Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La siembra de la Revolución

El Primer Congreso Campesino en Armas marcó el inicio de un proceso progresivo de transformaciones para los que hacen parir la tierra

Autor:

Santiago Jerez Mustelier

«En estos momentos, en esta etapa histórica en que vivimos, sin Reforma Agraria no puede haber Revolución Cubana; y aquí, tal vez por participar en el mismo, no nos percatamos de la magnitud de este acto, porque en estos momentos, en el día de hoy, está iniciándose, está gestándose, está naciendo la Revolución Agraria que ha de echar las bases de la verdadera Revolución Cubana».

Así advirtió el joven Comandante Raúl Castro Ruz aquella trascendental mañana del 21 de septiembre de 1958. Era el Primer Congreso Campesino en Armas y 84 bases campesinas de seis municipios de la antigua provincia de Oriente se reunieron, en una coyuntura de plena insurrección, para demandar soluciones al problema de la tierra e impulsar la justicia a los habitantes de las zonas rurales.

Un derruido y abandonado caserío, en Soledad de Mayarí, se tornó ágora de las discusiones, anhelos y esperanzas de los poco más de 200 campesinos. Las preocupaciones de entonces se apilaban en la desidia, la precariedad, el trato despiadado de las fuerzas batistianas al campesinado, la ausencia de derechos, así como la indigencia, la orfandad y la extrema dependencia del norte brutal y asfixiante.

Otra vez la unidad, como baluarte del sendero para los cubanos, volvió a tornarse centro del debate. Se abogó por el engranaje de la alianza obrero-campesino y la reivindicación de ambos colectivos; se discursó sobre la necesidad imperiosa de una Reforma Agraria y no faltó el respaldo de los campesinos a la épica revolucionaria liderada por el Ejército Rebelde.

Un elemento distintivo del cónclave fue la presencia de la mujer cubana. Cinco representantes alzaron sus voces por la continuidad de la lucha y por la mejora en las condiciones de vida para ellas, sus hijos, parientes y esposos.

A la fuerza campesina de estos días los retos se les duplican. La siembra hecha por la Revolución, las conquistas alcanzadas para un gremio agradecido y batallador se traducen en incentivo y esfuerzo para incrementar los rendimientos productivos, potenciar la agricultura por el bien de la economía, despejar el tortuoso camino del surco al plato y aportar a la soberanía alimentaria y nutricional del país.

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