Consejo de Estado, siempre engalanados por la refrescante vegetación de las montañas cubanas, el Sumo Pontífice y el Presidente Raúl Castro intercambiaron presentes en la Sala de los Vitrales.

En la Isla quedará el facsímil de un volumen antiguo de la Biblioteca Vaticana, traducción latina de la Geografía de Ptolomeo, enriquecido con mapas y cartografías de los años 1400 y del siglo posterior, pues también contiene un planisferio con el continente americano y en este la presencia de Cuba.

El Presidente Raúl Castro ofreció la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, descrita por el padre Lombardi como «bella escultura», grande, tallada en madera, la Virgen Mambisa, como la nombró también el Papa durante sus breves palabras, preñadas de mensajes, en el Santuario del Cobre.

Resultaba de interés en la Sala de Prensa conocer la valoración de la Iglesia sobre la visita de Benedicto XVI, y el vocero del Vaticano reconoció, comparándola con el éxito de su estancia mexicana, que tenían «preguntas de cómo sería en Cuba». Su respuesta: «sin duda, desde el inicio, la valoración es muy positiva», y describió con emoción que «desde la llegada hasta la ciudad de Santiago, todo fue muy hermoso».

Reiteró la posición del Vaticano sobre el tema del bloqueo: «no es justo… ha aumentado las dificultades de la población y la Iglesia es contraria a todo lo que haga daño a una población».

Desde Santiago a La Habana

Es evidente que esta segunda jornada ha sido trascendente: la oración de la mañana ante la Caridad del Cobre, su recuerdo para los cubanos afrodescendientes, para un pueblo hermano con el que compartimos lazos de sangre también, el Haití sufriente por el terremoto, marcó un momento de generosidad. Fue allí donde el Papa reconoció «la alegría tan característica del alma cubana». Fue allí que sonó a conga y son con violines, steel band y filarmónica.

Fue una jornada intensa para una persona de su edad, quien viene de una visita a México a la que se une esta apostólica en territorio cubano. A las largas horas de vuelo iniciadas en Roma unió este martes otra hora y media más entre Santiago y La Habana, en el avión de Alitalia que lleva el sello del Vaticano en su fuselaje, y donde al aterrizar ondeaban en las ventanillas del piloto, las banderas de Cuba y la Santa Sede.

En el Aeropuerto Internacional José Martí, Su Santidad había sido recibido por Mercedes López Acea, primera secretaria del Partido en la capital y el Cardenal Jaime Ortega, y otras autoridades eclesiásticas y estatales. Niñas y niños habaneros también le saludaron al pie de la escalerilla.

El ambiente de este día rezumaba alegría e identidad. Allí, en la pista habanera, jóvenes del Ballet, los discípulos de Alicia Alonso, interpretaron La bella Cubana de José White, y se escucharon otras piezas de nuestro mejor patrimonio musical.

En el balcón de la terminal aérea decenas de jóvenes agitaban banderas, pañuelos y gorras albas, un júbilo en el que ha estado inmerso el Papa, y que también fue demostrado más tarde, cuando Su Santidad salió a saludar a otro grupo desde el balcón de la Nunciatura, el lugar donde se hospeda en La Habana y que fue sede del encuentro y cena con el Cardenal y los obispos cubanos y su séquito, como conclusión del día.

Como nota simbólica de este día 27 de marzo, cuando caía la tarde, siempre tan bella cuando se le mira desde la Plaza de la Revolución y esa luz especial ilumina las palmas y la estatua del Maestro, el Papa Benedicto XVI, al salir del Palacio de la Revolución, dedicó unos instantes a contemplar el espacio amplio y abierto que este miércoles estará lleno de pueblo, en otra unión de creyentes y no creyentes, en representación de todos los cubanos de buena voluntad.

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