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Cuba: Los «chamaquilis» se vacunan

Juventud Rebelde se acerca a las historias de algunos de los protagonistas del primer ensayo clínico contra la COVID-19 en edades pediátricas

 

Autor:

Monica Lezcano Lavandera

Alejando Salas Villar sonríe debajo de su nasobuco. Después de una hora de espera y mucha atención del personal médico del hospital pediátrico Juan Manuel Márquez, del municipio capitalino de Marianao, se marcha a casa con sus familiares, un pinchazo en el hombro y un corazón más soberano.

A sus 12 años sabe lo que representa este acontecimiento para el país. Él es uno de los 25 adolescentes que iniciaron la fase I del ensayo Soberana Pediatría, y con ese orgullo alienta a los otros niños, niñas y adolescentes para que no teman cuando les toque su turno.

«He visto cómo los científicos se han esforzado para que esta vacuna pueda hacerse realidad, así que cuando mi mamá me habló sobre el estudio que harían con los niños no tuve miedo en ser uno de los primeros», precisa, y seguidamente posa para la foto del recuerdo.

Desde este lunes se siente más protegido, y aunque tiene que pasar por varios chequeos y análisis de sangre, piensa que la vacuna es muy necesaria para los más pequeños, pues también enferman y tienen secuelas. «Yo pensaba que el PCR dolía más, pero no es tan malo», afirma.

Luego de la primera dosis, regresó para chequearse a las 24 horas, y así durante varios días. Para este estudiante de 7mo. grado de la escuela Eduardo García Delgado, tantas visitas al hospital no son un impedimento para mantenerse al día con el curso escolar. «En casa mi abuela me graba las teleclases», agrega el adolescente, quien prefiere en su tiempo libre hablar por teléfono con sus amigos y conectarse a internet para jugar con ellos.

Ensayo voluntario y necesario

Los adolescentes están acompañados del personal médico, así como de los especialistas del ensayo, para estar al tanto de cualquier duda o necesidad, tanto de ellos como de los familiares. Foto:Abel Rojas Barallobre.

Tiene 16 años y muchas ganas de que la pandemia llegue a su fin. Por eso, Ángel Gabriel Alfaro Camaraza se sumó al grupo que lleva en su sangre el candidato vacunal Soberana 02, para lo cual leyó y estudió los avances que ha logrado el producto desarrollado por el Instituto Finlay de Vacunas (IFV).

«Siempre quiso ser de los primeros, fue algo que le nació de su inspiración; incluso cuando empezaba el proceso en los adultos ya él estaba pensando en formar parte del ensayo de los niños», narra su mamá.

Cursa el 10mo. grado en el preuniversitario Rubén Martínez Villena y es muy responsable y organizado. «Me interesa vacunarme porque no quiero contagiar a mi familia si enfermo, en especial a mi abuelita, que vive conmigo», afirma quien lleva todo este tiempo «cumpliendo con las medidas sanitarias y saliendo lo menos posible del hogar».

Ese consentimiento familiar y la voluntad de los protagonistas es una de las premisas del ensayo clínico. La doctora Meiby de la Caridad Rodríguez, directora de investigaciones clínicas del IFV, explica que para participar en el estudio los padres deben firmar su consentimiento, y un asentimiento en el caso de los adolescentes de 12 a 18 años.

Asimismo, la representante del centro promotor del ensayo clínico enfatizó en que se lleva a cabo un protocolo basado en la ética, cuidadosamente diseñado bajo los requerimientos obligatorios establecidos en cada paso de este estudio secuencial, abierto, adaptativo y multicéntrico, para el cual no se utiliza placebo, teniendo en cuenta que el candidato ya ha sido evaluado en cientos de miles de personas.

En total participan 350 menores de entre tres y 18 años, aparentemente sanos, los cuales deben pasar un proceso de chequeo antes de recibir la primera dosis y una vigilancia constante luego de ser aplicada. «Durante el primer día de vacunación ninguno de los adolescentes presentó eventos adversos, y de continuar con estos buenos resultados más adelante se iniciaría la fase I con el grupo de tres a 11 años, y la fase II con el grupo de 12 a 18 años que ya fue evaluado», detalló la también máster en Epidemiología.

La fuerza de una vacuna

Los hermanos recuerdan aquel día en que llegó su papá del trabajo con la noticia de que comenzaría un estudio de Soberana 02 en adolescentes. Enseguida se animaron a participar, pues querían protagonizar uno de los momentos más importantes para la medicina cubana y también para su vida.

Ahora ya están en el Juan Manuel Márquez. Con sus ojos verdes miran todo a su alrededor; casi les toca el pinchazo, pero no están nerviosos. Lauren y Alejandro Aguilera Herrera, de 14 y 15 años, respectivamente, son muy unidos, y aunque discuten por cualquier bobería, para las decisiones importantes como esta se apoyan y se protegen.

«Antes de decir que sí buscamos la orientación de nuestros familiares, y como ya hemos visto los avances que ha tenido Soberana 02 en los adultos, nos presentamos para ser de los primeros en poner el hombro», expone el adolescente de 10mo. grado, amante de la guitarra y enemigo de los teléfonos móviles.

«Nos hacen muchos análisis; incluso una prueba de embarazo a las adolescentes cada día que nos toca vacunarnos. Tanto pinchazo y PCR es molesto, pero lo hacen para cuidar nuestra salud», recalca la muchacha, quien cursa el 8vo. grado y le gusta conectarse a Instagram y WhatsApp en su tiempo de ocio.

Para asegurar que la hazaña de los participantes en el ensayo transcurra sin dificultades, autoridades de Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos y el Centro Nacional Coordinador de Ensayos Clínicos velan por el cumplimiento de los protocolos establecidos, los cuales garantizan la confiabilidad y transparencia de la investigación y el cumplimiento de las buenas prácticas clínicas.

Seguir cumpliendo las medidas

Mientras esperan para ser vacunados, los participantes en el ensayo clínico interactúan entre ellos. Foto:Abel Rojas Barallobre.

Desde que comenzó la pandemia, Anthony González-Carvajal Lorenzo no ha podido practicar deportes. Mantener los cuidados que aconsejan los mayores ha sido su premisa en este año y medio. Ahora, con la primera dosis de Soberana 02, siente que está más cerca ese día en que pueda volver a un terreno de fútbol.

«Estar vacunados no significa que no nos vayamos a enfermar, por lo que debemos seguir con el distanciamiento físico, el lavado de las manos y el uso de la mascarilla. Tenemos que ser responsables», precisa el muchacho de 14 años.

Ese sentimiento lo compartieron los adolescentes y familiares que se dieron cita en el Pediátrico de Marianao, y así será también para los que continúen el proceso en sus áreas de salud, en la medida en que avance el ensayo. Con los esfuerzos de ellos y del personal sanitario, unido a un llamado a la conciencia del pueblo, Cuba seguirá dando pasos para asegurar una infancia y un país cada vez más protegidos y más felices.

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