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La dicha del Delegado en Playitas

El 11 de abril de 1895 llegaron Martí, Gómez y otros patriotas para incorporarse a la Guerra Necesaria. «Dicha grande», escribió en su diario de campaña el entonces Delegado del Partido Revolucionario Cubano, hoy Héroe Nacional de Cuba

Autor:

Haydée León Moya

GUANTÁNAMO.— Cuando arribaron a la playita, al pie de Cajobabo, llovía y era de noche. Bajo una nube también oscura, asomaba la luna, roja, el 11 de abril de 1895. La embarcación era endeble, pero muy fuerte la convicción de los hombres que la condujeron hasta ese sitio.

En una frase resumiría luego Martí, el Delegado del Partido Revolucionario Cubano, la plenitud de su espíritu al saltar a tierra desde el bote, y la de sus compañeros de travesía, el generalísimo Máximo Gómez y los generales Francisco Borrero y Ángel Guerra, el coronel Marcos del Rosario y el capitán César Salas: «Dicha grande», escribió en su diario de campaña.

Y era grande la dicha porque venían a impulsar la Guerra Necesaria. Por eso no mellaron sus deseos de ver definitivamente libre la Patria ni el fracaso del Plan de La Fernandina, ni el espionaje de las autoridades norteamericanas e inglesas, cómplices de los españoles.

Tampoco los avatares para conseguir goletas en que realizar el viaje hasta donde ya era un hecho la guerra, ni toda aquella persecución en el mar que los obligó a un sinuoso itinerario entre Cabo Haitiano y las costas cubanas, o los riesgos de llegar a un lugar desconocido, sin la certeza de saber si los recibirían amigos o enemigos. La única certeza era saber su presencia necesaria.

Luego de pisar suelo cubano, la suerte de encontrar hombres, mujeres y niños que los acogieron en sus bohíos y les ofrecieron afecto y cuidados. No era para menos: Las condiciones topográficas del lugar adonde habían llegado los obligaron a una fatigosa marcha por un suelo irregular y rocoso, entre una vegetación silvestre y espinosa.

Una realidad particularmente difícil para Martí, por su endeble estado de salud, golpeda duro por los baños de sudor y agua fría al paso de los ríos que atravesaron, a veces crecidos, y ese andar en alpargatas sobre las piedras que lastimaban su ya afectado tobillo derecho, a causa del grillete.

Pero avanzó. Avanzaron porque las ansias de libertad para Cuba eran más fuertes, tanto como la convicción de que su presencia sería un gran estímulo para quienes luchaban en la manigua.

Así de grande fue la hazaña. Un hecho memorable, que trasciende a Cajobabo, elevó a su mayor estatura el amor a la Patria, el internacionalismo y el ejemplo de los principales jefes mambises, ese que perdura como esencia en la conducción de la Revolución en todas las épocas: estar en la primera trinchera de combate junto al pueblo, compartiendo su suerte.

Por eso el 11 de abril es una fecha relevante para Cuba, y muy sagrado este sitio del actual municipio guantanamero de Imías, donde el Generalísimo besó la arena de esa playa al desembarcar, y en el año del Centenario del memorable hecho, el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro Ruz, llegó portando una bandera cubana justo a la hora exacta en que arribaron los expedicionarios en un pequeño bote cargado de honor y dignidad.

Cumpliendo las medidas sanitarias actuales, esta vez no tendrá lugar la tradicional peregrinación y acto masivo con que se recuerda la fecha, pero un reducido grupo de imienses depositará una ofrenda floral, en nombre de todo el pueblo cubano.

La memorable fecha fue recordada este sábado por el Presidente cubano Miguel Díaz-Canel, a través de su cuenta de Twitter:

 

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