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Estudiar en la escuela de Martí

Cuando el próximo 3 de septiembre abra sus puertas la escuela primaria Rafael María de Mendive,en la capital, profesores, alumnos y padres descubrirán uno de los lugares más relevantes de la historia de la educación en Cuba

Autor:

Margarita Barrios

El próximo 3 de septiembre historia y modernidad se darán un abrazo en aras de la más avezada pedagogía. Ese día abrirá sus puertas —luego de un intenso proceso de rescate y reparación— la escuela primaria Rafael María de Mendive, con una matrícula de 450 alumnos del municipio capitalino de La Habana Vieja.

Ubicado en la céntrica calle Prado, en el siglo XIX el centro escolar fue el Colegio de San Pablo, fundado por Mendive en su propia casa, y donde tuvo como discípulos a José Martí y a su entrañable amigo Fermín Valdés Domínguez, quienes cursaron allí el segundo año de bachillerato.

Durante los años en que Mendive fue profesor, protector y maestro del Héroe Nacional de Cuba, esa escuela era sitio de reuniones literarias y fervor patriótico, así como constituyó para sus discípulos un seminario cívico donde encontrar calor de hogar.

Uno de los vitrales realizados por el artista de la plástica Ernesto Rancaño. Foto: Maykel Espinosa Rodríguez.

Sobre esa historia andarán profesores, alumnos y padres al ingresar en uno de los lugares más relevantes de la historia de la educación en Cuba, una escuela que ahora también contribuirá de manera decisiva a la formación ética y patriótica de las nuevas generaciones.

Por ello, Marilús Valdivieso Bermúdez, directora de la institución docente, con 30 años de trabajo en educación, no esconde su regocijo ante la nueva responsabilidad, la cual considera un privilegio. «Estoy feliz de que nuestros educandos tengan un centro como este, donde puedan estudiar y disfrutar.

«Aquí no solo daremos las clases habituales, sino que en un espacio que evoca a nuestro Apóstol, trabajaremos esos sentimientos de amor, decoro, dignidad, prestigio, justicia y preocupación por los humildes, virtudes atesoradas por Mendive que supo transmitir a su discípulo. Y estará al alcance de todos los niños cubanos, que podrán visitarlo, y de la comunidad», manifestó.

En un aula a la usanza del siglo XIX recibirán sus clases un grupo de alumnos de sexto grado. Foto: Maykel Espinosa Rodríguez.

El jueves último, cuando Juventud Rebelde recorrió el centro, aún se daban los toques finales a un sitio que, según Valdivieso Bermúdez, fue restaurado por el sistema de empresas Puerto Carena de la Oficina del Historiador de La Habana, de conjunto con el Proyecto Restaura, el Ministerio de Cultura y la agencia Atrio-Caguayo, a un costo de 9.3 millones de pesos, de ellos 1.5 millones en CUC.

Igualmente, detalló que en la escuela laborarán 67 personas, de ellos 18 docentes frente a grupo, así como otros especialistas. Además de las aulas y áreas de servicios como comedores, el centro tiene biblioteca, teatro, laboratorios y otros espacios dedicados a la enseñanza de las artes y la práctica deportiva.

Muchos lugares se pueden destacar del vetusto edificio ahora avituallado con modernas tecnologías. Quizá entre lo más llamativo se encuentra un aula a la usanza del siglo XIX, y como es habitual en los espacios restaurados en La Habana no será un museo, sino que allí recibirán sus clases un grupo de alumnos de sexto grado.

Los educandos tendrán un centro donde podrán estudiar y disfrutar. Foto: Maykel Espinosa Rodríguez.

La belleza natural del inmueble se beneficia, además, con dos vitrales realizados por el artista de la plástica Ernesto Rancaño, los cuales permiten la entrada de iluminación natural. Todo ello es un hermoso regalo para nuestros niños, que son la esperanza del mundo, como expresó el Maestro.

Lo que escribió el Apóstol de Mendive

 «Y ¿cómo quiere que en algunas líneas diga todo lo bueno y nuevo que pudiera yo decir de aquel enamorado de la belleza, que la quería en las letras como en las cosas de la vida, y no escribió jamás sino sobre verdades de su corazón o sobre penas de la Patria?...».

Y añadía el Apóstol: «Prefiero recordarlo a solas, en los largos paseos del colgadizo, cuando, callada la casa, de la luz de la noche y el ruido de las hojas fabricaba su verso; o cuando, hablando de los que cayeron en el cadalso cubano, se alzaba airado del sillón, y le temblaba la barba».

(Periódico El Porvenir, de Nueva York, el 1ro. de julio de 1891)

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