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Vocación familiar en Muebles Guevara

Lo más hermoso de cumplir un sueño es realizarlo junto a las personas que también lo comparten, asegura el joven pinero Luanys Guevara Carmona

Autor:

Roberto Díaz Martorell

NUEVA GERONA, Isla de la Juventud.— Luanys Guevara Carmona tenía el sueño de conquistar el mundo al ritmo de los remos de su kayak, deporte que practicaba desde niño, pero la fuerza de las paletadas y la corriente del río lo llevaron a un destino diferente: la carpintería familiar, donde el joven ahora se siente campeón.

La primera medalla que atesora la recibió cuando el 17mo. Salón de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA) lo premió, un paso importante en su anhelo de convertirse, como su papá, en miembro de esa asociación que agrupa a los creadores cubanos.

El lauro logrado por Luanys responde a la calidad y acabado de la réplica en pequeño formato de las comadritas —sillones con balance— que presentó su papá, junto a un juego de comedor, merecedor del reconocimiento del jurado y del público a Muebles Guevara, nombre del proyecto familiar.

En diálogo con Juventud Rebelde, este veinteañero relata que más allá de las aspiraciones que pueda tener cualquier joven, el primer impulso siempre se debe buscar en casa. «Todo sueño es posible, pero cuando se sigue el llamado de la vocación, convertirlo en realidad es solo cuestión de empeño», dice.

«El motor de arranque en el taller fue mi papá; yo siempre lo veía trabajando, aunque todavía pensaba en convertirme en un gran deportista, pero me gustó la carpintería y como la tenía en la casa, empecé poco a poco», cuenta.

De estatura promedio, con barba y algo tímido según él mismo se caracteriza, se acomoda en la butaca —también fruto de la creatividad familiar— y los ojos le brillan cuando empieza a hablar: «Me encanta el olor de la madera, tallarla y sentir cómo se transforma es una sensación indescriptible», confiesa.

Coge un poco de aire, mira al techo como agrupando la memoria y recuerda que de niño se quedaba mirando al padre cuando torneaba, sacaba alguna pieza en el sinfín, y hasta cuando dibujaba, «de esa manera me fue entrando en las venas la vocación por la carpintería, aunque todavía no renunciaba al deporte».

De aquellas prácticas intensas con el kayak solo quedan los buenos momentos y la insatisfacción de no correr con mejor suerte.

Luanys es de los que madruga; temprano ya está en el taller después de llevar a su esposa al trabajo y a su hijo pequeño al círculo. «Aquí manejo los equipos, hago de todo un poco: juegos de comedor, puertas, sillones… lo mismo los calibro que los saco en el sinfín, o sea, todo lo que haga falta. Este trabajo es útil para todos y se crean muebles que son muy cómodos para las personas.

«Para mí el mayor atractivo que tiene una casa son los muebles; estas piezas que elaboramos en el taller de la familia tienen buena terminación, acabado, excelente confort y constituyen modelos atractivos; eso les da más belleza a las viviendas.

«Que las personas nos identifiquen e identifiquen nuestras creaciones como buenas nos enorgullece mucho; cuando visitas a una amistad y ves uno de tus muebles y te dicen que lo tienen hace años, que son muy buenos… entonces les dices: “Eso lo hice yo”, y la reacción motiva a seguir.

«La mayor parte de mi tiempo lo dedico al taller; mi relación con mi papá es muy buena, nos comunicamos mucho y trabajamos codo a codo cuando arranca el día. Él distribuye el trabajo y cuando salta la duda sobre los diseños, debatimos y llegamos a un consenso», cuenta.

Luanys piensa que lo más lindo de cumplir un sueño es realizarlo junto a las personas que también lo comparten y su familia. En ese sentido ha sido, y es, una fortaleza y fuente de inspiración desde que su bisabuelo abrió el taller en la década de los años 60.

Hoy este joven ebanista y aspirante a miembro de la ACAA está inscrito como artista en la filial pinera del Fondo Cubano de Bienes Culturales. «Todavía me queda mucho por hacer, todos los días se aprende algo nuevo.

«Tengo un niño y parece que se va a inclinar también por la carpintería. Ya coge el martillo y reparte golpes en cualquier trozo de madera, eso le encanta, así que parece que seguirá la tradición de la familia. Muebles Guevara continuará».

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