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La responsabilidad es de todos

Un forodebate abierto en nuestra página digital, antes y después de la puesta en vigor de las medidas contra esos pillos, permite esbozar soluciones, sugerencias, cambios a raíz de las opiniones compartidas, coincidentes todos en que estas acciones no pueden limitarse a la etapa de la COVID-19

 

 

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

No es nuevo que llegue alguien a una cola en un lugar de venta, marque para cinco o más personas, y luego repitan el procedimiento en otras tiendas o lugares similares. En cada crisis hay inventos, y gente que invierte su tiempo y su dinero para duplicar este último, a costa de la escasez de los productos y gracias a que muchos no pueden hacer la cola habitual.

En algún momento y por razones diversas, cualquiera de nosotros ha recurrido a uno de esos coleros o revendedores. Ellos tienen «aquello» cuando ya en las tiendas no está, y el apuro por obtenerlo hace que suspiremos profundamente al pagarle, porque la suma es mayor, lo sabemos. El ciclo se repite, y en medio de esta pandemia que ha agudizado ciertas carencias, el fenómeno cobra fuerza.

Por ello, las medidas puestas en vigor intentan frenar esa actitud y facilitar que todos tengamos acceso a lo que se oferta, que es insuficiente pero que tampoco puede quedar en unas pocas manos. La opinión de la población al respecto es importante, y por ello este diario convocó a un forodebate abierto en nuestra página digital a partir del cual se pueden esbozar soluciones, sugerencias, cambios…

Quien se identificó como Habana —dentro de los 134 comentarios recibidos hasta la fecha—, propuso como solución «retomar y fortalecer en estos tiempos con ideas renovadoras el trabajo a nivel de cuadra y a nivel de barrio, donde es posible conocer quiénes son las personas que se dedican a estos menesteres y posteriormente accionar con las correspondientes leyes».

Jaume, preocupado, comenta que mientras exista desabastecimiento, el fenómeno persistirá. La negrita, según se denominó otra lectora, se declara de acuerdo con todos los comentarios y con el esfuerzo que hace nuestro país para de una forma u otra llegar a toda la población.

«¿Cómo se entiende que, por ejemplo, en Bayamo los productos no estén en las tiendas y ya la cola esté formada con turnos de una semana? Por otra parte siguen permitiendo que en las páginas sociales se haga propaganda de ventas de aseo y productos de las tiendas. Pienso que se debe revisar y ser más exigente porque realmente están acabando con el bolsillo de los que vivimos del salario», escribió.

Adonis Montina se cuestiona en el espacio digital: «¿cómo es posible que aparezcan en redes sociales los que comercializan productos de primera necesidad a precios marcianos que el país no puede por las condiciones que le impone el bloqueo, y que las autoridades hagan muy poco para cortar de raíz y por siempre esta situación?

«Se hace necesario tomar medidas más radicales y sabemos que tenemos las herramientas legales para hacerlo. Nosotros debemos y tenemos que entender que en estos momentos nos encontramos en una situación excepcional y ellos crean situaciones peligrosas que pueden llevar al descontento de los cubanos que en su amplia mayoría apoyan, defienden y defenderán por siempre este proyecto social», señaló.

Ana Gloria, como tantos otros internautas, se manifiesta en total acuerdo con las medidas. «Es un abuso hacia quienes no tienen la oportunidad de visitar las tiendas todos los días y tienen un horario laboral que cumplir. A nosotros nunca nos toca nada… En Cuba lo que se quiere es el bien para todos y como dice nuestro Presidente, aquí no habrá nadie desamparado, así que hay que darle a cada uno lo que le toca».

Posibles detonantes

En sus comentarios varios lectores reconocieron el plan de medidas para el enfrentamiento a las ilegalidades que aprobó el país y así actuar contra los pillos, contra los que se aprovechan de los demás. Vale recordar que el plan tiene 166 acciones concretas para 2 979 centros o establecimientos comerciales.

Otro cibernauta como el nombrado Eduardo insiste en que «medidas represivas acordes con nuestras leyes deben recrudecerse contra todos los coleros, acaparadores y revendedores. Que sientan el peso de la Ley mediante fuertes multas y prisión, pues lo que están cometiendo con el pueblo trabajador es criminal y abusivo».

Sugiere que, en las condiciones actuales, «se establezca un control mediante una especie de libreta, donde se anote: artículo adquirido, con fecha y hora. No veo otra forma en estos momentos de limitaciones económicas, incremento del bloqueo y pandemia. Considero que la decisión que se tome será más política que comercial-administrativa».

Cibernany, otro de los lectores que escribió a nuestras páginas, aseguró que para arrancar de un tajo a los revendedores se debe ir al punto inicial: las tiendas y almacenes con trabajadores corruptos que «son quienes abastecen a estas personas porque es imposible por mucha cola que se haga que puedan adquirir tanta cantidad de un mismo producto».

Sobre este mismo asunto, la lectora Alina reconocía que esas personas muchas veces son apoyadas por la administración de las tiendas. «Pongo un ejemplo de donde vivo. Las personas que viven al lado de la tienda son los que tienen el control de la cola. Saben cuándo va a llegar algún producto y cuando ello sucede son los primeros 40 en los turnos, sin contar que son los que organizan la cola a una cuadra de la tienda. ¿Cómo es posible eso?».

Muchas madres, como Beatriz, expresaron su inconformidad con el hecho de que si necesitan adquirir culeros y toallitas húmedas deben recurrir a los revendedores. «Sugiero que se vendan estos productos por la tarjeta de menor». Y, Agapito Pérez propone rescribir la ley que penaliza esas conductas, cambiándole el monto de las multas.

«Cómo se le ocurre a alguien que a una persona que gana más de cien pesos por la reventa de un tubo de pasta Perla, se le debe poner una multa de cien pesos y que esa acción conlleve a que la persona desista de su actitud. Ese dinero lo recupera en 24 horas. Es mejor imponer multas de 5 000 y 10 000 pesos en primera instancia y cinco años de prisión para los reincidentes.

«Sería bueno publicar las últimas adecuaciones de la ley en la Gaceta Oficial y darle amplia cobertura informativa, así como comenzar su aplicación inmediata con la publicación de los implicados y el monto de la multa. Pienso que en 72 horas se puede resolver el problema. Cuba está en guerra total contra la pandemia, el bloqueo y la crisis económica mundial. En ello nos va la vida. No hay tiempo para blandenguerías».

Y en coherencia con lo expresado por la dirección del país y por los demás lectores del periódico, LuisVP escribió que las acciones en contra de coleros, acaparadores y revendedores no pueden limitarse a la etapa de la COVID-19. «La responsabilidad es de todos y si no se denuncia somos cómplices y víctimas de nuestra propia indolencia».

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