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De lo nuevo hay que cuidarse

Aunque puede ser similar a otros virus respiratorios, del SARS-CoV-2 no se puede predecir su comportamiento, sobre todo porque su transmisibilidad es mayor. Estar informados y ocupándonos de la prevención es la clave

 

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

No pocos podrían creerse inmunes a la COVID-19 por el hecho de vivir en Cuba. «Vivimos en un clima tropical, hay mucho calor aquí aunque estemos en etapa invernal. El virus, dicen, no se reproduce en las altas temperaturas. Estamos salvados».

El pensamiento de este chofer, que gentilmente, me llevaba hasta mi destino, coincide con el de otras personas que, repitiendo lo que han oído o leído, no han indagado con profundidad en el fundamento científico de tal afirmación y se han encargado de consolidar la creencia en quienes le rodean.

Los cubanos no podemos confiar en el calor porque la Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló en su sitio web que el coronavirus puede transmitirse en todas las áreas, incluyendo climas cálidos y húmedos. Hasta hace pocos días se difundía la información relativa a la supervivencia del virus por debajo de temperaturas de 26 o 27 grados.

De inmediato, la creencia popular se acogió a ello, y de paso, un número considerable de personas comenzó a exponerse al sol y a beber líquidos calientes para «favorecer» altas temperaturas en su organismo y, de esa manera, no resultar un posible contagiado con el virus.

Aunque ningún estudio es concluyente sobre cómo afecta la temperatura al nuevo virus, desde los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, en particular desde el localizado en Atlanta, se ratifica que todavía queda «mucho por aprender», pues aunque durante el invierno la frecuencia de aparición de enfermedades respiratorias es mayor, ello no quiere decir que no puedan presentarse casos de propagación en determinadas latitudes.

Una reciente investigación, publicada en la revista científica Practical Preventive Medicine, alega que el virus puede resistir hasta 37 grados Celsius y hasta tres días en superficies de plástico, telas, metal, vidrio o papel.

Además, plantean los científicos dedicados al estudio que puede permanecer en el aire durante al menos 30 minutos y viajar hasta 4,5 metros, y explican el fácil contagio debido a que, entre otras razones, el virus puede permanecer durante días allí donde han caído las gotas respiratorias.

Hay quienes creen que se puede eliminar el nuevo coronavirus en 30 segundos con un secador de manos como los de los baños públicos, o que basta con comer dientes de ajo, tomar infusiones calientes cada 15 minutos y utilizar lámparas ultravioletas para esterilizar las manos u otras partes del cuerpo.

Más transmisible que otros

La Doctora en Ciencias Sonia Resik Aguirre, especialista de 2do. grado de Microbiología y máster en Virología, insiste en la importancia de darle crédito a voces y publicaciones científicas de prestigio y de probada veracidad, pues la proliferación en las redes sociales y en algunos sitios web de noticias falsas desorienta a las personas y provoca la asunción de conductas erróneas.

«Ciertamente los virus tienen estacionalidad y es lógico, porque compiten entre ellos por los hospederos (animales o personas) y por el sistema. En dependencia de la época del año se desatan algunos brotes epidémicos y no otros. Por ejemplo, los enterovirus, que provocan la meningoencefalitis viral, “disparan” los picos epidémicos en el verano, y los de los respiratorios es más frecuente encontrarlos en el invierno.

«Este es un virus nuevo y de lo nuevo hay que cuidarse. Se supone que debe funcionar y tener patrones similares a los de los otros virus respiratorios, pero ya se ha visto que es más transmisible que otros; por tanto no se puede predecir que su comportamiento sea igual al resto. Algunos estudios científicos realizados en China aseveran que los casos disminuyen ante el incremento de las temperaturas, pero no existe una correlación directa entre las dos variables.

«Si en China no se hubieran tomado las medidas pertinentes, la epidemia hubiera sido peor y eso es lo verdaderamente importante, pues casos de la COVID-19 (nombre oficial que la OMS le dio en febrero a la enfermedad infecciosa causada por el nuevo coronavirus, es decir por el SARS-CoV-2) se han reportado en países con climas diversos. Donde se importe el virus y no se tomen las medidas de control, el panorama será terrible».

La Jefa del departamento de Virología del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí precisó que los virus se inactivan a altas temperaturas, pero tan altas que ni pueden soportarla los humanos. «Ese es el principio de los autoclaves en los laboratorios para destruir los virus de la superficie de los objetos contaminados con los que se trabaja. La combinación de elevada temperatura con determinados valores de presión y humedad. Eso, en la dinámica real de la vida, no se presenta así».

Sexo, grupo sanguíneo, edades

La Doctora en Ciencias Sonia Resik Aguirre, también jefa del departamento de Virología del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, insistió en la importancia de darle crédito a voces y publicaciones científicas, pues las noticias falsas  desorientan a las personas. Foto: Tomada de la cuenta oficial del IPK en Twitter

Hasta el momento los estudios científicos realizados en torno al nuevo coronavirus son totalmente descriptivos, es decir, muestran las diferentes aristas del fenómeno, y no será hasta más adelante que se logre un verdadero conocimiento, cuando cada una de las hipótesis pueda ser demostrada con pruebas fehacientes.

Que la mayoría de los casos se presentan en hombres y que el grupo sanguíneo más común es el A+, no quiere decir que las mujeres y quienes posean otro tipo de sangre son inmunes a la COVID-19. «Hacer valer esos criterios como verdades absolutas es un error, porque para determinar que aquello es causa de esto, se requieren muestras grandes, controles grandes… Los estudios de causalidad son muy complejos y aún no han podido ejecutarse», apuntó Resik Aguirre.

Lo que sí constituye una contundente realidad es que la edad es un factor de riesgo y determinadas comorbilidades (cuando una persona tiene dos o más enfermedades o trastornos al mismo tiempo) pueden favorecer una negativa evolución en el paciente, como la obesidad, el asma bronquial, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, el cáncer u otras neoplasias, la inmunosupresión, las cardiopatías, la hipertensión, la diabetes y la fibrosis quística, entre otras.

«No se puede pensar que la COVID-19 es una enfermedad de ancianos, pues puede presentarse en personas jóvenes, sobre todo si padecen de alguna de estas enfermedades, e incluso los fumadores pueden ser también un grupo de riesgo.

«Que predominen los hombres en los casos registrados pudiera explicarse porque algunas de estas patologías son más frecuentes en ellos que en las mujeres, además de que acuden menos al médico, se creen infalibles y, por consiguiente, son menos precavidos. Pero aun así no se puede hacer conjeturas», señala.

La también profesora e investigadora titular significó que el hecho de que se reporten pocos casos en niños, no quiere decir que los menores no se contagien. «Los menores no tienen percepción de riesgo, por instinto se lo llevan todo a la boca y se repiten con frecuencia cuadros de alergia y de infecciones respiratorias. Les corresponde a los padres y al resto de los familiares acatar las medidas de prevención.

Ocuparnos además de preocuparnos es la clave, enfatizó. «Acudir al médico si mostramos síntomas respiratorios, reportar al que los muestre, reforzar las medidas higiénicas, hacer un buen aislamiento para evitar el contacto con infectados… son esas conductas las que contribuyen a contener la pandemia».

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