Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Vania y Félix al teléfono

No te preocupes, me siento bien. Todo va a salir bien, dijo este viernes a su esposa el médico cubano atendido por el virus del Ébola en el Hospital Cantonal de Ginebra. Juventud Rebelde supo los detalles en una conversación telefónica con la también especialista en Medicina Interna

Autores:

Ricardo Ronquillo Bello
Susana Gómes Bugallo

Temíamos importunar por segunda vez. Pero ante la segura amabilidad de la conversación que sostuvimos el miércoles en la noche con Alejandro, el hijo del doctor Félix Báez, tratado por ébola ahora en Ginebra, decidimos insistir en contactar nuevamente con alguien de la familia en su hogar.

Los cables internacionales habían reseñado este viernes la conferencia de los principales integrantes del equipo médico que lo atiende desde la pasada madrugada en la ciudad suiza, y estos referían que el especialista había podido «hablar también por teléfono con su familia en Cuba, un momento que fue descrito como de “extrema emoción”».

Con esa noticia marcamos el número para preguntar por el joven, quien muy atento había escrito un correo electrónico a nuestro diario y a otras páginas digitales para agradecer que, luego de la llamada telefónica anterior, su mensaje hubiera llegado a todos los cubanos. La casualidad dispondría que una voz femenina atendiera al teléfono…

La respuesta nos dejó más nerviosos: «El niño está para la escuela», dijo alguien con tono maternal. Al otro lado de la línea estaba Vania Ferrer Santos, la esposa del médico que integra la brigada del Contingente Henry Reeve.

Nuestra sorpresa y nerviosismo fueron repuestos por el tono de una voz muy dulce y segura, que parecía darnos aliento y fuerza a los entrevistadores.

—Disculpe que volvamos a invadir la privacidad, ¿no le causamos molestia a la familia con nuestras llamadas?, inquirimos en tono de disculpas…

De su respuesta supimos que madre e hijo han puesto a un lado la preocupación que viven, porque saben entender el cariño con el que millones de cubanos están atentos a todos los detalles de la situación de Félix.

Vania entonces aceptó compartir la emoción de las dos llamadas que había recibido de su esposo este viernes, luego de su llegada al hospital ginebrino.

«No te preocupes, me siento bien. Todo va a salir bien», nos narró que fueron las palabras de Félix en sus llamadas de este viernes. Y ella —que lo conoce— supo captar en el tono de confianza de su esposo la certeza de lo que dijo, y la seguridad de que está «muy bien atendido».

Aunque es ella quien acostumbra a recibir todas las llamadas, este día hubo un interlocutor muy especial para Félix: Félix Luis, su hijo de un año y nueve meses se puso al auricular para que a miles de kilómetros de distancia un corazón pudiera sanarse con esa magia que desprenden los niños. Un poder curativo que se refuerza también debido a la certeza, confirmada por Vania, de los valores de su esposo como papá.

«Félix es pausado, tranquilo, y muy buen padre, hijo, esposo y doctor. Es muy humano», nos dijo esta doctora, que conoció al futuro padre de sus pequeños cuando aún era solo una estudiante de Medicina en el hospital de La Habana donde ambos laboran.

La también especialista en Medicina Interna en el Hospital Militar Carlos Juan Finlay, nos contó que la comunicación con Félix se ha mantenido constantemente desde que contrajo el virus del ébola, y que ella lo ha sentido con un buen estado de ánimo y mucho espíritu positivo, pues están seguros de que todo saldrá bien.

Desde que Félix llegó a Sierra Leona han mantenido también una comunicación constante a través del correo electrónico. A veces se repetía más de una vez por día, diálogos cortos en los que compartían sobre la familia y sus rutinas diarias.

Una familia de doctores, donde el retoño de 18 años desarrolla estudios en la más humana de las profesiones, no inspira otro sentimiento que admiración, la misma que sentimos cuando Vania nos confesó que ella también se brindó para enfrentar el virus del Ébola en África.

