Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Este domingo mientras caminaba hacia el capitalino parque Trillo, de Centro Habana, donde se había dado cita nuestra juventud, venía a mi mente la jornada revolucionaria del 30 de septiembre de 1930, aquella tángana histórica que hace ya 90 años conmovió al país entero y encendió la agitación y la protesta a lo largo de toda la nación.

En ese entonces el escenario estaba altamente cargado y a menudo se tornaba violento, pero como siempre el sentir los jóvenes era evidente. Y, aunque ese día se perdió al líder estudiantil Rafael Trejo González, el tirano de turno Gerardo Machado tuvo su merecido, pues los jóvenes salían de las aulas universitarias, con el pecho y el corazón.

Ahora, también volvían a otra tángana -que también ya es histórica- originada en las redes sociales, especialmente en un chat de Telegram, para en una comunión de ideas respaldar a la Revolución. A diferencia de aquella de 1930, en el parque Trillo hubo mucho de música, de poesía, de discurso, de consignas, de compromiso, de demostración de que las convicciones están y se defienden.

Y, ante la convocatoria espontánea, las instituciones y organizaciones decidieron sumarse, porque la Revolución toda es una institución creada y construida por todos, y tiene derecho a defenderse. Ahí estuvo justo una de las esencias de quienes llegamos al sitio donde se levanta la única estatua de cuerpo entero del general de las tres guerras: Quintín Bandera Betancourt.

Frente a él se alzaron decenas de voces y «vinimos aquí para que se sepa que hay juventud revolucionaria para rato. Nadie nos arrebatará la Revolución. Con ella nadie puede equivocarse. Vinimos aquí porque no negociamos el socialismo…. Y porque la profundización democrática en Cuba, solo será socialista o no será», como aseguró la joven Karla Santana, presidenta de la Federación Estudiantil Universitaria de la Universidad de La Habana.

En tiempos en que se defiende el diálogo necesario y la tan abandera libertad de expresión, fue ella quien una vez más dejó claro que debemos entender que «en el ejercicio de esta también existen límites, están allí donde se afecten los intereses del otro» y que no hay libertad real «cuando se habla de expresión desde los focos de poder que intentan el descrédito y la dominación recurriendo a las mentiras».

Fueron esos los mismos sentimientos que compartió el Presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez, que llegó al parque Trillo cuando el tanganazo estaba en su apogeo. Allí, estaba el, a pecho descubierto porque «sentía por convicción y sentimiento que debía estar» y porque este era un encuentro de jóvenes «y la Revolución siempre ha contado con ellos».

Entonces les recordó a las nuevas generaciones que en estos tiempos difíciles ellos «han escrito una página heroica en la lucha contra la COVID-19. Tenía que estar aquí porque yo tampoco estoy tan viejo. Viendo desde casa lo que estaba pasando acá, viendo la alegría, el apoyo, las convicciones, lo que ustedes se han propuesto, la emoción no cabía en mi pecho y tenía que venir a verlo», afirmó emocionado el mandatario mientras la muchedumbre se le agolpaba.

Mientras dialogaba y explicaba por qué estaba allí, aunque «algunos me aconsejaban que no viniera para que no se manipulara la espontaneidad de esta manifestación», pensaba en Fidel y las miles de veces que también fue a encontrarse con sus jóvenes, con su pueblo, para dialogar desde lo terrenal a lo divino, para alertar, desmentir, explicar, defender la Revolución y el socialismo desde dentro, porque el diálogo hoy más que nunca es necesario.

Ya lo decía el Jefe de Estado: «Ustedes saben todo lo que nos han querido montar. Nos han montado un show mediático. Y esto es un grupo de suceso que seguro se seguirá repitiendo porque los planes contra la Revolución siguen». Y significó que es el último coletazo de los trumpistas y de la mafia anticubana.

«Uno de sus pronósticos era que antes de terminar el año, la Revolución Cubana tenía que caer, al igual que Nicaragua y Venezuela. Y aquí en Cuba se van a quedar con el deseo, porque nuestros jóvenes están en las calles, y el pueblo está en las calles, y porque no admitimos injerencias. Aquí hay espacio de diálogo para todo lo que sea, pero con Revolución».

El tanganazo de este domingo demostraba que la Revolución siempre estará abierta al diálogo sincero y respetuoso, que no vive para una confrontación, pero es necesario poner sobre la mesa del diálogo el rechazo al mercenarismo, la financiación de proyectos políticos disfrazados de arte; y también que siempre tendrá una juventud que, bajo ningún concepto, permitirá la ruptura de la unidad nacional y que la derecha se apropie del discurso progresista.

Pero para ello la Revolución tiene que palpitar en cada patriota, y todas las causas de la justicia social y la emancipación humana tienen que caber en su proyecto socialista. Es algo que debemos trabajar, desde la discusión crítica, inconforme, rebelde, pero revolucionaria y patriota, como dijeron varios oradores convencidos de que «los problemas nuestros los discutimos entre nosotros» y siempre para una Cuba mejor.

Por eso, como decía el Presidente cubano al invitar a cantar Pequeña serenata diurna, en homenaje al cumpleaños de su autor Silvio Rodríguez, en días como los que ha vivido el país, «hay que pedirle perdón a los héroes y muertos de nuestra felicidad». Hay que seguir con el pecho y el corazón atados a la Revolución.

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