Estable y sin dolores agudos

GINEBRA, noviembre 21.— El médico cubano con ébola que fue trasladado desde Sierra Leona hasta aquí se encuentra estable, no sufre dolores agudos y presenta un cuadro similar al de una fuerte gripe, dijeron este viernes los responsables del Hospital Cantonal de Ginebra.

Los doctores encargados de su atención revelaron además que el doctor Félix Báez Sarría, de 43 años, ha empezado a recibir como tratamiento principal el fármaco Zmapp, de tipo experimental, y que ha dado resultados alentadores, dijo EFE.

El médico en jefe del Servicio de Cuidados Intensivos del hospital, Jerome Pugin, comunicó este viernes a los periodistas que se planea incorporar a su tratamiento el antiviral de amplio espectro Favipiravir.

El Zmapp, desarrollado en Canadá, fue administrado en los últimos meses a otros pacientes extranjeros que se contaminaron de ébola en África Occidental.

«En animales se ha mostrado extremadamente eficaz, sobrevivieron y mostraron una buena evolución», explicó Pugin.

El mismo fármaco se utilizó con los primeros cooperantes extranjeros, de nacionalidad estadounidense, que se infectaron con ébola en Liberia, quienes se recuperaron, así como con un misionero español que falleció, Miguel Pajares.

Las escasas muestras de este medicamento se agotaron, aunque las autoridades suizas indicaron que cuentan con una reserva que les permitirá «en todo caso tratar a este paciente», agrega la agencia noticiosa.

En caso de que el estado del enfermo empeore, se prevé introducir el tratamiento con suero sanguíneo, obtenido de pacientes que han logrado superar la enfermedad, explicó Pugin.

Sobre la situación de Báez, el médico precisó que no sufre de dolores fuertes, sino de síntomas como los asociados a una severa gripe: fiebre y escalofríos, así como molestias gastrointestinales y respiratorias, «que no son graves por el momento».

En conferencia de prensa, el director del hospital de Ginebra, Bertrand Levrat, precisó que la decisión de acoger al médico cubano no fue de este establecimiento, sino de la Oficina Federal de Salud Pública de Suiza.

Nueve enfermeras atienden directamente a Báez las 24 horas del día y también hay tres médicos que se ocupan de él «en permanencia», aunque en total hay «decenas de personas» de distintas disciplinas que se dedican a su caso, todos ellos voluntarios.

Levrat garantizó que el hospital está aplicando las máximas medidas de seguridad, el conjunto de protocolos aplicables a casos como este y que «nadie se expone, ni el personal sanitario ni la población».

Los responsables médicos indicaron que la OMS ha asumido los costes de la atención de Báez, quien les autorizó a informar a la prensa sobre su estado.

Se desconoce qué situación concreta provocó el contagio del médico en Sierra Leona, donde formaba parte de la primera brigada —de 165 profesionales sanitarios— enviada desde Cuba a principios de octubre a África Occidental, concretamente a Sierra Leona, para luchar contra la epidemia del Ébola.

Báez pudo bajar caminando del avión que lo trasladó desde África, vestido con un traje de protección y de una máscara, y la ambulancia en la que fue llevado al hospital de Ginebra fue escoltada por la policía, un hecho poco común en Suiza.

A su llegada al centro fue ingresado en una habitación especial prevista para este fin en un sector aislado del hospital.

Un equipo entrenado especialmente para este tipo de atención se ocupó de él después de haberse colocado el equipo de protección recomendado.

Tras recibir los cuidados necesarios, el doctor Báez pudo dormir y hoy conversó con los responsables de su atención, quienes dijeron que el testimonio que les dio sobre la situación en Sierra Leona fue «desgarrador».

El médico pudo hablar también por teléfono con su familia en Cuba, un momento que fue descrito como de «extrema emoción».

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